Un restaurante neoyorkino asegura que el servicio es más lento a causa del uso que hacen los clientes de de su teléfono móvil. El establecimiento se define como popular entre lugareños y turistas, el número de clientes que sirven a diario no ha variado en los últimos 10 años, sin embargo, y a pesar de haber tenido que contratar personal y hacer cambios en el menú, la queja más común era la lentitud del servicio, y no sólo en este restaurante, parece que la queja se traslada a otros locales de la ciudad de Nueva York.
A raíz de las múltiples quejas decidió contratar a una empresa para investigar las razones, gracias a algunas grabaciones antiguas del sistema de vigilancia, pudieron comparar los servicios que realizaban hace años y los que ofrecían actualmente, la diferencia era el uso del móvil que durante los últimos años se había incrementado, según explican, parece que ahora los comensales tardan mucho más en abandonar la mesa del restaurante y la conclusión es que el uso de los teléfonos móviles ralentiza el servicio. En las comparativas realizadas con los tiempos de servicio de años atrás y en la actualidad, se ha podido comprobar que antaño se tardaba una hora en realizar el servicio de una mesa y actualmente casi dos horas.
Se han analizado los tiempos para acomodar a los comensales, ofrecerles la carta o el menú, tomar nota de los platos, servirlos e incluso el tiempo que los clientes tardan en pagar la cuenta. Se analizaron 45 transacciones del año 2004 y se calculó el tiempo medio utilizado en cada una de las cuestiones antes citadas. También se analizó cómo respondía la cocina y el servicio de sala, destacando que era un servicio rápido y que los camareros estaban atentos a las necesidades de los comensales. Se sumaron todos los tiempos incluidos los 5 minutos que tardaba un comensal en recibir el ticket, pagar e irse, el tiempo medio total era de 1’05 horas.
El siguiente paso era analizar qué ocurría en la actualidad, parece ser que los clientes, incluso antes de sentarse, ya están pendientes del teléfono, unos hacen fotografías, otros quizá consultan las redes sociales o realizan otras actividades, los responsables de la investigación sólo pueden constatar que estaban utilizando el smartphone pero no saben qué hacían exactamente. Parece ser que algunos clientes ya perdían tiempo al solicitar ayuda a los camareros para poder conectar al Wi-Fi del establecimiento. Una vez acomodados, la mayoría de los comensales pedían al camarero que esperara un poco mientras abrían la carta y continuaban utilizando el teléfono móvil, cuando el camarero vuelve para tomar nota le piden de nuevo un poco más de tiempo.
Como apunte merece la pena recordar que también se da el caso contrario, algunos restaurantes de Estados Unidos promueven el uso de Instagram y no parece que les importe lo que se tarde en realizar las fotografías. Consideran que es una acción promocional beneficiosa, los comensales se convierten en embajadores de sus cocinas.
Finalmente se realiza la comanda, el tiempo medio desde que se sentaron los clientes hasta que pidieron el menú fue de unos 21 minutos. Explican que los platos se servían relativamente rápido, aunque evidentemente los más complejos tardaban un poco más. Cada plato servido era fotografiado con los teléfonos móviles, también se toman fotos entre comensales con la comida que tienen delante, etc. Las fotografías se revisan, se realizan otras si las primeras no han salido bien, se supone que se compartirán en las redes sociales…
Algunos comensales piden que se les vuelva a calentar la comida ya que se ha enfriado, si no se hubieran distraído con sus quehaceres en el teléfono esto no hubiera ocurrido según comentan los dueños del restaurante. A los camareros también se les pide que hagan de fotógrafos, en el caso de grupos que quieren inmortalizar juntos su vista al establecimiento, si no están satisfechos con la foto realizada vuelven a pedirle al camarero una nueva foto. A la hora de pagar la cuenta e irse, los comensales tardan más, 15 minutos más que en el año 2004.
El caso es que sumando todos los tiempos, la media es de 1’55 horas, casi una hora más que en el año 2004. Los clientes que no utilizan el teléfono móvil sufren en parte las consecuencias, ya que los camareros no pueden atenderlos a su debido momento. En definitiva y según hemos podido leer aquí, el uso del smartphone ha afectado seriamente al buen curso de este establecimiento del que no han proporcionado su nombre, quizá por temor a que los clientes decidan no ir al leer el artículo. Posiblemente sería una buena idea retomar la fórmula de ofrecer descuentos si no se utiliza el teléfono móvil en los restaurantes, a la larga se ganaría tiempo y dinero ya que las mesas rotarían más.