La emisión del programa de televisión ‘Salvados’ de Jordi Évole que pudimos ver hace un par de años con el título ‘Stranger Pigs’, y cuyo cometido era mostrar a los espectadores lo que había detrás de la industria cárnica, tuvo un gran impacto, levantando ampollas y malestar en la industria cárnica y en las administraciones que se encargan de vigilar que el sector cumpla las normas. A partir de ese momento, la industria se movilizó e INTERPORC (Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca) puso en marcha el sello ‘Compromiso Bienestar Certificado’ con el propósito de dar respuesta a las necesidades de los consumidores en materia de bienestar animal, sello al que se han sumado las interprofesionales ASICI, INTERCUN, INTEROVIC, PROPOLLO y PROVACUNO.
Según las últimas noticias de INTERPORC, más del 60% del sector porcino ya se ha acogido a este sello y se espera que en poco tiempo todo el sector lo aplique, ya que es una necesidad hacer saber a la sociedad que el sello avala las buenas prácticas de esta industria. Pues bien, hoy conocemos un análisis realizado por el veterinario Alfonso Senovilla, en el que se concluye que el sello ‘Compromiso Bienestar Certificado’ de INTERPORC es un simple lavado de imagen. Según el veterinario, el sello implica que se cumple con el “Reglamento Técnico de Bienestar Animal y Bioseguridad INTERPORC ANIMAL WELFARE SPAIN”, reglamento que, a su juicio, no asegura el bienestar de los animales evaluados por él.
El veterinario explica que el sector porcino está cada vez más preocupado por mejorar su imagen frente a los consumidores, en relación a las condiciones de vida de los animales en las explotaciones ganaderas. Los consumidores rechazan las situaciones de maltrato animal, la forma en la que se confinan en las granjas, el trato que reciben, la forma en la que se transportan y sacrifican, toda una serie de cuestiones asociadas al ritmo de producción e incompatibles con lo que significa bienestar animal. Por ello, se puso en marcha una gran campaña de marketing para lavar la imagen, se crearon certificados que, en teoría, garantizan el cumplimiento de unas normas mínimas de bienestar en las diferentes fases de producción, etc.
Alfonso Senovilla argumenta que se trata de normas insuficientes que no obligan a hacer más de lo que ya obliga la propia legislación, queriendo mostrar una falsa apariencia de bienestar que ha sido avalada por técnicos, empresas y asociaciones que están vinculadas al sector, por lo que innegablemente existe un conflicto de intereses. Obtener el sello que ha creado la propia industria parece simple, basta con que se cumpla con unos porcentajes que se consideran elevados, en situaciones que atentan contra el bienestar animal.
En el análisis del veterinario se apunta que el reglamento mencionado marca como criterio de aceptación que un 20% de los animales tenga dificultad respiratoria para poder alcanzar la máxima puntuación, estas dificultades están causadas por diferentes tipos de procesos neumónicos, algunos muy dolorosos para los animales. Por tanto, se permite que uno de cada cinco animales sufra estos problemas y, a pesar de ello, se pueda recibir la máxima puntuación en materia de bienestar animal.
Se otorga la máxima puntuación asociada al sello a aquellas explotaciones en las que un 5% de los animales tienen prolapsos rectales o uterinos. Se trata de una protuberancia de tejido que causa gran dolor a los animales, sobre todo cuando se producen roces con otros animales o con los materiales de la granja. Otros cerdos pueden morder estas partes afectadas provocando heridas, dolor y malestar a los animales enfermos. Para el veterinario, permitir dicho porcentaje es incompatible con la garantía de bienestar animal.
Se permite la castración de los cerdos sin que sea necesario utilizar algún tipo de anestesia o analgesia en animales de hasta 7 días de vida, salvo en animales para la producción de productos tradicionales que están acogidos a las normativas DOP, IGP o ETG. Para el veterinario es una discriminación y una clara ausencia de bienestar animal. A esto hay que sumar que tanto la castración como el corte del rabo o raboteo para evitar que los propios cerdos se muerdan unos a otros las colas, y el recorte de dientes o descolmillado para que, en teoría, no dañen las ubres de sus madres al mamar, pueden ser prácticas realizadas por personal no cualificado.
No existe ningún problema en los métodos de aturdimiento utilizando CO2, ciñéndose a lo que permite la legislación. En su momento (hace 20 años) la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) determinó que era necesario actualizar la legislación comunitaria y eliminar progresivamente el uso de dióxido de carbono para cerdos, la razón es que este método de aturdimiento causa a los cerdos angustia severa durante un periodo máximo de 90 segundos. El veterinario se muestra sorprendido de que un Reglamento Técnico que pretende mejorar el bienestar de los animales, siga permitiendo esta práctica especialmente cruel con los cerdos.
Sobre el transporte de los animales a los mataderos para su sacrificio, se considera que no hay mejora significativa de bienestar animal y no protege a los animales más allá de lo que marca la ley. En el informe del veterinario se explica que “El transporte de los cerdos es realizado por transportistas autorizados y con certificado de competencia en bienestar animal”, pero los certificados se pueden conseguir sin una formación adecuada y sin evaluación práctica de los conocimientos adquiridos. No se mejora el reglamento del transporte de animales que fue aprobado hace 15 años en cuanto a densidad y formación del personal encargado.
Se permite que las cerdas que se destinan a la reproducción permanezcan en cubículos individuales hasta 28 días después de la cubrición y todo el tiempo que dure la lactación, es decir, teniendo en cuenta el sistema de explotación y que se producen unos 2’4 partos de media al año, las cerdas pueden permanecer enjauladas en cubículos durante 5 meses al año, sin tener apenas espacio para moverse, aquí también brilla por su ausencia el bienestar animal.
Hay otros puntos a tener en cuenta que demuestran que el cumplimiento del reglamento para obtener el sello no asegura el bienestar de los animales. Algunas situaciones son aceptadas por este reglamento, otorgando la máxima puntuación a pesar de que existe una clara situación de maltrato animal. Alfonso Senovilla comenta en sus conclusiones (Pdf), publicadas en la página de la organización Igualdad Animal, que el Reglamento Técnico responde a una operación de marketing de un sector que está directamente afectado por la mayor concienciación de los consumidores y la sociedad en general en materia de bienestar animal, no existiendo un interés real por mejorar la situación de los animales.
Seguramente no tardaremos en conocer la respuesta a este informe por parte de INTERPORC y de otras organizaciones relacionadas con la producción animal para la alimentación humana.
Foto 2 | Helgi Halldórsson