El pepino está de temporada, aromático, refrescante, crujiente, delicioso ingrediente para proporcionar a nuestros platos la frescura del verano. El pepino parece estar poco valorado, pero ¿qué sería de una receta de gazpacho o un salmorejo sin pepino?, ¿Y un Tzatziki?. Personalmente nos encanta esta hortaliza, fruto de la planta herbácea cucumis sativus, de la familia de las cucurbitáceas (como el melón, la calabaza, etc.).
El cultivo del pepino está tan extendido, que hay dudas sobre su procedencia, aunque ésta se le otorga a La India, donde cuentan que se cultivaba hace más de 3.000 años. Cuando el pepino llegó a Egipto, se convirtió en uno de los alimentos más valorados por los faraones, llegó a Grecia y a Roma y fueron éstos quienes mostraron que el pepino era un alimento terapéutico.
Actualmente podemos encontrar esta hortaliza en los mercados todo el año, está en el cuarto puesto de la producción mundial de hortalizas, pero es de junio a septiembre cuando está de temporada y encontramos los pepinos más frescos, aromáticos y ricos.
Los valores nutritivos del pepino se encuentran sobre todo en su piel, por eso se recomienda consumirlos bien lavados y sin pelarlos, la piel del pepino concentra la fibra y el beta caroteno (que se transformará en vitamina A cuando el organismo la necesitea).
El pepino es una excelente hortaliza que gracias a los antioxidantes cuida la piel, el cabello, las uñas, la vista… además es muy recomendado en las dietas de adelgazamiento por su alto contenido en agua, un 97%, apenas contiene carbohidratos, ni grasas y además es de fácil digestión.
Diurético y laxante por el contenido en agua y la fibra que ofrece la piel del pepino, es un buen aliado para regular la función intestinal. A pesar de no ser un alimento muy rico en nutrientes, proporciona bajos niveles de vitaminas del grupo B, E y C, y de minerales como el potasio, y en menor medida el fósforo y el magnesio, es un alimento muy saludable.
Hay unas veinte variedades de pepinos, pero los más comunes y habituales son el pepino corto o español, el pepino tipo medio largo o francés y el pepino largo u holandés, además de los utilizados para encurtidos.
El momento de consumir el pepino es cuando aún está verde, al madurar se torna amarillo blandengue y amargo. El amargor de los pepinos viene dado por las cucurbitacinas, además, algunas curcurbitacinas son tóxicas para los humanos, así que la agricultura ha ido seleccionando los frutos menos amargos para su cultivo.
Si encuentras que los pepinos que has comprado son amargos, hay algunos trucos para deshacerse de ese sabor, ya que las cucurbitacinas son solubles en agua. Basta con cortar el pepino en rodajas y dejarlo en remojo en agua salada. También hay quien corta las puntas del pepino y frota para sacar ese “jugo” blanquecino con el que indican que se va el amargor.
Los pepinos más dulces son los cortos, vamos a aprovechar sus propiedades para prepararnos ricas ensaladas, gazpachos, salsas y batidos, ¿quieres sugerirnos alguna elaboración?