Como cada año, el próximo 16 de octubre se celebrará el Día Mundial de la Alimentación, día proclamado por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) en 1979 con el fin de concienciar a la población sobre el problema de la alimentación a nivel mundial y reforzar la lucha contra problemas como la pobreza, la desnutrición y el hambre.
En este día se hablará de los avances realizados para alcanzar el #HambreCero para el año 2030, como parte del Objetivo de Desarrollo Sostenible número dos. En esta ocasión, el Día Mundial de la Alimentación 2019 se celebra bajo el lema “Una alimentación sana para un mundo #hambrecero”. La celebración de este año exige acciones en todos los sectores a fin de lograr que las dietas saludables y sostenibles sean asequibles y accesibles a todo el mundo, al mismo tiempo se realiza un llamamiento para que todos pensemos y nos concienciemos sobre lo que comemos.
A lo largo de las últimas décadas, el patrón alimentario y las dietas han cambiado de una forma drástica, siendo el resultado de la globalización alimentaria, la urbanización y el aumento de los ingresos económicos, se ha pasado de platos tradicionales y estacionales donde predominaban los alimentos vegetales y ricos en fibra, a dietas con alimentos cargados en azúcares, almidones refinados, grasas y sal, se abusa de los alimentos preparados y procesados, de la carne y de otros alimentos de origen animal, etc.
La FAO explica que cada vez se dedica menos tiempo a cocinar en el hogar, sobre todo las personas que viven en entornos urbanos, donde se depende en mayor medida de los establecimientos de comida rápida, de los supermercados, de la comida para llevar, de los vendedores ambulantes de comida, etc. Esto da lugar a que se sigan dietas poco saludables que, sumadas a los estilos de vida sedentarios, han propiciado un incremento significativo de las tasas de sobrepeso y obesidad en países desarrollados, pero también en los países con economías deprimidas, donde hambre y obesidad conviven paradójicamente.
Los datos clave destacados por la FAO son los siguientes: Más de 670 millones de adultos y 120 millones de menores son obesos, más de 40 millones de niños tienen sobrepeso, se calcula que los problemas de salud causados por la obesidad provocan un gasto de unos dos billones de dólares, que las dietas poco saludables y un estilo de vida sedentario han logrado superar al tabaco como principal causa de muerte y discapacidad en el mundo. Más de 800 millones de personas pasan hambre, millones de personas carecen de vitaminas y minerales esenciales para tener una vida activa y saludable.
El actual sistema alimentario causa un enorme daño ambiental que, según la FAO, podría aumentar entre un 50% y un 90% debido, precisamente, al incremento del consumo de alimentos procesados y alimentos de origen animal en los países con economías bajas y medias. Distintas formas de malnutrición conviven en un mismo hogar, incluso en una misma persona a lo largo de su vida, pautas que lamentablemente pueden trasmitirse de una generación a otra.
A esto sumamos la pérdida de biodiversidad, de unas 6.000 especies vegetales que se han cultivado a lo largo de la historia para la alimentación humana, hoy en día sólo se cultivan algo más de 100 especies y ocho de ellas proporcionan más del 50% de las calorías que consume la humanidad. En este sentido, merece la pena retomar la lectura del post sobre el estado de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura en el mundo, se trata de una primera evaluación global que muestra la importancia de mantener la biodiversidad para garantizar un suministro alimentario continuado y, por tanto, alcanzar los retos de la seguridad alimentaria.
El aumento de las temperaturas y el cambio climático son una grave amenaza para la seguridad alimentaria, ya que además de reducir la cantidad de cultivos y su rendimiento, puede provocar que los alimentos tengan menor calidad y valor nutritivo. Sobre estas cuestiones, es interesante leer este estudio en el que se ha calculado el efecto de los eventos climáticos en la variabilidad del rendimiento de los cultivos básicos del mundo, dando como resultado fluctuaciones de entre un -20% y un -49% en el rendimiento de alimentos como la soja, el trigo, el arroz y el maíz.
Por otro lado, según una investigación de la Universidad de Harvard, millones de personas podrían sufrir deficiencias nutricionales por el aumento de los niveles de CO2, que está provocando que los cultivos básicos sean cada vez menos nutritivos, reduciéndose los valores de calcio, magnesio, zinc, etc. Otros estudios llegan a conclusiones similares, el año pasado, investigadores de la Universidad de Tokio (Japón) concluían que el arroz será menos nutritivo a medida que aumente el nivel de CO2 (dióxido de carbono).
Una dieta saludable para un mundo #HambreCero (#ZeroHunger) es complicado si no se realiza un profundo cambio en el sistema alimentario, ya que como comentaba el informe Cities and Circular Economy for Food elaborado por la Fundación Ellen MacArthur, la actual producción alimentaria hace que la alimentación saludable sea imposible. Es necesario un cambio del sistema que se oriente hacia la economía circular, que permitirá obtener beneficios para la salud, el medioambiente y la economía.
La FAO explica qué es una dieta saludable y todos los beneficios que conlleva, del mismo modo, explica qué es una dieta poco saludable y sus consecuencias, comentando que es posible poner en práctica soluciones que acaben con los problemas comentados, pero para ello se necesita un mayor compromiso y acción a nivel mundial, algo complicado cuando hay tantos intereses económicos, falta de conciencia social y ninguna empatía con la grave situación que pueden vivir las próximas generaciones.
Podéis conocer más información sobre el Día Mundial de la Alimentación 2019 y las acciones que se pueden llevar a cabo para intentar alcanzar una mejora en la nutrición y el hambre cero, a través de la página oficial de la FAO.
Foto 2 | European Cyclists’ Federation