Encontramos en los centros de distribución y tiendas de alimentación un sinfín de alimentos en cuyas etiquetas aparecen mensajes como 100% natural, elaborado con productos naturales, etc. Es una lectura que se repite hasta la saciedad. A esto hay que añadir el lanzamiento de nuevos alimentos y bebidas que también incluyen esta descriptiva, algo que termina creando una cierta «fatiga» en los consumidores. Al menos así se explicaba en la 7ª Reunión Anual del Foro de Tecnología e Innovación de los Alimentos celebrado en Chicago (Estados Unidos).
En esta reunión se ha tratado el desgaste del término natural en las etiquetas de los alimentos, ya no resulta un reclamo tan llamativo como hace un par de años, de ahí que algunas empresas empiecen a adoptar otro modelo de mensaje que logre captar la atención de los consumidores, un ejemplo es la ética y el respeto ambiental, son cuestiones que cada vez preocupan más debido al cambio climático, la reducción de los recursos naturales, la mayor conciencia por preservar la biodiversidad, etc. También han experimentado un notable crecimiento todos aquellos alimentos cuyo mensaje se asocia a mejorar la salud, reducción del colesterol, mejora del sistema inmunitario, prevención de riesgos cardiovasculares… es lo que denominamos alimentos funcionales, al respecto os recomendamos leer el post Los alimentos funcionales comerciales, uno de los grandes fraudes de la industria alimentaria.
Se definen varias tendencias clave para potenciar el consumo, alimentos que tengan un reducido contenido en sales, grasas y calorías, que encajan con el modelo de dieta que persigue comer sin riesgo al sobrepeso o la obesidad, alimentos que logren despertar emociones y recuerdos de la infancia o sabores caseros de antaño, ofrecer productos con etiquetas más claras, más limpias y con mensajes definidos, se seguirá apostando por el término natural pero en un formato que lo renueve y permita una mejor percepción.
Para los consumidores, ‘natural‘ sigue siendo un término que se asocia a un alimento saludable, por lo que el enfoque es reforzarlo con los posibles beneficios para la salud. En lo que respecta al contenido calórico, quizá en esta reunión se ha pasado por alto que nos engañan con las calorías de las etiquetas alimentarias, el cálculo de calorías en los alimentos tiene un margen de error de hasta un 30%, la razón es que se sigue utilizando el sistema o factor Atwater, un método que se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del siglo XX por el químico estadounidense Wilbur Olin Atwater. En el cálculo actual no se tiene en cuenta si se trata de alimentos crudos o cocidos, si tienen una masticación fácil, dificultad de digestión, etc. Algunos expertos consideran que en este sentido hay que evolucionar para poder ofrecer una información más fiable.
Claro, que al respecto tendríamos que decir que el término ‘natural’ de los alimentos en Estados Unidos no está bien definido, quizá por ello en ese país la descriptiva natural haya perdido fuerza. Recordemos que algunos alimentos transgénicos se etiquetan como alimentos naturales, la razón es el principio de equivalencia, es decir, un alimento modificado genéticamente es seguro cuando es significativamente equivalente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional. Por tanto, se consideran iguales y pueden ser merecedores de portar en la etiqueta el mensaje 100% natural. Dicho principio de equivalencia es la causa de que la FDA (Food and Drug Administration) no haya definido el término ‘natural’. A esto hay que sumar la cantidad de denuncias y demandas que se han presentado por considerar que se trata de publicidad engañosa, como decíamos, no nos extraña que se haya sufrido un desgaste del mensaje.
La trazabilidad y conocer exactamente el lugar de procedencia de un alimento es clave para muchos consumidores, no importa que se trate de comida local o importada de otro país, basta con indicar su verdadera procedencia sin recurrir a las clásicas artimañas para evitar mencionar su origen. Otra cuestión tratada en el foro es la innovación y el uso de la tecnología, especialmente aprovechar todo lo que ofrecen los teléfonos inteligentes, que los consumidores puedan escanear un código QR superando las limitaciones de una etiqueta alimentaria y poder acceder a todo tipo de información relacionada con el producto, nos da la impresión de que estén hablando de la aplicación GS1 GoScan creada en Australia y que cumple perfectamente con esta demanda que permitiría avanzar y mejorar los resultados de las empresas alimentarias.
A través de esta nota podemos saber que también se han citado interesantes iniciativas como los supermercados virtuales en el metro, una iniciativa desarrollada por la cadena Tesco (Reino Unido) en Corea del Sur, y que también hemos conocido en Barcelona de la mano de la cadena de supermercados Sorli Discau. En definitiva, en el foro se han planteado varias tendencias a seguir y cambios que se deben realizar para mejorar la aceptación de los consumidores, logrando ofrecer un mayor impulso a las ventas de alimentos y bebidas.
Podéis conocer el programa de Food Technology & Innovation Forum 2013 a través de www.thefoodsummit.com, suponemos que en breve liberarán la información al completo tratada en esta cita.