La Unión Europea tiene que mejorar con urgencia la trazabilidad y etiquetado de los productos del mar, así lo considera el director ejecutivo de Oceana, organización internacional que se dedica a la protección de los ecosistemas marinos, la conservación de los océanos y de las especies marinas amenazadas que los habitan. Esta declaración se realiza a partir de una investigación que demuestra que el 30% del pescado que se sirve en restaurantes de Bruselas no se corresponde con las especies solicitadas por los comensales.
Del fraude del pescado no se salvan ni los comedores oficiales de la Unión Europea, la investigación realizada por Oceana revela que de un total de 280 muestras de pescado recopiladas en más de 250 establecimientos, incluyendo restaurantes y organismos de la UE, entre el mes de marzo y junio del presente año, el 30% no se correspondía con lo solicitado, siendo el lenguado, el atún rojo y el bacalao las especies que más se sustituían por otras similares cuyo coste es hasta un 40% más económico. Se apunta que en los comedores de los edificios e instalaciones de la UE el 38% del pescado estaba mal etiquetado, es un engaño al consumidor y una puerta abierta al blanqueo de los productos pesqueros ilegales. Sobre este tema merece la pena retomar la lectura de este post que trata sobre la pesca ilegal en África occidental llevada a cabo por pesqueros de países europeos.
La media del fraude alcanza el 30% en Bruselas, esta cifra es el resultado de los test de ADN que han realizado los expertos de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), se pone al descubierto el alcance que tiene el etiquetado incorrecto y las prácticas fraudulentas realizadas para engañar a los consumidores, encubriendo además los productos marinos procedentes de la pesca ilegal o insostenible. Oceana recomienda que de una vez por todas, la Unión Europea acabe con este negocio fraudulento, que asuma la responsabilidad y mejore con urgencia el etiquetado y trazabilidad del pescado, recordemos que la trazabilidad tiene una gran importancia en el marco de la globalización alimentaria, siendo la única herramienta que puede permitir realizar un seguimiento preciso de los productos en un laberinto complejo en el que los alimentos cambian de manos y países rápida y continuamente.
Oceana considera que una de las principales causas de este fraude son las razones económicas, es bastante obvio que resulta mucho más rentable ofrecer panga de acuicultura, en lugar de lenguado o bacalao en platos que pueden alcanzar un coste que ronda entre los 30 o 40 euros, por lo que el beneficio para quienes realizan este tipo de prácticas es bastante significativo.
Sobre las sustituciones, Oceana comenta que en el 95% de los casos el atún rojo fue sustituido por patudo o atún claro, dos especies de atún tropical que son mucho más económicas. En un 11% de los casos el lenguado fue sustituido por otros peces planos con características similares pero con un valor comercial mucho más reducido. En el 13% de los casos el bacalao se sustituyó hasta por siete especies distintas de pescado, aunque en la mayoría de casos se utilizó panga o carbonero.
Oceana comenta que los políticos que comen en los comedores de las instituciones de la Unión Europea, como por ejemplo el Parlamento Europeo o la Comisión Europea, tienen hasta un 38% de probabilidades de que se encuentre en su plato un pescado diferente al que habían solicitado. El director ejecutivo de Oceana comenta que los políticos, como consumidores que son, también son vulnerables a este fraude, al vivir el problema en sus carnes quizá se decidan de una vez por todas a poner remedio a este fraude. Se habla de Bruselas, pero es evidente que se trata de un problema que afecta a todos los países comunitarios en mayor o menor medida, véase como ejemplo el caso del fraude del bacalao en Dinamarca.
Esta organización dedicada a proteger los océanos del mundo comenta que a medida que los recursos pesqueros escasean debido a la sobreexplotación, se recurre a los productos importados o sustitutos más baratos para poder satisfacer la demanda, un claro engaño al consumidor.
A continuación os transcribimos los datos técnicos de la investigación facilitados por Oceana:
• Muestras recogidas por investigadores de Oceana en zonas turísticas de Bruselas y distrito de la UE entre marzo y junio de 2015.
• 280 muestras recopiladas (217 en restaurantes, 42 en comedores de la UE y 21 en locales de sushi).
• Extracción de ADN e identificación realizada por Biogenomics (UK Leuven) mediante marcador mitocontrial COI, conocido como método del código de barras genético.
• El marcador se cotejó con la base de datos BOLD, que contiene más de 11.000 especies de peces.
• 197 muestras se identificaron hasta el nivel de especie, 80 muestras hasta el género y 3 no coincidieron con ningún registro de la base de datos.
• En total, los tests detectaron 36 especies diferentes.
El fraude de los productos marinos es un tema que está a la orden del día y ya no se habla sólo de la sustitución de las especies, también se puede citar el fraude del pescado supuestamente fresco que se ofrece en los supermercados como tal, cuando en realidad ha sido capturado 15 días atrás, de ello hablábamos en este post.
En fin, esperemos que sirva de algo la investigación, aunque quién sabe, a lo mejor a los políticos no les importa el tipo de pescado que comen. A través de este enlace (Pdf) podréis acceder al estudio facilitado por Oceana.
Foto 1 | Prayitno