A principios de año conocíamos esta investigación realizada por Oceana en la que se concluía que en las piscifactorías chilenas se produce salmón con demasiados antibióticos. Según los resultados, se utilizan hasta 950 gramos de antibióticos anuales por tonelada de pescado, lo que supone multiplicar por 5.700 veces el uso de antibióticos en Noruega, cuyo nivel se establece en 0’17 gramos anuales por tonelada de salmón.
Expertos como la directora de Oceana en Chile comentaban que era poco probable que los residuos de antibióticos u otros medicamentos llegaran a los consumidores, pero apuntaba otros riesgos importantes, como la propagación de bacterias resistentes a los antibióticos más allá de las granjas de salmones. Pues bien, ya se ha producido un desastre ambiental, en Chile se han escapado 800.000 salmones tratados con altas dosis de antibióticos, de un criadero propiedad de la empresa noruega Marine Harvest situado cerca de la isla de Huar, al sur del país.
Algunos pescadores han aprovechado la situación y están capturando salmones huidos de la piscifactoría para hacer negocio, ofrecen el salmón fresco a precios económicos, por lo que la población los compra, pues el precio del salmón en el mercado chileno resulta prohibitivo. Esto ocurre a pesar de que el Gobierno del país ha alertado de que estos salmones no son aptos para el consumo humano porque no han pasado por un periodo de cuarentena para eliminar de su organismo los restos de antibióticos.
Expertos de Oceana comentaron en su momento que consumir salmón contaminado con bacterias resistentes a los antibióticos, incluso a pesar de que los peces hubieran sido sometidos al periodo de cuarentena, podría provocar un intercambio de los genes de resistencia con bacterias presentes en el tracto intestinal de los seres humanos, siendo este otro de los motivos para evitar el consumo de este pescado. Pero a juzgar por lo que se ve en el siguiente vídeo, los consumidores no están bien informados y no parecen estar preocupados por los riesgos del salmón.
De momento, el Gobierno chileno ha dado 10 días a la compañía noruega Marine Harvest para que dé explicaciones de lo que ha ocurrido y poner en marcha un plan de contingencia, de los 800.000 salmones que se han escapado, se han recuperado hasta el momento 200.000. Por su parte, Greenpeace alerta de un desastre medioambiental con consecuencias muy graves e imprevisibles para la zona.
Hay algunas cuestiones que hay que destacar de este hecho, la explotación de salmón apenas lleva un año funcionando y ya se ha presentado una emergencia muy importante, lo que delata que las normas de seguridad y de impacto ambiental que no se están cumpliendo. Otra cuestión a destacar, ¿por qué una empresa noruega que tiene conocimiento del riesgo de utilizar un exceso de antibióticos (en su país se utilizan 0’17 gramos anuales por tonelada de salmón) abusa de forma indiscriminada del fármaco en Chile?
La explicación es que los peces están siendo atacados por una enfermedad bacteriana hemorrágica conocida como piscirickettsiosis o síndrome de Huito, responsable de causar enormes pérdidas económicas al cultivo de peces salmónidos del país. Quizá, sabiendo la empresa que existía ese problema, no debería haber iniciado el negocio en aguas chilenas, pero parece que importan poco las consecuencias y mucho el aspecto económico, ya que, aunque los fármacos utilizados no son tomados por los seres humanos, este abuso en los peces podría provocar que las secuencias de ADN que protegen a las bacterias de los antibióticos les protegieran de otros fármacos que sí utilizan los seres humanos.