Es un goteo incesante el número de estados que conforman los Estados Unidos que solicitan el etiquetado de los alimentos transgénicos, ahora es el estado de Vermont el que ha dado un primer paso para que se apruebe un proyecto de ley denominado H112, que identifique a los alimentos modificados genéticamente. El pasado viernes se sometió a votación el proyecto por el Comité de Agricultura de la Cámara de Vermont, aprobándose por 8 votos a favor y 3 en contra. Claro, que como hemos indicado es sólo un primer paso y quedan muchos obstáculos por superar.
El Estado de Vermont solicita el etiquetado transgénico y la cámara aprueba que se presente el proyecto de ley, el siguiente paso es la revisión del Comité Judicial de la Cámara, si todo se desarrolla sin ningún contratiempo, posteriormente el proyecto debería ser sometido a votación, una vez superada, la nueva reglamentación, en teoría, entraría en vigor al cabo de 18 meses. Como decíamos, para muchos el primer paso ya es una victoria, pero lo que realmente importa es la resolución final y existen otras trabas además de las indicadas. El Fiscal general adjunto del estado ha advertido que posiblemente las empresas de biotecnología demanden al estado si se aplica la nueva reglamentación basándose en la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
Como ejemplo se cita un antecedente, lo ocurrido en 1994 cuando una iniciativa del Estado de Vermont pretendía etiquetar la leche de vacas tratadas con la hormona BST (hormona somatotropina bovina) desarrollada por la empresa biotecnológica Monsanto mediante ingeniería genética, con el fin de lograr duplicar la producción de leche. Se descubrió que reducía significativamente la vida de las vacas y les provocaba diferentes problemas de salud, éstos se solventaban con el uso masivo de antibióticos, pero también se descubrió que podía provocar la aparición de cáncer en los usuarios que consumían la leche, de ahí que en 1993 se prohibiera en la Unión Europea y finalmente hace unos años se anunció el abandono de su producción.
Pues bien, no se logró el objetivo, la leche no fue identificada dado que tras la demanda de Monsanto, el tribunal determinó que era una acción anticonstitucional citando la Primera Enmienda. El etiquetado transgénico sería difícil de defender, ya que primero se tendría que demostrar que la carencia de esta etiqueta podría perjudicar a los consumidores. Como sabemos, actualmente el sistema se basa en el principio de equivalencia sustancial, es decir, un alimento transgénico cuya equivalencia en peso, imagen y contenido nutricional es similar a la de un alimento tradicional, es totalmente seguro, es por ello que hasta la fecha no se etiquetan este tipo de alimentos.
Según nos explican aquí, la aprobación de un etiquetado transgénico pasaría primero por demostrar que podría existir algún problema para la salud de los consumidores, algo que por el momento no se ha determinado. El Proyecto de Ley H112 es diferente a otros proyectos que hemos conocido anteriormente, no obliga a etiquetar las carnes obtenidas de animales alimentados con alimentos modificados genéticamente, pero sí obliga a que los productos elaborados que contengan ingredientes transgénicos no sean etiquetados como productos naturales, al respecto os recomendamos retomar la lectura del post Alimentos transgénicos etiquetados como alimentos naturales. De nuevo otra barrera, no existe una definición del término natural y basándose en el principio de equivalencia, se aplica esta designación a alimentos tradicionales y alimentos transgénicos.
Si defienden la inocuidad y seguridad de los transgénicos, si son tan buenos y seguros, ¿por qué se oponen a informar a los consumidores? Incluso el Gobierno Federal ha reconocido que en materia de etiquetado alimentario la situación está fuera de control y por ello se han solicitado varios informes para dar con las mejores soluciones al problema. Pero volviendo al tema, hay que decir que algunos expertos en legislación indican que el hecho de etiquetar los alimentos transgénicos puede hacer creer a los consumidores que se trata de un grupo de alimentos diferente, y dado que no hay diferencias nutricionales, ni de seguridad, ni de peso o imagen, sería un perjuicio para las empresas alimentarias. Pero la realidad es que no se trata de hablar de seguridad o calidad alimentaria, sino de permitir que el consumidor tenga acceso a la información igual que puede saber con qué leche se ha elaborado un queso, y se le permita decidir según sus criterios y convicciones, como decíamos, no se cuestiona la seguridad o calidad, pero sí la falta de información y la libertad de elección.
En lo que respecta a la industria alimentaria, algunas empresas como Ben & Jerry’s apoyan este tipo de legislación, y por ello ha sido duramente criticada por el sector de la industria alimentaria y especialmente por los productores de leche de Vermount. La oposición contra el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente es muy grande, pero la industria alimentaria relacionada con el mundo de la biotecnología cada vez tiene más opositores que se alzan contra su manera de actuar, se puede citar el Proyecto de Ley en Oregón, el Proyecto SB 1666 del Estado de Illinois o la la Iniciativa 522 de Washington entre otros.
El proyecto de ley para el etiquetado transgénico en Vermont ha contado con el apoyo en firme de 50 miembros de la Cámara de Representantes y 11 senadores, veremos si se mantiene ese apoyo o sucede como en Nuevo México.