Según los resultados de una investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud y Medio Ambiente de los Países Bajos (RIVM) para el Ministerio de Salud de ese país, el contenido de azúcar en los productos alimentarios no ha variado en los últimos cinco años. En cambio, el contenido de sal y grasas saturadas sí se ha ido reduciendo, se citan como ejemplo el pan, ahora tiene un 19% menos de sal que en el año 2011, en el caso de algunas salsas, sopas, verduras enlatadas, etc., el contenido en sal se ha reducido entre un 12% y un 26% con respecto al año 2011.
En el caso de algunos tipos de carne, el instituto ha determinado que se ha reducido el contenido en grasas saturadas, sin embargo, en lo que respecta al azúcar, los datos son prácticamente los mismos que en el año 2011, lo que demuestra que la industria alimentaria apenas ha realizado esfuerzos para reducir los azúcares añadidos en los productos alimentarios. En el informe se explica que en los últimos años se ha llegado a acuerdos con la industria alimentaria para mejorar la composición de sus productos, pero no se entiende que el contenido en azúcar se haya mantenido prácticamente inalterable.
Investigaciones similares se han llevado a cabo en el año 2012 y 2014 para realizar un seguimiento sobre la evolución de la composición de los alimentos, los datos se obtuvieron a partir de las etiquetas alimentarias y de los análisis químicos realizados por diferentes agencias y organizaciones, como por ejemplo, la Autoridad de Seguridad Alimentaria holandesa (Nvwa). Aunque se trata de una investigación sobre los productos alimentarios comercializados en los Países Bajos, es muy probable que ocurra algo parecido en el resto de países comunitarios. Está claro que las regulaciones voluntarias de la industria alimentaria sobre el contenido en azúcar no son efectivas, de ahí que sea necesario legislar sobre el tema y dejarse de acuerdos que lo único que buscan es seguir retrasando mejorar la calidad nutricional de los alimentos.
Ya puestos, no estaría mal que se realizara una investigación a nivel europeo para verificar si este acuerdo suscrito a principios del año 2016 entre la Unión Europea y la Industria Alimentaria se está cumpliendo. Recordemos que en dicho acuerdo, se contemplaba un plan de trabajo voluntario en el que la industria de los alimentos y las bebidas se comprometía a realizar una reducción de los azúcares añadidos, la sal y las grasas saturadas para el año 2020. Dejando al margen a la industria de los refrescos, que parece que sí trabaja para reducir los azúcares añadidos por toda la presión que recibe, ¿qué ha cambiado la industria de los alimentos?
Hay que recordar que el pasado mes de febrero Foodwatch Holanda denunciaba que el 56% de los productos de un supermercado contienen azúcares añadidos, hablamos de todo tipo de productos, salsas, verduras en conserva, bollería, diferentes tipos de alimentos procesados, etc. Esta investigación mostraba la gran cantidad de azúcar que se añadía a los alimentos, por ejemplo, los vegetales enlatados integran en su composición jarabe de maíz de alta fructosa, endulzantes, miel, etc. Una ración de estos productos puede llegar a contener el equivalente a 12 terrones de azúcar, por lo que se ha de cuestionar lo saludables que pueden resultar.
Los datos sobre la composición de los alimentos analizados se recabaron hasta junio de 2016, posteriormente se realizaron comparativas con los análisis realizados en años anteriores para determinar el avance hacia la mejora nutricional de los alimentos, los resultados no parecen sorprender a los investigadores. Según explican en Foodwatch, en el año 2014 la industria alimentaria acordó con el Ministerio de Salud de los Países Bajos una reducción del contenido en grasas, sal y azúcares añadidos, los resultados del estudio no hacen más que demostrar que este tipo de acuerdos, hablando del azúcar, son papel mojado.
En los últimos años se ha hablado de los refrescos, demonizándolos, de modo que parecían los únicos responsables de problemas como el sobrepeso o la obesidad, del mismo modo que se ha denunciado la cantidad de azúcares añadidos que tienen las bebidas, hay que hacerlo con los alimentos (e incluso con más énfasis), y forzar a la industria alimentaria a que mejore de una vez por todas, la composición nutricional de los productos que comercializa. Sería interesante conocer datos sobre la evolución del contenido en azúcares añadidos de diferentes productos alimentarios que se comercializan en España, posiblemente en muchos casos la formulación haya permanecido prácticamente inalterable.
Podéis conocer los detalles de la investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud y Medio Ambiente de los Países Bajos, a través de este enlace (Pdf).
Foto | Yuichi Shiraishi