En el mes de agosto nos hacíamos eco de la posibilidad de que el Gobierno de Dinamarca abandonara el impuesto de la grasa que se introdujo en el país en el mes de octubre del año 2011, pues bien, ahora ya es oficial. Se ha lanzado un comunicado en base a los presupuestos del 2013, en el que se anuncia la eliminación del impuesto de la grasa, así mismo, se anuncia la cancelación de otras tasas que se pretendían introducir, como por ejemplo la que debía gravar los productos dulces, el denominado impuesto del azúcar.
El Gobierno del país argumenta que la retirada se debe al aumento del precio de los alimentos, la reducción de las ventas en el territorio nacional y el incremento de las compras de alimentos de otros países, la pérdida de puestos de trabajo o cuestiones como que el impuesto afectaba especialmente a las familias con economías más deprimidas, por tanto da carpetazo al tema y anuncia además la bajada de otros impuestos relacionados con otros servicios, como por ejemplo la calefacción eléctrica. Sin embargo, recordemos que el Ministro de Hacienda del país explicaba que eliminar ingresos con los que ya contaba es una complicación, de ahí que se anunciara la posibilidad de aumentar el bundskat (uno de los impuestos del IRPF) a un 4’64%, actualmente establecido en un 3’67%. Dinamarca abandona el impuesto de la grasa oficialmente, pero es una medida que no ha visto con buenos ojos la EPHA (Alianza Europea de Salud Pública).
La EPHA es una organización europea sin ánimo de lucro que trabaja en pro de la salud pública, sus representantes argumentan que con sólo un año no se pueden ver los beneficios de la medida impuesta hace un año aproximadamente, el impuesto de la grasa se traduciría en beneficios saludables a largo plazo. Por tanto, esta organización invita al Gobierno danés a replantearse su postura, es decir, que vuelva a instaurar el impuesto de la grasa, saben que es poco probable que esto suceda, pero declaran que no pierden la esperanza. Al respecto, nos gustaría recordar un estudio que determinaba que la nueva tasa tendría una repercusión beneficiosa limitada, se concluía que con el impuesto, al cabo de 10 años la esperanza de vida se incrementaría en 5’5 días. Por otro lado, este impuesto no tenía mucho sentido en un país que precisamente no destaca por el sobrepeso y la obesidad.
La Alianza Europea de Salud Pública mantiene su postura e indica que este tipo de tasas sobre la grasa o los azúcares son positivas, apuesta por el beneficio a largo plazo, si tenemos en cuenta el estudio citado, desde luego no es para lanzar cohetes. Quizá este fracaso sea el comienzo de un cambio de tendencia, recordemos que algunos países han introducido tasas similares y otros barajan la posibilidad de aplicarlas. En este sentido nos gustaría que retomarais la lectura del post Impuestos en los alimentos poco saludables, medidas poco eficaces.
Jack Winkler, profesor en políticas nutricionales de la Universidad Metropolitana de Londres (Reino Unido), nos explicaba que este tipo de impuestos podían provocar un efecto negativo y contrario al perseguido. Por otro lado invitaba a analizar aquellos casos donde se había aplicado el impuesto, un ejemplo es Dinamarca, los consumidores compraban productos foráneos y no se reducía el consumo, sin embargo, se incrementaron otros problemas. Este tipo de impuestos sólo sirve para engrosar las arcas del estado y más sabiendo que el dinero recaudado no se destina a financiar los alimentos saludables, la educación nutricional en las escuelas, etc. Para este experto lo más importante era seguir una política de reducción del precio de los alimentos saludables como una alternativa más acertada y con mejores resultados. Quizá la EPHA debería escuchar otras posturas y realizar una profunda reflexión, no se puede invitar a pagar más por los alimentos asociados al sobrepeso y la obesidad, ya que se trata de una organización que vela por la salud pública, que se preocupe de invitar a los Gobiernos a adoptar políticas como la indicada por Jack Winkler.
Dinamarca retira el impuesto de la grasa, y no se debe ver como un error, sino como una experiencia de la que hay que sacar el aspecto positivo. Al margen de la actuación del Gobierno danés, decíamos que quizá de esta experiencia tomen nota otros Gobiernos, aunque no creemos que Francia retire el impuesto de los refrescos o que Hungría retire su famoso impuesto de las hamburguesas. Podéis conocer más detalles del cambio de política en materia alimentaria de Dinamarca, a través de este comunicado del Ministerio de Hacienda del país.
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