Hace un par de días podíamos saber que varias organizaciones del Reino Unido solicitaban que se pusiera en marcha el etiquetado de origen de la carne y de los productos lácteos, estas organizaciones consideraban que era prioritario adoptar esta medida para recuperar la confianza de los consumidores, incrementando la transparencia en la cadena alimentaria y facilitando la elección de compra de alimentos británicos.
La solicitud se realizó formalmente a través de una carta firmada por diversas asociaciones de agricultores que fue enviada al secretario de Medio Ambiente, Andrea Larson. Pues bien, sobre este tema hoy conocemos la opinión de los representantes de la industria alimentaria aglutinados en la FDF (Federación de Alimentos y Bebidas), esta federación considera que el etiquetado voluntario ofrece beneficios, pero el etiquetado obligatorio del origen de la carne y de los productos lácteos plantea inconvenientes de peso, restringiría la cadena de suministro, sería una carga para lograr objetivos económicos, provocaría el aumento del precio de los alimentos y, además, no añadiría ningún valor relacionado con la calidad o seguridad del producto.
La FDF reconoce los beneficios del etiquetado si su carácter es voluntario, pero le preocupa que se realice una extensión obligatoria de la actual legislación por los motivos antes citados. La federación cree conveniente intervenir y mostrar su postura, ya que está en juego el beneficio de los consumidores y de los fabricantes. Sobre la preocupación por la pérdida de protección de la identificación de los alimentos como consecuencia del Brexit, también manifestada en la carta enviada al secretario de Medio Ambiente, la FDF apoya las iniciativas que quieran salvaguardar los nombres protegidos de algunos de los alimentos que se elaboran en el país.
La FDF explica que anteriormente ha estado trabajando con el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y asuntos Rurales, el British Retail Consortium (asociación que representa el 80% del comercio al por menor del Reino Unido), la Asociación Británica de Servicios y la Asociación Británica de Hostelería, para el desarrollo de los principios voluntarios en lo que refiere al etiquetado en los alimentos del país de origen. Asegura que los principios están construidos sobre la legislación vigente y proporciona una información clara y precisa a los consumidores. La verdad es que este argumento tiene poco peso, un claro ejemplo es la crisis de la carne de caballo, en diferentes productos de vacuno se encontró ADN de caballo y de cerdo, siendo un fraude al asegurar en el etiquetado que eran productos 100% vacuno.
Recordemos que las organizaciones firmantes de la carta consideran que un carácter voluntario es inconsistente y puede suponer un motivo de confusión para los consumidores, el carácter obligatorio es la única alternativa posible que evita en mayor medida el fraude y permite al consumidor saber de donde proceden los productos que consumen. Es inevitable que la confianza se encuentre vinculada al origen del producto, si nos dan a elegir leche producida en la UE o producida en España, ¿qué elegiríamos? Posiblemente muchos consumidores consideren que saber de dónde proceden los alimentos es una reivindicación justa que aporta transparencia y pone en valor el producto nacional, por lo que debería ser algo obligatorio.
Por otro lado, en Francia se puede implementar esta medida (aunque se trate de una prueba de dos años) y no conlleva todos los problemas argumentados por la FDF. A esto hay que añadir que otros gobiernos han manifestado su intención de desarrollar planes para implementar el etiquetado del país de origen en los alimentos procesados y tampoco han mencionado problemas por ello. Quizá la medida perjudique los intereses de las empresas que forman parte de la FDF, ya que si se conocieran de donde proceden algunas materias primas alimentarias, posiblemente sus ventas se reducirían. Ahora habrá que esperar a conocer la respuesta del secretario de Medio Ambiente del país, pero dada la estrecha relación de la industria alimentaria con la política, es probable que rechace la petición.
Con respecto a España, como ya hemos comentado anteriormente, muchas empresas se resisten a ofrecer esta información a los consumidores, ya que consideran que se trata de una medida proteccionista que podría provocar la fragmentación del mercado único en el sector de la alimentación. Claro, se puede importar carne de vacuno más barata y de calidad deficiente que reporta mayores beneficios, que utilizar una carne nacional de calidad que se ha producido con regulaciones más estrictas.
Para muchos no hay duda de que la identificación del origen de los alimentos es una medida efectiva a la hora de ofrecer transparencia, confianza y seguridad, además facilita que el que quiera comprar producto nacional pueda hacerlo. Que las empresas se resistan a dar la información sobre el origen de sus productos da mucho que pensar. Podéis conocer más detalles de la posición adoptada por la FDF a través de este enlace.
Foto 1 | Mica Monkey
Foto 2 | USDAgov