Con el impuesto de las bebidas azucaradas de Filadelfia, los habitantes de esta ciudad estadounidense tienen hasta un 40% menos de probabilidades de consumir refrescos azucarados a diario si se compara con la intención de consumo de otras ciudades cercanas, lo que para los expertos es una muestra de que la tasa parece funcionar, así se desprende de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Drexel (Estados Unidos).
Según los expertos la medida es efectiva, ya que se constata que el impuesto reduce el consumo de refrescos y aumenta el consumo de agua, lo que demuestra que pagar más por estas bebidas es un condicionante en el nivel de consumo. Los investigadores de la Escuela de Salud Pública de Dornsife (Universidad de Drexel) explican que tras la introducción de la tasa el año pasado, se produjo la reducción de la probabilidad de consumo de estas bebidas de forma casi inmediata, al menos así se concluye con los datos de una encuesta en la que participaron 900 habitantes de la ciudad, antes e inmediatamente después de la introducción del gravamen.
Con las bebidas energéticas ocurre lo mismo, aunque en este caso el porcentaje sobre las probabilidades de no consumo se elevan al 60%, paralelamente a estos datos, se incrementa la probabilidad del consumo de agua embotellada a diario hasta el 58%. Anteriormente se han realizado investigaciones centradas en los datos de venta de las bebidas en los puntos de venta, pero este es el primer estudio que se ha centrado en el cambio de hábitos de los consumidores, aunque lamentablemente se trata de una investigación de tiempo muy limitado.
Con respecto a las bebidas con sabores a fruta que están azucaradas, no se apreció una disminución del consumo a pesar de que también están gravadas con el impuesto, los investigadores consideran que quizá la razón es que los minoristas asumieran el gravamen, lo que provocaría que no aumentaran los precios de venta. Aunque también cabe la posibilidad de que los consumidores pagaran el sobrecoste al considerar que este tipo de bebidas son más saludables por la fruta, a pesar de que contienen la misma cantidad de azúcares añadidos que otros refrescos.
Quizá en los impuestos del azúcar que se aplican en distintas ciudades o países sería interesante introducir la obligación de que sean los consumidores los que asuman íntegramente el impuesto, algo que sí se determinó en Cataluña cuando se introdujo el impuesto del azúcar. Según los datos de un estudio elaborado por investigadores del Instituto de Economía de la Universidad de Barcelona y el Centro de Investigación en Economía y Salud de la Universidad Pompeu Fabra, gracias al gravamen y que éste ha tenido que ser asumido por los consumidores, el consumo de este tipo de bebidas ha caído un 22%, aunque como ya comentábamos en su momento, es demasiado pronto para realizar valoraciones sobre su efectividad.
Los investigadores comentan que se ha demostrado que las calorías adicionales de las bebidas azucaradas están relacionadas con el aumento de peso, así como con el mayor riesgo de sufrir enfermedades asociadas a su consumo, como la caries dental, la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardíacas, teniendo en cuenta que el 30% de los habitantes de la ciudad consumían al menos un refresco por día, cualquier dato de reducción en el consumo podría tener un impacto positivo en la salud. Claro, que este estudio se ha centrado en datos asociados a los dos primeros meses de la introducción del gravamen, por lo que también es demasiado pronto para sacar conclusiones y constatar si el impacto será duradero.
El impuesto a las bebidas azucaradas en Filadelfia es uno de los mayores gravámenes impuestos a estas bebidas en los Estados Unidos hasta el momento, por lo que para muchos expertos, los resultados sobre la bajada del consumo no debe sorprender. Hay que recordar que tras la votación en 2016 para la introducción de la tasa, se acordó su puesta en marcha en enero de 2017 y desde entonces, la industria de las bebidas ha intentado que se revocará la legislación del impuesto a través de los tribunales de forma infructuosa.
El autor principal del estudio comenta que no está claro si un descenso en el consumo de las bebidas endulzadas gravadas con el impuesto dará lugar a algún beneficio mensurable en la salud, ya que también es necesario evaluar otros factores como, por ejemplo, qué bebidas sustituyen a los refrescos en la dieta en general, véase que el consumo de zumos de fruta azucarados no se ha reducido. Es demasiado pronto para saber con certeza si el gravamen es efectivo, un gravamen que no se aprobó únicamente por motivos de salud, se utilizó como excusa para aumentar los ingresos en las arcas de la ciudad y poder financiar programas como la creación de parques infantiles.
Es un estudio de sólo dos meses y sus datos difícilmente pueden ser considerados, los responsables del estudio citan como ejemplo México, en los dos primeros años de la implantación del gravamen los datos mostraban una reducción del consumo, pero datos recientes muestran que se está produciendo un repunte y poco a poco se incrementa de nuevo el consumo, lo que podría indicar que a largo plazo, este tipo de impuestos no funcionan.
Podéis conocer todos los datos de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Drexel, y en este otro publicado en la revista científica American Journal of Preventive Medicine.
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