Hoy conocemos un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Seguridad Alimentaria y Gestión de la Calidad de la Universidad de Belgrado (Serbia), que ofrece datos sobre los cuerpos extraños que se pueden encontrar en los alimentos con más frecuencia. Según los resultados obtenidos, los insectos, el vidrio y diferentes tipos de metales son los contaminantes físicos más habituales, destacando especialmente los insectos.
Sobre las principales categorías de alimentos en las que aparecen cuerpos extraños, destacan las frutas y las hortalizas con un 24’8%, los frutos secos y las semillas en general con un 21’1%, y los productos de confitería y panadería con un 17’6%. Para llevar a cabo este estudio los expertos analizaron los datos de las notificaciones recogidas en el RASFF (Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos) de la Unión Europea, durante el periodo 1998-2015.
Los expertos detectaron 37 fuentes principales de alertas, y además de las comentadas, se han detectado trozos de madera, huesos, virutas de pintura, piedras, tejidos, animales pequeños como ratones, etc. Algunos de estos materiales pueden causar lesiones graves, especialmente los objetos duros o afilados de entre 7 y 25 milímetros de tamaño. En total se examinaron 1.446 incidencias relacionadas con los cuerpos extraños, los productos alimenticios que estuvieron involucrados y su origen geográfico, destacando que la mayor parte de las notificaciones procedían de Europa del Este.
Según los investigadores, este tipo de contaminantes físicos o cuerpos extraños en los productos alimenticios son la mayor fuente de quejas por parte de los consumidores, siendo un tema importante de preocupación para la industria alimentaria. Sobre las alertas por los cuerpos físicos extraños, los insectos acaparan el grueso de las mismas con un 54’6%, le sigue el vidrio con un 17’4% y los diferentes metales detectados con un 11’5% de las alertas.
Hemos hablado de Europa del Este y los elementos indeseables que más se han detectado en esta zona Europea, pero la raíz de las alertas varía dependiendo de las regiones de Europa, así, en el Reino Unido (noroeste de la Europa Continental) el vidrio y el plástico fueron los dos elementos que más alertas provocaron, en los países del norte de Europa a nivel general, los elementos más detectados fueron el plástico, la madera y el caucho. En los países de Europa Occidental los cuerpos extraños más detectados fueron los metales y el vidrio. Si saltáramos a otros países de otros continentes, por ejemplo Estados Unidos, el mayor número de alertas son causadas por insectos vivos, muertos o la detección de signos de que han estado presentes en los alimentos.
Sobre las alertas asociadas a los diferentes metales que se pueden encontrar en los alimentos, sorprende a los investigadores sobre todo porque los detectores de metales y el uso de imanes es algo generalizado en las cadenas de la industria alimentaria. Sobre este tema no dan una explicación, pero es evidente que existen fallos en los procedimientos que facilitan la introducción y la no eliminación de estos cuerpos extraños indeseables. En general, la mayoría de los cuerpos extraños se pueden detectar en las cadenas de producción utilizando diferentes tipos de tecnología, además de los detectores de metal e imanes, se utilizan rayos X, métodos de separación mecánica como puede ser el tamizado, la flotación o la separación por gravedad, donde se aprovecha la fuerza de la gravedad para separar los sólidos que están presentes en un líquido.
En el periodo analizado se ha detectado que la media anual de alertas por este problema oscila entre 90 y 150, a excepción del año 2011, cuando se recogieron hasta 213 notificaciones por cuerpos extraños presentes en los productos alimenticios. El 78’3% de los elementos detectados se clasificaron como de muy bajo riesgo, el 11’8% como no grave, y el 9’9% como un riesgo serio. A nivel general, en Europa los alimentos como la carne y los productos lácteos fueron los que más alertas provocaron en los países occidentales, las frutas y verduras en los países del sur, y los productos de panadería y confitería en los países del norte de Europa.
Los expertos comentan que en esta investigación existen limitaciones, la razón es que los resultados se basan en los datos que están presentes en el RASFF, no están presentes todos los problemas que se hayan podido encontrar en relación con los cuerpos extraños a lo largo del periodo estudiado. Estos resultados no se pueden utilizar para predecir riesgos, pero sí para trabajar en mejorar la seguridad y detección de los cuerpos extraños que pueden aparecer en los alimentos. La investigación es interesante y proporciona todo tipo de detalles y gráficas sobre el número de detecciones por año, los componentes principales detectados según los datos del RASFF, el porcentaje de detecciones por tipo y país, etc.
Podéis conocer todos los detalles de este trabajo, a través de este artículo publicado en la página científica Food Control.