Hoy se ha presentado la iniciativa Eat Original, una petición por un etiquetado alimentario más transparente, que busca que la Comisión Europea y el Parlamento Europeo impongan de forma obligatoria la declaración de origen en todos los productos alimentarios. Esta iniciativa ha sido presentada por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), la UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos), y otras organizaciones como Slow Food, UniVerde, Gaia, etc., argumentando que con un etiquetado indicando el origen de los alimentos, ayudaría a mejorar la protección de la salud, prevenir los fraudes alimentaros y garantizar el derecho de los consumidores a acceder a la información.
Lo cierto es que se trata de una petición que, aunque beneficiosa para los consumidores, no lo es para la industria alimentaria, basta con recordar que el presidente de FoodandDrinkEurope (confederación de la industria de los alimentos y las bebidas en la Unión Europea) envió el año pasado una carta al presidente de la Comisión Europea, solicitando que cuestiones como el etiquetado del país de origen de los alimentos no se pusiera en marcha, ya que frenan la competitividad del sector de la industria alimentaria y es un riesgo para la fragmentación del mercado único.
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) es un mecanismo que permite a los ciudadanos presentar iniciativas para legislar sobre determinados temas, influyendo así en sus políticas. Pero esto es algo que en la práctica no parece servir de mucho, sobre todo si se trata de un tema en el que están interesadas las empresas y los políticos. La Iniciativa Ciudadana Europea tiene el propósito de apelar a la Comisión Europea para que proponga a los países comunitarios una etiqueta alimentaria que indique el origen de los alimentos, pero para que se pueda aceptar este instrumento de democracia participativa, se necesitan un millón de firmas de, al menos, siete países miembros de la UE.
La iniciativa ‘Eat Original! Unmask your food‘ (¡Come Original!: desenmascara tu comida) fue registrada por la CE el pasado día 2 de octubre, día en el que se empezaron a recoger las firmas de los ciudadanos por parte de los organizadores de la iniciativa. Para recoger el millón de firmas necesarias, se contará con un año de tiempo y una vez alcanzado el objetivo, la CE deberá pronunciarse en un plazo de tres meses decidiendo si cursa o no la solicitud, siempre justificando la decisión que adopte.
La OCU explica que, en general, en los alimentos frescos y algunos no frescos se suele indicar el origen en el etiquetado, algo que no ocurre con los alimentos procesados. La organización comenta que lo normal sería indicar el origen tanto en productos frescos como procesados, pero ya sabemos que esto no es así, lo que deriva en una situación de desinformación injusta para el consumidor. El origen de un producto es uno de los factores decisivos de compra, así se ha constatado en algunos estudios, pero esta es una información desoída por la CE y las empresas alimentarias.
Desde hace mucho tiempo se ha hablado de la introducción del etiquetado de origen de los alimentos, pero las empresas alimentarias siempre han mantenido su postura de que esta información debe introducirse de forma voluntaria, además, aseguran que se trata de algo imposible de llevar a cabo en el segmento de los alimentos procesados por varias razones, una de las principales es que se realizan continuos cambios de proveedores para poderse abastecer de materias primas durante todo el año, de ello hablábamos aquí.
La OCU cita encuestas y estudios que demuestran que una de las principales preocupaciones de los consumidores a la hora de realizar la compra de alimentos y bebidas es su origen. Citando los resultados de un estudio del año 2013 (podían haber realizado un nuevo estudio para actualizar los datos), el 60% de los encuestados consideraba que la información de origen debería ser obligatoria tanto en alimentos frescos como procesados. Para un 74% de los encuestados, indicar que un producto es de fuera de la UE no es suficiente, es necesario detallar el país e incluso la región. Otra conclusión obtenida era que el 40% de los participantes del estudio pagarían entre un 5% y un 10% más por poder conocer la procedencia a través del etiquetado.
Cierto es que contar con esta información es interesante y ayudaría a tomar una mejor decisión de compra en base a creencias, percepciones, intereses o gustos, pero como ya hemos comentado, a una buena parte de la industria alimentaria no le interesa y no sólo por las razones antes argumentadas, intervienen otros muchos factores que hacen que no quieran dar a conocer el origen de los ingredientes.
La OCU solicita la colaboración de todos los consumidores para poder alcanzar las firmas necesarias para la puesta en marcha de la Iniciativa Ciudadana Europea, asegurando que de este modo se demuestra a los fabricantes que la información sobre el origen de los productos es algo que debería estar siempre presente en el envase y no sólo a conveniencia. Pero lo cierto es que esto lo saben desde hace bastante tiempo, y no darán su brazo a torcer en beneficio de sus intereses, quienes deben actuar es el Parlamento Europeo y la Comisión Europea, obligando mediante legislación a la inclusión de esta información.
En fin, veremos qué pasa con Eat Original, mucho nos tememos que sirva de poco, sobre todo sabiendo que los lobbies de la industria alimentaria tienen una gran influencia en la UE. Podéis conocer más detalles de la iniciativa a través de este artículo de la OCU, si queréis participar y firmar, a través de este enlace tenéis acceso a la Iniciativa Ciudadana Europea.
1 comentarios
Tenemos que exigir saber que comemos, basta ya de enriquecerse ocultando a los consumidores/contribuyentes la composicion de los «alimentos». A saber que estaremos ingiriendo, aunque sea lo que sea, es bien caro, eso los que podemos ingerir algo. Los alimentos, la nueva arma de destruccion masiva. Saludos.