Un nuevo informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) realiza un análisis del uso del plástico en los sistemas alimentarios, siendo el primer informe de carácter internacional que trata sobre este tema. En el documento se destaca lo bueno, lo malo y lo feo del uso del plástico en la agricultura, pero pesa mucho más lo malo y feo que lo bueno, ya que entre algunas de las conclusiones se apunta que el uso de este material es una amenaza para la seguridad alimentaria.
Según el informe “Evaluación de los plásticos agrícolas y su sostenibilidad: un llamado a la acción”, el plástico se utiliza de un modo irracional en la agricultura, amenazando la seguridad alimentaria y también la salud humana. Se destaca que la contaminación por microplásticos de las tierras de cultivo es mayor que la que sufren los océanos, siendo imperioso mejorar la gestión de esos millones de toneladas de plástico que se utilizan cada año en los sistemas agrícolas y alimentarios.
Recordemos que en el año 2016 hablábamos de una investigación del Instituto Noruego de Investigación del Agua (NIVA), cuyos resultados alertaban de la presencia de microplásticos en los suelos agrícolas. Este trabajo se realizó debido a que hasta la fecha, los ecosistemas marinos habían centrado la atención de las investigaciones por la presencia de microplásticos y nanoplásticos, pasando por alto que estos materiales también estaban presentes en la tierra. El nuevo informe de la FAO amplia esta información y da una idea más nítida sobre este grave problema ambiental de proporción mundial.
Merece la pena recordar que hasta hace poco no se sabía si los microplásticos y nanoplásticos podían afectar a la salud humana, pero recientes investigaciones han demostrado que estos materiales sí pueden ser peligrosos. Se puede citar la investigación realizada este año por expertos de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos), que concluía que microplásticos y nanoplásticos afectan a las células pulmonares humanas alterando su forma y desacelerando su metabolismo. En una investigación anterior realizada por la Universidad de Utrecht se concluía que las partículas plásticas provocaban que las células inmunes murieran poco después de fagocitar estos materiales, algo que no ocurre si fagocitan microorganismos u otros cuerpos extraños.
A medida que se realizan nuevas investigaciones se descubre que las partículas de plástico son más peligrosas de lo que se creía, recordemos que la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) consideraba poco probable que estos materiales fueran perjudiciales para los consumidores, aunque reconocía que había poco conocimiento sobre esta cuestión. Poco tiempo después y a raíz de nuevos estudios, decidió poner en marcha una evaluación de los riesgos para los consumidores por la presencia de microplásticos y nanoplásticos en los alimentos marinos, de la que todavía no tenemos datos.
En el informe se reconoce que el plástico es beneficioso para la protección y producción de alimentos, sean bolsas de riego, bolsas para proteger alimentos y árboles, plásticos de invernadero, películas de mantillo de plástico agrícola con agujeros, y así un largo etcétera. Lo cierto es que el uso de este material se ha generalizado y lamentablemente, en muchos casos se trata de plástico de un solo uso, así que una vez que ha cumplido su cometido, se quema, se entierra, etc., como si no ocurriera nada. Hay que tener en cuenta que la demanda de plásticos agrícolas crece año tras año, por lo que el problema se agrava más y más requiriendo total atención.
El plástico se descompone convirtiéndose en microplásticos y nanoplásticos que en muchos casos contienen aditivos y otros elementos químicos que resultan perjudiciales para la vida humana y la vida silvestre, e incluso pueden ser portadores de microrganismos patógenos, lo que nos da una idea de hasta qué punto pone en peligro la cadena alimentaria. El riesgo es real, basta con tomar como referencia la investigación realizada por expertos de la Universidad Estatal de Arizona, en la que se concluía que microplásticos y nanoplásticos están presentes en órganos y tejidos humanos, siendo el primer estudio que evaluó la acumulación de partículas plásticas en el organismo.
Según los datos obtenidos, las cadenas de valor agrícolas utilizan cada año unos 12,5 millones de toneladas de productos plásticos, y unos 37,3 millones de toneladas se utilizan en el envasado de alimentos. La agricultura y la ganadería son los sectores que más plástico utilizan con 10,2 millones de toneladas anuales, le sigue la pesca y la acuicultura con 2,1 millones de toneladas y la silvicultura con 0,2 millones de toneladas. Asia es el continente que más plásticos utiliza en la producción agrícola, llegando a representar casi el 50 del uso a nivel mundial.
Hablando de lo bueno, el documento apunta que en la actualidad el plástico ayuda en la productividad y reduce las posibles pérdidas y desperdicio alimentario, mantiene las cualidades nutricionales de los alimentos, proporciona un microclima que mejora el crecimiento, protege plantas y árboles pequeños del daño de los animales, etc. Sin embargo, el precio que se paga puede ser alto, cuando los plásticos dejan de ser útiles se convierten en un problema, ya que dada su composición es difícil de clasificar y reciclar, de ahí que se desechen de las formas antes citadas y se conviertan en microplásticos y nanoplásticos que estarán presentes en los suelos durante muchos años.
La FAO advierte que ante la ausencia de alternativas viables, la demanda de plástico en la agricultura aumentará año tras año y así se refleja en los datos de producción y venta de plástico en el sector de la producción alimentaria. El informe es una llamada a la acción para facilitar las buenas prácticas de gestión y frenar el uso desastroso de plásticos en los sectores agrícolas, pero también debe ser una motivación para el desarrollo de propuestas que sean más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Se recomienda poner en marcha un código de conducta voluntario integral que cubra todos os aspectos de los plásticos a lo largo de las cadenas de valor agroalimentarias, pero ya sabemos que el carácter voluntario no sirve de mucho. Se recomienda más investigación sobre el impacto de los materiales plásticos en la salud, algo que ya se está realizando desde hace pocos años, pero queda mucho por investigar.
Se trata de un documento de gran interés que nos ilustra un poco más sobre el uso e impacto del plástico en los sistemas alimentarios, podréis conocer todo su contenido a través de este enlace (Pdf).