Ayer hablábamos del nuevo Proyecto de Ley SB 1666 del Estado de Illinois, proyecto que pretende reformar la legislación alimentaria para que sean identificados los alimentos modificados genéticamente. Destacábamos que cada vez son más los estados norteamericanos que solicitan una legislación transparente e informativa sobre los alimentos transgénicos y hablábamos de Oregón, en este estado también se preparaba una iniciativa similar. Pues bien, hoy podemos saber que ya se está trabajando en firme y se anuncia que el Estado de Oregón prepara el proyecto de ley para el etiquetado transgénico.
Pero a diferencia de las iniciativas llevadas a cabo en otros estados en los que la reforma se planteaba a nivel estatal, los responsables de la elaboración del Proyecto de Ley en Oregón son más ambiciosos y plantean una reforma estatal y otra de la ley federal. Si se lograra este último objetivo, ya no haría falta que otros estados se alzaran reivindicando lo mismo, es decir, la reforma de la legislación alimentaria se aplicaría en todo el país. De momento el proyecto se encuentra en una primera etapa y aún tiene que prepararse correctamente procurando no dejar ningún cabo suelto. Con él se pretende mostrar al Congreso (Senado y la Cámara de Representantes), órgano que tiene los poderes legislativos del gobierno federal, lo importante que es etiquetar los alimentos modificados genéticamente, se pretende crear conciencia y que valoren la opinión de los estadounidenses con respecto a este tema.
En Oregón se han realizado varios actos en torno a este tema tratando de concienciar a todo el mundo, participan numerosas organizaciones ambientalistas, ecologistas, de consumidores… todos piden lo mismo, etiquetar los alimentos transgénicos. Los activistas están preparando un escrito haciendo un llamamiento a los líderes legislativos para que se acepte el Proyecto de Ley realizando los cambios oportunos a nivel estatal. Como hemos indicado, son dos iniciativas que van en paralelo, quizá porque se teme que va a ser mucho más complicado conseguir convencer al Congreso y que los cambios se puedan aplicar en todo el país, como alternativa algo más asequible tendrán la propuesta realizada sólo en el Estado de Oregón.
Como en el caso de otros proyectos presentados, se solicita en el poyecto estatal que todos aquellos alimentos que contengan más de un 1% de ingredientes modificados genéticamente, sean etiquetados para que los consumidores puedan comprar con conocimiento de causa. Como en los demás casos, se declara que el etiquetado ofrecería información al consumidor y le permitiría ejercer el derecho a valorar y decidir, de esta forma podría ser consciente de lo que realmente adquiere para el consumo. Mientras tanto, el proyecto de ley que está en marcha en Washington sigue su curso y hasta el próximo mes de noviembre no se conocerá el veredicto, si se aprobará o si por el contrario se desestimará.
La industria agroalimentaria y las empresas biotecnológicas que se oponen a identificar los alimentos que contienen ingredientes transgénicos, tienen cada vez más frentes abiertos, pero es muy probable que no se queden de brazos cruzados. Recordemos que en el caso de California y su Proposición 37, se realizó una campaña en contra del etiquetado transgénico, una lista de empresas aportaron grandes sumas de dinero para subvencionar una fuerte campaña capaz de frenar la proposición, empresas como Monsanto, la Compañía Dupont, PepsiCo, Basf, Bayer Cropscience, Dow Agrosciences, Nestlé, Coca Cola, Conagra, Syngenta, Kellogg, General Mills y así, un gran número de empresas aportaron unos 50 millones de dólares.
Si la industria debe frenar cada una de las campañas que piden el etiquetado de alimentos modificados genéticamente, no dudará en hacerlo. Este tipo de maniobras no hace más que provocar una total desconfianza, ¿por qué tanto secretismo?, ¿por qué no permitir la transparencia informativa?, y no sirve la excusa del principio de equivalencia sustancial, es decir, que un alimento transgénico cuya equivalencia en peso, imagen y contenido nutricional es similar a la de un alimento tradicional, es totalmente seguro.
Nos remitimos a las sabias palabras de Mairead McGuinness, miembro del Parlamento Europeo que trabaja en el comité agrícola, en su momento declaró que la falta de información pública ha provocado que se socave la fe en la ciencia, se podía decir que reconocía que ha existido demasiado mutismo y poca transparencia en toda la trayectoria de los alimentos modificados genéticamente, de ello hablábamos en el post La industria alimentaria tiene que promover los alimentos transgénicos. Aunque se prolongue, un proyecto de ley para el etiquetado transgénico se hará realidad.