El Acuerdo Integral de Economía y Comercio (CETA) entre Europa y Canadá es un riesgo para la seguridad alimentaria, así lo considera The Council of Canadians (Consejo de los Canadienses), organización sin ánimo de lucro y de carácter independiente fundada en 1985, que trabaja para impulsar el comercio justo, la energía respetuosa con el medio ambiente, la calidad de la salud pública, etc. Recordemos que CETA es un tratado de libre comercio que tras 10 años de negociaciones, fue firmado en 2014, dicho acuerdo debe ser ahora aprobado por el Consejo de la Unión Europea y el Parlamento Europeo y previsiblemente entrará en vigor este año.
Con el tratado CETA ocurre como con el TTIP (Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos), puede tener consecuencias negativas para la salud y el medio ambiente, la razón es que la normativa canadiense es mucho menos estricta que la europea. The Council of Canadians explica que la historia muestra que los acuerdos comerciales que armonizan normas y regulaciones, suelen reducir la seguridad alimentaria a un común denominador, suponiendo un importante impacto en los alimentos y en cómo éstos serán regulados, por lo que en este caso se comprometerán los estándares y normativas de la Unión Europea.
La organización canadiense identifica algunos riesgos asociados a este tratado, en su informe explica que las normas de bienestar animal son menos exigentes en Canadá, no existen sanciones por el incumplimiento de los códigos de conducta voluntarios para el bienestar animal. Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, en la industria alimentaria las regulaciones voluntarias no suelen funcionar. Apenas hay vigilancia de los productores cárnicos que bajo la presión del mercado, incrementan las producciones y comercializan los productos a precios más reducidos. Con el tratado, el país exportaría la carne producida con las condiciones citadas y los productores comunitarios se verían obligados a competir con estas prácticas, que aunque más baratas, son menos humanas.
Sobre los pesticidas neonicotinoides, la organización canadiense advierte que están relacionados con la muerte de millones de abejas en todo el mundo, de hecho, la UE ha prohibido algunos productos químicos que los contienen después de que la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) emitiera un dictamen en el que se concluía que afectaban de forma negativa a las colonias de polinizadores. En Canadá, en cambio, todavía están estudiando el tema y los productos que contienen neonicotinoides siguen comercializándose libremente.
Hablando del glifosato, componente activo de herbicidas como el Roundup de Mosanto, como sabemos no se llegó a un acuerdo para la ampliación del permiso de uso en suelo comunitario, lo que obligo a la CE a aprobar de forma unilateral su uso por un periodo de 18 meses, hasta que se concluya la investigación que está llevando a cabo la ECHA (Agencia Europea de Sustancias Químicas) sobre su seguridad. The Council of Canadians comenta en su informe que la armonización de normas fruto del CETA, podría cambiar las reglas sobre los niveles de los residuos presentes en los alimentos, dar ventajas comerciales a las grandes compañías y quizá el acuerdo sería determinante para que se renovara el permiso de uso.
Con el tratado se acaban las pequeñas explotaciones, que serán reemplazadas por las explotaciones industriales. La organización explica que el Tratado de Libre Comercio de Canadá con América del Norte permitió que las exportaciones agrícolas se triplicaran en dos décadas, sin embargo, aunque el volumen de ingresos se incrementó considerablemente, los ingresos netos cayeron más de la mitad durante ese periodo, paralelamente las deudas de las explotaciones agrícolas se incrementaron llegando a duplicarse, algo que provocó la desaparición de muchas explotaciones familiares. Ahora, el grueso de la producción se concentra en grandes explotaciones agroindustriales. Con el Acuerdo Integral de Economía y Comercio entre Europa y Canadá, seguirán desapareciendo explotaciones en Canadá, y se iniciará la desaparición de pequeñas explotaciones en la UE, pequeños agricultores que dependen de su trabajo en la agricultura serán los más afectados.
Si el CETA se ratifica, la UE aumentará las importaciones de carne de vaca, cerdo, pollo, etc., procedentes de Canadá, hay que apuntar que la legislación canadiense permite que algunas carnes sean lavadas y procesadas con agua clorada, método utilizado para eliminar los microorganismos patógenos que está prohibido en la Unión Europea. Según algunos estudios realizados en Dinamarca, Reino Unido y Finlandia, son muy pocos los consumidores que aceptan que la carne esté tratada con productos químicos, la mayoría no quiere que se lave la carne de pollo ni otros tipos de carne con productos químicos como el cloro, ya que consideran que sería una amenaza para la seguridad alimentaria y así está contemplado en la regulación Comunitaria. The Council of Canadians explica que en el año 2013 la UE eliminó la prohibición de aclarar la carne de vaca con ácido láctico como signo de buena voluntad antes del comienzo de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, esto demuestra que la UE tiene la voluntad de rebajar sus estándares de seguridad en ciertas áreas para facilitar los acuerdos comerciales.
En Canadá está permitido el uso de la ractopamina, un fármaco que estimula el crecimiento de los animales, sin embargo, este fármaco está prohibido en la UE y en muchos otros países del mundo debido a la preocupación existente sobre el impacto que puede tener en la salud humana. La carne de vacuno, pavo y cerdo que se importará desde la Canadá a la UE contendría residuos de ractopamina, lo que supone un riesgo para los consumidores europeos.
Si hablamos de aditivos alimentarios, Canadá cuenta con 15 listas de aditivos alimentarios permitidos, edulcorantes, conservantes, etc. En el caso de los colorantes, se permite que se identifiquen en las etiquetas alimentarias con un nombre genérico común, en este sentido hay que destacar que algunos pigmentos alimentarios permitidos en Canadá, no están permitidos en la Unión Europea. Dado que lo que se pretende es facilitar las transacciones comerciales y que los requisitos de etiquetado son más estrictos en la UE, es posible que se desarrolle una cooperación reguladora a fin de alcanzar un acuerdo utilizando estándares de seguridad menos exigentes.
En el informe de The Council of Canadians, que podéis leer a través de este enlace (Pdf), se tratan varios temas que muestran que el tratado CETA supone un riesgo para la seguridad alimentaria de los consumidores europeos, para las pequeñas explotaciones agrarias, para las Denominaciones de Origen por la falta de protección en el marco del acuerdo, etc. El Consejo de los Canadienses quiere que los europeos conozcan cuáles son las regulaciones canadienses y cómo difieren de las de la UE, considerando que las regulaciones comunitarias podrían rebajarse para facilitar el acuerdo, lo que supondría un gran paso atrás en materias como la seguridad alimentaria.