Hace unas semanas nos hacíamos eco de una investigación realizada por la publicación digital The Guardian en la que se ponían al descubierto las malas prácticas de la industria avícola del Reino Unido. La investigación se centró en dos de las principales empresas que abastecen de pollo, sea fresco o para platos preparados, a varias cadenas de supermercados del país, de sus resultados se puede deducir por qué la presencia de bacterias Campylobacter se ha detectado en dos tercios del pollo fresco que se comercializa en el Reino Unido.
Pues bien, hoy conocemos los primeros resultados de un estudio que está realizando la FSA (Food Standards Agency), Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido, sobre un estudio que se puso en marcha el pasado mes de febrero con la finalidad de evaluar el nivel de bacterias Campylobacter presente en los pollos que se comercializan en distribuidores al por menor, pequeñas tiendas y carnicerías. Los datos preliminares muestran que existe una elevada contaminación de Campylobacter en los pollos del Reino Unido, casi el 60% de los pollos que se comercializan en el país están contaminados por la bacteria.
El estudio puesto en marcha por la FSA se prolongará hasta febrero de 2015, en este periodo se va a realizar un análisis de 4.000 muestras de pollos enteros adquiridos en los establecimientos antes indicados. Hasta el momento se han analizado 853 muestras, y se han dado a conocer los resultados obtenidos hasta el momento, resultados que corroboran las malas prácticas de la industria avícola del país y la necesidad de poner en marcha controles estrictos para mejorar la seguridad alimentaria con este alimento.
Según la FSA, el 59% de las muestran han dado positivo por la contaminación de Campylobacter, una de las principales causas de intoxicación alimentaria en los países desarrollados. La contaminación no afecta únicamente a la carne de las aves, también han detectado la presencia de la bacteria en el exterior de los envases que contienen la carne de pollo. La EFSA explica que la intoxicación alimentaria por esta bacteria es una de las más comunes en el Reino Unido y afecta a unas 280.000 personas cada año, en la mayoría de casos la causa ha sido comer carne de pollo contaminada. El problema es grave ya que durante la última década se ha incrementado considerablemente el número de personas que enferman por esta razón, pero parece que la FSA ha tardado en reaccionar.
La FSA se ha dedicado a proporcionar consejos sobre la correcta manipulación de la carne de pollo, podemos recordar por ejemplo la campaña ‘No laves el pollo‘, y los consejos sobre manipulación y cocción para evitar el riesgo de contaminación por el género de bacilos Campylobacter. De este género de bacterias se conocen al menos una docena de especies implicadas en enfermedades humanas, de ellas, la especie Campylobacter jejuni es una de las principales causas de toxiinfección alimentaria en los países desarrollados. Anteriormente al análisis que se está llevando a cabo, ya se habían realizado muestreos que indicaban que dos tercios de las aves crudas estaban contaminadas por esta bacteria, pero ahora los resultados son oficiales y mucho más precisos.
La agencia de seguridad explica que la investigación que están llevando a cabo es una parte importante del trabajo que se está realizando para hacer frente a la presencia de Campylobacter, es muy importante tener una idea clara y datos precisos sobre la prevalencia de la contaminación en la carne de pollo cruda que se comercializa al menudeo, así como medir el impacto de las intervenciones de productores, procesadores y minoristas para reducir la contaminación. En este sentido podemos decir que la intervención es pésima y así se mostraba en el reportaje de investigación realizado por The Guardian. Con este estudio la FSA pretende conocer el alcance de la bioseguridad en las explotaciones avículas y si las intervenciones que se realizan tienen un impacto positivo en la reducción de la presencia de la bacteria.
La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido explica que el bajo nivel de contaminación detectado en los envases es un indicador de la eficiencia de estos envases a prueba de fugas de bacterias, lo que contribuye a reducir el riesgo de contaminación cruzada. La FSA parece pretender sacar conclusiones positivas donde no las hay, recordemos que Erik Millstone, profesor de la seguridad alimentaria en la Universidad de Sussex, ha condenado el proceder de la FSA en relación a los controles que se realizan y los informes que se liberan, asegura que gobierno e industria alimentaria ejercen una gran presión sobre la agencia para que sólo proporcione mensajes tranquilizadores y sobre todo, no decir nada que pueda provocar una nueva crisis alimentaria.
La FSA reconoce que queda mucho por hacer en todos los eslabones en la cadena alimentaria para que los consumidores puedan comprar los alimentos con total confianza, asegura que tan pronto como tengan disponibles nuevos datos sobre este tema, los compartirán con los consumidores. La organización de consumidores Which propone a la FSA una acción que podría ayudar a cambiar la situación, pide que se den a conocer todos los nombres de los minoristas que comercializan el pollo contaminado, como un modo de obligarles a que tengan cura del producto que ofrecen, aunque da la impresión de que la agencia no va a tener en cuenta esta petición.
Por su parte, la FSA sigue proporcionando los mismos consejos para evitar la intoxicación alimentaria, no lavar el pollo, limpiar correctamente los utensilios utilizados en la manipulación del pollo, tablas de cortar, tijeras, etc., cocinar correctamente el pollo evitando que pueda quedar crudo, almacenarlo correctamente en la nevera evitando que pueda producirse una contaminación cruzada, etc.
En fin, no es una buena idea comprar pollo en el Reino Unido, este es el consejo que le daríamos a los españoles y a todos los que viven allí, el riesgo de sufrir una intoxicación alimentaria es demasiado elevado. Como decíamos, es un problema que se arrastra desde hace años y la FSA poco ha hecho para solucionarlo, quizá ahora, tras tantos escándalos alimentarios, se ponga las pilas y actúe como cabría esperar. Podéis conocer más detalles sobre los primeros datos del estudio a través de la página oficial de la FSA.
Foto | Hectorir