Recientemente conocimos la investigación de un grupo de la Universidad de Kentucky que concluía con la posibilidad de utilizar aceite de orégano para ampliar la vida útil de la carne. Con una finalidad similar, un estudio español, realizado por especialistas del Departamento de Tecnología Agroalimentaria de Universidad Miguel Hernández de Orihuela (Alicante), concluye que el clavo el mejor antioxidante natural.
Esta investigación sobre el clavo de olor, sigue la línea de la búsqueda de elementos naturales que participen en la ampliación de la vida útil de los alimentos sin necesidad de utilizar antioxidantes sintéticos o aditivos, algunos pueden ser tóxicos y provocar efectos secundarios. Su aplicación es especialmente necesaria en productos de origen cárnico, que contienen mayores niveles lipídicos.
El estudio publicado en Flavour and Fragance Journal, nos cuenta que las especias, hierbas aromáticas y sus aceites esenciales, además de ofrecer características organolépticas a los alimentos, han demostrado ser efectivas en le prevención y retraso del deterioro de los productos alimenticios en los que se incluyen, es decir, retrasan la degradación oxidativa de las grasas, principal factor que limita la vida útil de los alimentos.
Se ha estudiado el efecto de distintos aceites esenciales de hierbas aromáticas muy utilizadas en los países Mediterráneos, como el mencionado oréganp, el tomillo, el romero, la salvia y el clavo, concluyendo que es el clavo el mejor antioxidante natural debido a su elevado contenido de fenoles. Sobre estas líneas podemos ver la tabla comparativa que han facilitado para el estudio.
El uso de aceites esenciales naturales, además de proporcionar mayor vida útil a los alimentos, puede aportar a los mismos sus efectos beneficiosos, como sabemos, especias y hierbas aromáticas han sido utilizadas en la medicina natural desde la antigüedad.
Reafirmando que los componentes naturales mencionados son la mejor opción para evitar la oxidación precoz de los lípidos, sólo resta que la industria alimentaria consiga introducirlos en los productos consiguiendo que las características organolépticas no se alteren, pero habrá algunas particularidades, como una pequeña modificación del sabor o del aroma, que sólo precisará de acostumbrar a los paladares. ¿No se han modificado (a peor) cantidad de alimentos en cuanto a sabor (entre otras cosas) por el uso de productos químicos o artificiales en la industrialización?, ¿costará hacerlo a la inversa?.