A través de un estudio del CGIAR, una asociación de organizaciones que se dedican a la investigación para determinar las mejores estrategias para garantizar la seguridad alimentaria del futuro, podemos saber que la producción agrícola y alimentaria mundial liberan a la atmósfera unas 17.000 megatoneladas de dióxido de carbono (cada megatonelada equivale a un millón de toneladas), es decir, la contaminación representa un 29% del total de emisiones de gases de efecto invernadero globales. El estudio del CGIAR pertenece concretamente a su programa de investigación CCAFS (Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria). Este programa persigue alcanzar la seguridad alimentaria sostenible en un mundo en continuo crecimiento poblacional, con más necesidades y exigencias alimentarias, con más problemas derivados del cambio climático, etc. Superar las amenazas que se ciernen sobre la seguridad alimentaria requiere un continuo estudio y la puesta en marcha de nuevos modelos productivos más sostenibles.
El análisis realizado por el programa no sólo nos proporciona datos sobre cuánto contamina la agricultura y la alimentación mundial, también detalla que ya no se trata de reducir la huella del carbono, sino de modificar los actuales sistemas productivos a consecuencia del cambio climático. Al respecto nos gustaría citar el estudio que llevaron a cabo los investigadores del Instituto de Ecología Social de Viena y de la Universidad Alpen-Adria, en el que se concluía que el incremento de la producción ganadera afecta a la seguridad alimentaria de las próximas décadas, los expertos proponían algunos cambios significativos en los modelos productivos que coinciden con los datos que ahora facilita el análisis del CCAFS. El objetivo es desarrollar modelos de producción que respondan a la pregunta ¿Cómo alimentar al mundo en 2050?
Es necesaria una recalibración de la producción de alimentos a nivel mundial, el cambio climático no sólo cambiará el clima, afectará de forma determinante a los actuales sistemas productivos causando un gran impacto en la relación alimentación-humanidad. En el informe se habla de mitigar los efectos del cambio climático en la medida de lo posible, e iniciar el proceso de adaptación al nuevo escenario que se plantea para las próximas décadas. Los agricultores de todo el mundo, y especialmente los pequeños agricultores de los países en vías de desarrollo, deben poder tener acceso a las nuevas tecnologías y los últimos avances científicos, hay que proveerles de las herramientas necesarias para que puedan producir alimentos de una forma más sostenible y capaz de soportar los cambios que se plantean. Claro, que hay muchos puntos reflejados en el análisis, que según el CCAFS, es un llamamiento urgente que se realiza a los participantes de la 18ª Reunión de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC) que se celebrará desde el 26 de noviembre hasta el 7 de diciembre en Dona (Qatar).
Frank Rijsberman, responsable del programa CCAFS y director general del CGIAR, explica que se ha llegado a un acuerdo generalizado sobre el hecho de que la agricultura juega un papel fundamental en el cambio climático, y ya no se trata de reducir y ajustar las emisiones que agravan el calentamiento del planeta, hay que ofrecer modelos alternativos para adaptarse al nuevo panorama. Hay que decir que la cifra reseñada, 17.000 megatoneladas, comprende la producción y distribución de alimentos, fabricación de fertilizantes, almacenamiento, transporte, crianza de ganado, refrigeración, etc.
El impacto del cambio climático en la agricultura altera la forma en la que crecen y se producen los alimentos, algo que afectará en mayor o menor medida a diferentes regiones del mundo, en algunas se deben llevar a cabo los cambios necesarios con urgencia, ya que acusan de forma más pronunciada las consecuencias del calentamiento de la Tierra. Según el análisis el rendimiento de tres de los principales cultivos del planeta, arroz, maíz y trigo, disminuirá en muchos países en vías de desarrollo a medida que se vayan incrementando las temperaturas y se reduzcan las precipitaciones. Hemos citado tres alimentos, pero se ha realizado un análisis sobre 22 productos básicos muy importantes en la alimentación mundial, el panorama agrícola que se dibuja sufrirá muchas transformaciones con respecto al modelo actual y tendrán menor capacidad de reacción los países más desfavorecidos, de ahí que se recomiende proporcionarles tecnología, información, etc.
Según el estudio, el cambio climático afectará en todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde la producción, hasta que el alimento llega a la mesa, el aumento de temperatura, la sequía o las inundaciones incrementan los desafíos en lo que respecta a almacenamiento y distribución de alimentos, así mismo, se incrementa el riesgo de enfermedades que se transmitan a través de la alimentación afectando a la ganadería y los seres humanos, pero especialmente a aquellos países más deprimidos económicamente. Hasta el momento, en las reuniones sobre el cambio climático se ha tratado la reducción de las emisiones contaminantes de forma sostenible, mejorar el rendimiento y rentabilidad de los cultivos, pero también es muy importante tener en cuenta la seguridad alimentaria.
Con respecto a la producción alimentaria, se estima que para el 2050 en los países en desarrollo los rendimientos del trigo podrían caer un 13%, el arroz en un 15%, el maíz hasta un 20%, hablamos de países africanos y asiáticos, esta información contrasta con la necesidad productiva que se plantea para el 2050 y que alude al incremento de la productividad en un 70%. Por supuesto, este panorama está ligado al incremento de precios tanto en la alimentación humana como para el ganado. Otro tema también tratado es la disponibilidad del pescado, recordemos que los peces son muy vulnerables al cambio climático, por lo que peligra la seguridad alimentaria de los países que dependen de los productos marinos para su alimentación y economía.
La noticia de Science Daily nos detalla problemas asociados a otros alimentos, soja, lentejas, frijoles y otros alimentos habituales en la dieta de los países en vías de desarrollo. El cambio climático incrementa además el número de plagas y enfermedades que sufren los cultivos. En definitiva, se necesita un nuevo modelo que permita adaptar y calibrar la producción alimentaria en respuesta al cambio climático y todos sus desafíos, por supuesto, no sólo en los países más desfavorecidos, los países industrializados también deberán adaptarse. En el informe se refleja que aún se está a tiempo de hacer los cambios oportunos pudiendo evitar algunas de las consecuencias citadas, pero es necesario un trabajo conjunto a escala global. Podéis conocer más detalles de todos los trabajos del programa de investigación sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria a través de la página oficial del CCAFS.