Jamie Oliver y la organización Sustain lograron forzar el debate sobre el impuesto de las bebidas azucaradas en el Parlamento del Reino Unido, gracias a la petición lanzada para recoger firmas pidiendo la introducción de dicho impuesto para proteger la salud de la infancia. Aunque la fecha de vencimiento de esta petición fue establecida para el 26 de febrero de 2016, bastaron tan sólo unos días para reunir más de 122.000 firmas, algo que propició que el Parlamento tuviera que debatirla en un corto plazo de tiempo. Pues bien, ya sabemos cuál es el resultado del debate, el Reino Unido no introducirá el impuesto de las bebidas azucaradas y propone otras alternativas para hacer frente a la obesidad infantil.
Parece que la Federación de Alimentos y Bebidas (FDF) se ha salido con la suya, de hecho, da la impresión de que ya conocía cual sería el resultado del debate. Recordemos que sus representantes manifestaron que se alegraban de llevar el debate sobre la introducción del impuesto al Parlamento del Reino Unido, parece que estaban convencidos de que el argumento de la industria tendría más peso que el de Sustain y Jamie Oliver.
La FDF aseguraba que un impuesto no era la medida más adecuada para luchar contra la obesidad infantil y manifestaba que esta opinión la compartía el Departamento de Salud del país. Obviando todos los estudios que muestran los riesgos del consumo excesivo de azúcar, Ian Wright, Director general de la FDF, aseguró que era el momento de llevar a cabo un debate sobre la salud a nivel nacional basado en la ciencia y en las evidencias, hablando siempre de los refrescos y bebidas azucaradas.
Como ya explicábamos en su momento, si se debía hablar sobre hechos había que recordar que un refresco aporta unas 10 cucharaditas de azúcar, lo que supone superar el 100% de la ingesta diaria recomendada de azúcar. Por otro lado, la OMS (Organización Mundial de la Salud) explica que con un consumo de azúcar que no supere el 5% del total de calorías ingeridas al día (un 5% equivale a unas 6 cucharaditas de café o a unos 25 gramos de azúcar para un adulto), se apreciarán beneficios notables en la salud.
El Gobierno británico a través del Departamento de Salud, ha manifestado que no tiene ninguna intención de gravar los refrescos y bebidas azucaradas, es más, se ha comprometido a paralizar la puesta en marcha de varios impuestos que tenía sobre la mesa, para evitar el aumento del coste de la vida y promover la productividad y el crecimiento económico en el país. El Gobierno considera otras medidas para luchar contra la obesidad infantil, pero no las dará a conocer hasta finales de año, quizá todavía no tienen muy claro qué hacer, ya que anteriormente han puesto en marcha otras iniciativas y todas han fracasado.
Por supuesto, el Director general de la FDF ha celebrado la decisión explicando que un impuesto de estas características habría afectado especialmente a las familias con ingresos económicos limitados y no se mejoraría la salud, por sus palabras da la impresión de que las familias con menos recursos son las que más refrescos y bebidas azucaradas consumen. Recordemos que en la petición de Jamie Oliver y Sustain se pedía gravar con un impuesto de 7 peniques las latas de refrescos de 33 centilitros y con 20 peniques las bebidas azucaradas que se comercializan en formato de 1 litro. Quizá sea verdad que un impuesto de este tipo no sería la medida más efectiva, por lo que en su lugar se podría considerar reducir el coste de los alimentos saludables, una opción que ha sido probada y con la que se han obtenido buenos resultados. Un ejemplo a citar es la investigación llevada a cabo por RAND y de la que os hablábamos en este post.
Ian Wright asegura que las empresas de alimentos y bebidas están concienciadas con el problema de la obesidad y están comprometidas con la reformulación de sus productos para hacerlos más saludables, llevan a cabo reducciones del tamaño de las porciones, desarrollan marketing responsable y realizan intervenciones comunitarias. Por otro lado y según leemos aquí, argumenta que un impuesto como el que se pretendía introducir no haría más que dañar la productividad y la inversión en el país, considera que la lucha contra la obesidad debe llevarse a cabo a través de una asociación nacional en la que esté involucrada el Gobierno, las instituciones de salud, las escuelas, los establecimientos comerciales, los productores de alimentos y bebidas, etc.
En su momento Jamie Oliver introdujo un ‘impuesto’ en sus restaurantes como protesta por la negativa reiterada del Gobierno de su país para gravar las bebidas azucaradas, ¿qué hará ahora?, ¿retirará el impuesto de los refrescos de sus restaurantes?, ¿qué sucedería si creara una petición para subvencionar parte del precio de los alimentos saludables?.
Foto | Guillermo Moratalla