No estamos descubriendo nada si decimos que por buscar la comodidad (se podría entrecomillar), se está perdiendo el gusto, y hablamos del sentido, del sabor que proporcionan los alimentos que se presentan con ciertas ventajas para quien no tiene tiempo o prefiere no emplearlo en la cocina. No vamos a hablar sobre precocinados, es un tema muy manido aunque no deja de ser interesante, vamos a hablar de queso.
A veces, pasear por un hipermercado y contemplar todo lo que hay en los lineales puede compararse con cualquier otra actividad lúdica, ir a una exposición, ir al zoo a conocer animales exóticos… en las grandes superficies de alimentación, si te dedicas a descubrir todo lo que ofrecen, te sorprendes sobre todo por la preocupación que tienen de ‘hacer la vida más fácil’. Y tenemos un poco de temor a que la respuesta de la población sea responsable de que algún día, comprar el queso entero o al corte, sólo sea posible en algunos pequeños comercios.
Sí, quizá exageramos un poco, pero a algún producto habrá que quitar espacio en los hipermercados para dar cabida a tanto queso precortado, rallado, molido e incluso ya fundido, ¿sabíais que hay fondues que no necesitan fundir?, ya son semilíquidas, sólo hay que calentar el recipiente en el microondas durante tres minutos para saborear… vete tú a saber qué. Este fue nuestro último descubrimiento en el hipermercado, acompañado de un batallón de quesos de todo tipo, presentados en distintos formatos, muy bien envasados pero en parte, desprovistos de sabor.
Igual que sucede con las especias (bayas, semillas vs molidas), si se compra el queso cortado, rallado o molido pierde sabor, el que ofrecerá en su degustación no será el mismo que si tenemos una pieza, que no necesariamente debe ser entera, y lo cortamos, rallamos o molemos justo antes de utilizarlo o servirlo.
Es natural, cualquier alimento desprovisto de su piel o corteza exterior, está expuesto a agentes que participan en su degradación. Si ya cuando compramos un cuarto o medio queso, es interesante que sea recién abierto para asegurarnos que no lleva días así (aunque no siempre es posible), imaginad un queso rallado cuya superficie está totalmente expuesta al aire, al plástico, a la luz, esto afecta a los lípidos y le ayuda a desarrollar sabores no deseados.
Todos hemos comprado quesos rallados, y en muchos casos nos ha resultado útil, pero es interesante reconocer y ser conscientes de que estamos comprando comodidad y un producto que ofrecerá una calidad inferior a lo que estamos cocinando. Quizá, porque hemos crecido conociendo el queso rallado, no habíamos prestado tanta atención a este tema, pero es que cada vez abundan más las bandejas de queso precortado, una labor que en la cocina puede representar una dedicación de un minuto para cortar ¿30 lonchas?.
Si nos estamos volviendo más gourmets, o lo que es lo mismo, queremos recuperar los sabores de los que han disfrutado nuestros padres, abuelos y mayores, no hace falta que, hablando de queso, cuidemos de un rebaño y elaboremos el producto, pero comprémoslo en las condiciones que mejores cualidades nos van a ofrecer. Además, qué mejor excusa para dar uso a ese juego de cortadores de queso que tenéis guardado en el cajón…
Foto | Dvortygirl