En los últimos años se han realizado varios estudios sobre cómo afectará el cambio climático y el aumento global de las temperaturas en la producción alimentaria y se ha determinado que se producirán pérdidas en el rendimiento de los cultivos por el aumento de las temperaturas, por la introducción y propagación de las plagas, virus, bacterias, hongos, infecciones y de otros agentes en zonas donde antes no estaban presentes, etc. Hay que apuntar que la propagación de las plagas guarda relación con varios factores, el calentamiento global, la actividad humana, los métodos de cultivo (intensivos y sin barbecho), así como los procesos naturales que han acompañado a lo largo de la historia a la agricultura, la globalización y el transporte de mercancías, etc.
Pues bien, hoy sumamos un nuevo estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Vermont (Estados Unidos), en el que se concluye que el calentamiento global aumenta la presión de las plagas en los cultivos, provocando pérdidas en las cosechas de alimentos básicos como el arroz, el maíz y el trigo. Los investigadores explican que el aumento de la temperatura conduce al incremento de la tasa metabólica y al crecimiento de la población de plagas de insectos.
En este trabajo se analizó la respuesta de las plagas de insectos que atacan a los tres cultivos mencionados en diferentes escenarios climáticos, según los resultados obtenidos, el aumento de las temperaturas provoca un incremento de las pérdidas de cultivos de entre un 10% y un 25% por cada grado que aumente la temperatura especialmente en las regiones templadas. Según los cálculos, el aumento de dos grados en la media de la temperatura global, producirá una pérdida cuantificada aproximada de unos 213 millones de toneladas en los cultivos de arroz, maíz y trigo, por lo que será mucho mayor si se tienen en cuenta otros cultivos.
Como comentábamos, las pérdidas serán consecuencia del aumento del metabolismo de los insectos a causa del incremento de la temperatura, así como de su tasa de crecimiento. Los investigadores explican que los insectos necesitarán comer más por esos cambios en sus organismos, aunque destacan que el vínculo con el crecimiento es más complejo, ya que debe alcanzarse una temperatura óptima, si es demasiado fría o caliente, la población crecerá más lentamente. Por tanto, las zonas del planeta más afectadas por las pérdidas serán aquellas con temperaturas templadas, en zonas como los trópicos las pérdidas serán mucho menos severas porque no reunirán las condiciones para la exposición de la actividad y demografía de los insectos.
Las regiones templadas no tienen una temperatura óptima para los insectos, el aumento de dos grados las convertirá en zonas ideales, en los trópicos se sobrepasará la temperatura óptima provocando un crecimiento más ralentizado de las poblaciones, claro, que entonces se deberán citar otros problemas, como que la temperatura afecte al desarrollo y rendimiento de las plantas, la reducción del agua, el incremento de los desastres naturales relacionados con el clima, inundaciones, sequías, tormentas, huracanes, etc.
Esta nueva investigación complementa a otras como la realizada en el año 2013 por expertos de las Universidades de Exeter y Oxford, en la que se mostraba la relación entre el aumento de la temperatura global durante los últimos 50 años, la ampliación del radio de acción de las plagas y el aumento de la variedad de insectos que participan. También merece la pena dar un vistazo a este otro estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) en relación a la asociación del rendimiento de los cultivos europeos y el cambio climático.
Según los resultados de este nuevo trabajo, alimentos como el trigo, que normalmente se cultiva en climas fríos, sufrirán en mayor proporción las consecuencias del aumento de las temperaturas, destacando el aumento del metabolismo de los insectos, el incremento de las poblaciones y una mejor tasa de supervivencia durante los meses fríos del año. Sobre el maíz, apuntan que se cultiva en algunas áreas donde las tasas de población de insectos aumentarán, aunque en otras disminuirá, dando lugar a un futuro desigual en la producción y rendimiento. En el caso del arroz, alimento que se cultiva principalmente en ambientes tropicales cálidos, las pérdidas de cultivos se estabilizarán si las temperaturas medias aumentan por encima los 3º C, se producirá una disminución del crecimiento de la población de insectos contrarrestando el efecto del aumento del metabolismo en las plagas.
Anteriormente ya hemos comentado que el aumento de las temperaturas modificará las zonas ideales para el cultivo de determinados alimentos, un ejemplo es la producción de vino. Según un estudio del LINCGlobal (Laboratorio Internacional en Cambio Global) perteneciente al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), para el año 2050 una buena parte de las zonas vinícolas habrán desaparecido y se trasladarán a otras zonas que entonces no eran favorables para la producción de uva, recordemos que el impacto del cambio climático afecta de forma beneficiosa a la viticultura del Reino Unido, lo mismo sucederá con los cultivos básicos, provocando una reconfiguración de las zonas de producción en el mundo.
Los investigadores esperan que los resultados del estudio demuestren lo importante que es recopilar datos sobre cómo las plagas afectarán en las pérdidas de cultivos a nivel mundial debido al calentamiento del planeta. Países como Francia, China y Estados Unidos, donde se produce la mayor parte del maíz del mundo, son los que experimentarán mayores pérdidas debido a las plagas. En países como Francia y China, principales productores de trigo y arroz, se sufrirá el mismo problema. El rendimiento de estos tres alimentos es motivo de preocupación, ya que suponen un 42% de las calorías directas que consumen los seres humanos en el mundo, las pérdidas de cosechas darán lugar a un aumento de problemas relacionados con el abastecimiento y alimentación, aumentando la inseguridad alimentaria.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Vermont, y en este otro publicado en la revista científica Science.
Foto 2| USDAgov