Ayer se emitió una alerta a través del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) de la Unión Europea, en la que se advertía acerca de los melones procedentes de Marruecos y su elevado contenido en clorpirifós, un insecticida organofosforado utilizado en el control de plagas, que por su toxicidad y riesgos para la salud humana, agencias como la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) o la EPA (Agencia de Protección Ambiental) decidieron prohibir en suelo comunitario y estadounidense.
Según el reglamento comunitario, en los alimentos procedentes de terceros países y concretamente las frutas, se establece un 0,01 mg/kg como límite máximo de residuos (LMR) de clorpirifós en las frutas importadas. Este límite se sobrepasa en los melones importados de Marruecos y lo cierto es que no sorprende, ya que es frecuente que este país incumpla las normativas comunitarias, recordemos que el año pasado se emitió una alerta por las sandías importadas de Marruecos por superar los niveles permitidos de metomilo, un insecticida clasificado como pesticida con una alta toxicidad.
Merece la pena destacar que en 2019 podíamos conocer un estudio de la EFSA en el que se destacaba la peligrosidad del insecticida clorpirifós, apuntando entre otros riesgos sus posibles efectos genotóxicos y neurológicos en el desarrollo infantil, de todo ello hablábamos aquí. Volviendo a la alerta en cuestión, Marruecos es uno de esos países con regulaciones más laxas o inexistentes en materia de productos fitosanitarios, de ahí que se deban intensificar mucho más los controles e inspecciones. Lamentablemente se llevan a cabo muestreos muy escuetos, y aunque se hayan detectado partidas de frutas y verduras que incumplen la legislación, es probable que otras muchas hayan entrado en territorio comunitario.
La organización FACUA-Consumidores en Acción se ha hecho eco de esta alerta y critica la escasa información que ha publicado la Comisión Europea al respecto, haciendo dudar de todos los melones que proceden de Marruecos al no informar sobre la empresa productora o la zona del cultivo en el país. Y así es, si accedemos a esta página de la alerta RASFF, podemos comprobar que la información es realmente escueta y no debería ser así, debe contar con toda aquella información que puede ser de utilidad para el resto de países.
La organización de consumidores exige cambios en los protocolos de información proporcionada por el sistema de alertas RASFF, solicitud que se ha realizado anteriormente por otros países. En este sentido, os recomendamos retomar la lectura de este post, en el que destacábamos que la cadena alimentaria tiene muchas debilidades que han sido denunciadas desde hace años por varias organizaciones de consumidores, la falta de transparencia, la falta de trazabilidad, unos controles limitados, unas sanciones que no son significativas y que favorecen la continuidad de las irregularidades…
Nuestro país debería enfatizar mucho más en los controles de alimentos procedentes de Marruecos, el historial de detecciones demuestra que el problema de las irregularidades está lejos de solucionarse.