Desde hace un tiempo, el Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca (MAFF) de Japón trabaja para determinar la seguridad de los alimentos modificados genéticamente, y según los últimos datos de los estudios realizados, se apunta que los cultivos transgénicos no suponen un riesgo para la seguridad de la biodiversidad, lo que fortalece un argumento favorable a este tipo de cultivos que se mantiene.
Japón ha tenido un dilema con los alimentos modificados genéticamente desde hace varios años, por un lado está el abordar las preocupaciones de los consumidores por los posibles problemas de seguridad alimentaria y los impactos en la biodiversidad del país, y por el otro, la introducción de alimentos transgénicos en el mercado nacional a fin de poder abordar los problemas de seguridad alimentaria, ya que el país cuenta con una de las tasas de autosuficiencia más bajas de todos los mercados desarrollados a nivel mundial. Esta es una de las razones por las que el Gobierno de Japón quiere que los alimentos transgénicos sean parte importante del suministro local de alimentos.
EL MAFF ha llevado a cabo diversos estudios sobre los cultivos transgénicos desde hace casi dos décadas, y en el último informe presentado el año pasado, revelaba que tras varios años investigando y realizando los correspondientes seguimientos, se llega a la conclusión de que en materia de biodiversidad y cultivos locales, los cultivos transgénicos no suponen ningún riesgo, conclusión presentada en anteriores ocasiones.
Se asegura que los cultivos de alimentos modificados genéticamente no propagan los genes modificados a ninguna especie emparentada y con la que se podrían cruzar, como es el caso de la soja de origen local. Tampoco se ha detectado una expansión de las zonas de cultivo, es decir, estos alimentos permanecen estables y localizados en la zona inicial en la que se han cultivado, lo que lleva a la conclusión citada. Sin embargo, a lo largo de los años hemos conocido noticias que apuntan lo contrario, recordemos que en este artículo hablábamos de una variedad de trigo transgénico no aprobada en Estados Unidos, que fue localizada en un campo de cultivo del Estado de Oregón, algo parecido ocurría con un arroz transgénico chino que “escapó” de los centros de investigación y se expandió por diferentes regiones del país, son dos de muchas noticias sobre el tema.
El informe del MAFF analizó un total de 77 colonias de cultivo de colza transgénica que comprenden 89 plantas, además de dos colonias de tres plantas de soja transgénica en nueve puntos de crecimiento. En ningún caso se apreció una expansión en el rango de crecimiento o la aparición de cruces significativos entre plantas locales y transgénicas. Lo cierto es que no son cultivos significativos y no reproducen las condiciones habituales de las plantaciones tradicionales, ¿por qué no se han realizado ensayos con plantaciones de un tamaño razonable? Esto no se aclara.
El MAFF apunta que las plantas transgénicas no se cultivaron específicamente con fines de estudio, ya que originariamente se creía que aparecían a partir de semillas derramadas en ciertas carreteras principales durante el transporte, por lo que se ha respaldado aún más el argumento de que no se pueden cruzar. De todos modos, aseguran que seguirán revisando los métodos de encuesta basados en estos resultados para verificar la ausencia o presencia de impactos de los cultivos en la biodiversidad, ampliando la información para mejorar el conocimiento y eliminar las preocupaciones que pueda tener la población.
En Japón, por parte de los consumidores existe una gran aprensión por los alimentos transgénicos, como ocurre en otros países del mundo, es por ello que el Gobierno del país es extremadamente cauteloso a la hora de aprobar un cultivo modificado genéticamente, pero actualmente no existe prohibición a la importación de productos alimenticios que contengan ingredientes transgénicos. Sin embargo, si existe la obligación de etiquetar los productos para que los consumidores sepan que intervienen ingredientes transgénicos, se trata de nueve productos principales sujetos a esta norma, soja, maíz, patatas, colza, semilla de algodón, alfalfa, remolacha azucarera, papaya y hojas de mostaza.
Lo que es evidente es que poco a poco se intentan introducir los cultivos modificados genéticamente en el suelo de Japón, y es muy probable que esto suceda, ya que el principal argumento es poder garantizar la autosuficiencia alimentaria. Podéis conocer más detalles de la noticia a través de la página oficial del MAFF.
Foto 1 | Nicetoenv
Foto 2 | Jordi Payà