Una de las cadenas de supermercados más importantes del Reino Unido (Wm Morrison Supermarkets plc) ha advertido que cada vez resulta más complicado encontrar alimentos tradicionales e indica que existe el riesgo de que el precio de los alimentos podría subir si se rechazan los transgénicos. Esta es una de las razones por las que la cadena alimentaria ha relajado su política en materia de alimentos modificados genéticamente, es decir, permitir que los productores utilicen piensos transgénicos para alimentar al ganado y las aves que se comercializan posteriormente como alimentos en los supermercados. Desde Morrison se argumenta como ejemplo que el 70% de la soja que se produce en el mundo, es soja transgénica y este es el principal alimento que utilizan los productores para la alimentación de los animales.
Estas declaraciones van en una línea similar a las realizadas por las empresas estadounidenses opositoras al etiquetado de alimentos transgénicos, recordemos que en la lectura del post Legislación transparente e informativa sobre los alimentos transgénicos, podíamos saber que varias empresas aseguraban que el proyecto de ley de etiquetado transgénico obligaría a la industria alimentaria a aumentar los precios. Parece que se está dibujando una estrategia en la que, o aceptas los alimentos transgénicos o tendrás que pagar más.
Desde Soil Association, una organización sin ánimo de lucro creada en 1946 por agricultores, nutricionistas y científicos, que apoyan una relación directa entre la agricultura y ganadería ecológica con la salud y el respeto medioambiental, apuntan que se está dando un paso en una dirección equivocada. En este sentido, sería interesante retomar la lectura del post ¿Puede la agricultura ecológica alimentar al mundo?, en su lectura podíamos saber que en la comparativa del rendimiento de los alimentos convencionales y ecológicos, en estos últimos la producción era significativamente menor, sobre todo en lo que respecta a cereales. Por otro lado, también se indicaba que la diferencia de rendimiento no era tan significativa si se hablaba de otros alimentos.
Hemos mencionado alimentos convencionales, con respecto a los alimentos modificados genéticamente, la rentabilidad se incrementa sólo en los casos de plagas, recordemos que Pere Arús, investigador agroalimentario del IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria), hablando del maíz transgénico Mon 810, indicaba que era un 15% más productivo en aquellas zonas donde hay taladro, un insecto responsable de ser la mayor plaga que ataca al maíz en todo el mundo. Sin embargo, el experto también apuntaba que en condiciones normales donde no hay plaga, los alimentos modificados genéticamente no son más productivos, de ello hablábamos en Ventajas e inconvenientes de los alimentos transgénicos. Pero la realidad es que año tras año aumenta el número de países que los cultivan y se incrementan las hectáreas destinadas a dicha producción.
El crecimiento se ha acelerado especialmente durante los últimos cinco años, basta con dar un vistazo al post Mil millones de hectáreas destinadas a los alimentos transgénicos, para deducir que esto es algo imparable y que si no se cambia el rumbo a corto plazo, podría derivar forzosamente en aceptar los alimentos modificados genéticamente, dado que los cultivos tradicionales o ecológicos serían minoritarios y no podrían abastecer a la población.
Primero fue la cadena de supermercados del Reino Unido Asda, la que tomó la decisión de flexibilizar su postura frente a los alimentos modificados genéticamente, ahora ha sido la cadena Morrison la que ha tomado esta decisión, que por cierto, ha sido muy bien recibida por compañías biotecnológicas como Bayer Cropscience, su portavoz indicaba que estas decisiones están sujetas a la comprensión de la situación, las empresas alimentarias reconocen que la oferta de ingredientes alimentarios se reduce y supone un problema y una amenaza, algo que seguramente más de un lector cuestionará.
También ha hablado el director ejecutivo de Crop Protection Assotiation, una asociación que persigue la protección del suministro de alimentos utilizando las nuevas tecnologías alimentarias. El director indica que el cultivo de alimentos transgénicos se ha incrementado tanto que si la Unión Europea sigue en el camino de rechazarlos, provocará el encarecimiento de los alimentos, ya que para los fabricantes resultará más complicado cumplir los requisitos del etiquetado, quizá pretenden que se siga el ejemplo de Brasil, país que se podría convertir en el principal productor de alimentos transgénicos del mundo.
Al parecer, una encuesta realizada por Crop Protection Assotiation en el mes de marzo, muestra que los habitantes del país están cambiando de postura, un 58% de los encuestados aceptaría los transgénicos si con ello se reduce el uso de pesticidas, un 27% los acepta incondicionalmente y un 30% se opondría a estos alimentos, parece que pretende hacer creer que cada vez se acepta de mejor grado la alimentación con productos modificados genéticamente, algo que nos cuestionamos.
En el artículo de Food Manufacture nos explican que, de momento, la mayoría de empresas alimentarias se mantienen herméticas sobre la disposición de aceptar estos alimentos, curiosamente la FDF (Food and Drink Federation, Federación de Alimentos y Bebidas del Reino Unido), apoya el replanteamiento, es decir una política más flexible en torno a los alimentos transgénicos. Con la excusa de las dificultades para encontrar alimentos tradicionales y la posibilidad de subir el precio de los productos, se argumenta que es un momento oportuno para reabrir el debate sobre las nuevas tecnologías alimentarias. No nos extrañará que en los próximos meses, otras empresas se sumen a la decisión de Asda y Morrison.
Foto 2 | Peter Pearson