En el mercado encontramos una gran variedad de edulcorantes artificiales que sustituyen al azúcar en alimentos y bebidas, uno de ellos es el neotame, compuesto químico derivado del aspartamo que tiene la particularidad de ser significativamente dulce, entre 8.000 y 13.000 veces más dulce que el azúcar. A esto hay que añadir que no contiene fenilalanina, lo que hace que sea un edulcorante seguro para las personas que padecen fenilcetonuria, enfermedad genética que afecta al metabolismo de la fenilalanina.
Pues bien, hoy conocemos una investigación realizada por expertos de la Universidad Anglia Ruskin (Reino Unido), en la que se concluye que el neotame es un edulcorante no calórico que puede dañar el epitelio intestinal. Se trata del primer estudio que demuestra que el edulcorante puede provocar que las bacterias intestinales sanas, enfermen e invadan la pared intestinal causando problemas de salud como la sepsis, el síndrome del intestino irritable e incluso causar la ruptura de la barrera epitelial o barrera mucosa intestinal.
Hasta la fecha, no se sabía mucho sobre el impacto del neotame en la salud intestinal y es que se trata de un edulcorante relativamente nuevo del que no hay mucha literatura científica. De hecho, una revisión realizada por expertos de la Consultoría Científica y Regulatoria Intertek (Estados Unidos) y la Universidad de Reading (Reino Unido), concluía que no había evidencias claras de que los edulcorantes no calóricos tuvieran efectos negativos en la flora intestinal.
Con el nuevo trabajo se ha demostrado que el neotamo puede dañar directamente el epitelio intestinal, causando la muerte de las células epiteliales y de forma indirecta dañar las bacterias que forman parte del microbioma intestinal. Teniendo en cuenta que el neotame deriva del aspartamo, es probable que se pongan en marcha nuevas líneas de investigación sobre el aspartamo.
El neotame o neotamo está compuesto principalmente por fenilalanina y ácido aspártico, pero está modificado para ser más dulce y más estable que el aspartamo. Es un edulcorante aprobado por agencias reguladoras de diversos países como, por ejemplo, la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos), considerando que es un edulcorante de uso general que es seguro para la mayoría de las personas, incluidas aquellas con diabetes, ya que no afecta a los niveles de glucosa en la sangre.
La nueva investigación se basa en trabajos anteriores que relacionaron los edulcorantes artificiales como la sacarina, la sucralosa y el aspartamo, con el daño intestinal. En este sentido, merece la pena recordar investigaciones como la realizada por expertos de la Universidad Ben-Gurión del Néguev (Israel), en la que se concluía que los edulcorantes artificiales podrían afectar al equilibrio de la flora intestinal. Los investigadores comentan que, en teoría, los edulcorantes artificiales pueden desempeñar un papel importante para ayudar en la pérdida de peso a las personas con intolerancia a la glucosa y diabetes tipo 2, pero estudios como el que se ha realizado ahora, muestran que es necesario llevar a cabo más investigaciones sobre los efectos tóxicos de algunos de los edulcorantes artificiales, especialmente los que han desarrollado e introducido en el mercado más recientemente.
Cada vez son más los estudios que ponen de manifiesto posibles riesgos para la salud por el uso de edulcorantes artificiales no calóricos, que son utilizados por muchas personas para el control del peso corporal. Merece la pena recordar que la OMS (Organización Mundial de la Salud) publicó el año pasado una guía de recomendaciones sobre los edulcorantes sin azúcar, donde se aconsejaba no utilizarlos para el control del peso. Esta recomendación se realizó tras no poder constatar una asociación entre el uso de edulcorantes y la reducción de grasa corporal a largo plazo en niños y adultos.
La sustitución del azúcar por edulcorantes y potenciadores de dulzor no calóricos en los productos alimenticios, es una de las estrategias más utilizadas por la industria alimentaria para reducir la ingesta de azúcar y ‘mejorar’ el perfil nutricional de los alimentos y bebidas comerciales, pero es necesario que se investiguen en profundidad y más tras los nuevos descubrimientos, ya que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página de la Universidad Anglia Ruskin, y en este otro publicado en la revista científica Frontiers in Nutrition.
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