Un grupo de investigadores de la Universidad de Manchester ha realizado el primer estudio para conocer cuál es el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero de un sándwich, sea casero o elaborado por la industria alimentaria. En la investigación se han tenido en cuenta todos los eslabones de la cadena de procesamiento, la producción de los ingredientes que componen el sándwich, el proceso de envasado y transporte, incluso los posibles desperdicios alimentarios generados en la cocina de casa o en la industria por su elaboración.
En cierto modo este estudio nos recuerda al realizado por expertos del Centro Grantham para el Futuro Sostenible de la Universidad de Sheffield, para conocer el impacto ambiental que tiene la elaboración de pan, así como para determinar las claves para educir el impacto ambiental de una barra de pan. En el estudio sobre el impacto medioambiental de la elaboración de un sándwich, los expertos analizaron un total de 40 tipos de sándwich, elaboraciones en las que se utilizaron diferentes ingredientes, bacon, jamón, salchichas, queso, etc., para comprobar qué recetas se asociaban a un mayor o menor impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De todas las recetas analizadas, se consideró que un sándwich de desayuno que incluye bacon y salchichas que ha sido elaborado por la industria alimentaria, es el que se asocia a una mayor emisión de dióxido de carbono, apuntando que las emisiones son equiparables a las de un coche que conduce unos 19 kilómetros. En el otro extremo aparece el sándwich casero de jamón y queso que, dependiendo de la receta, tiene la huella de carbono más reducida, a esto hay que añadir que se aboga por la elaboración casera, ya que se constata que su impacto ambiental es dos veces menor que el de un sándwich listo para comer de la industria alimentaria.
Un sándwich preparado por la industria tiene un impacto que oscila entre 739 y 1.441 gramos de CO2, en cambio, la huella de carbono del sándwich hecho en casa varía entre 399 y 843 gramos de CO2, lo que muestra claramente que es preferible preparase el sándwich en casa para reducir su impacto ambiental. Teniendo en cuenta que según la British Sandwich Association (BSA), asociación de Gran Bretaña que tiene entre sus objetivos el cometido de vigilar y proporcionar una definición de los estándares de elaboración de los sándwiches, en el Reino Unido se consumen unos 11.500 millones de estos bocadillos al año, de los que el 50% proceden de la industria alimentaria, podemos imaginar la gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se asocian a este producto.
Los expertos comentan que los sándwiches son uno de los alimentos básicos de la dieta británica y que tienen una importante cuota de mercado en el sector de la alimentación, por lo que es importante comprender qué contribución tiene este segmento en las emisiones de gases de efecto invernadero. Los 11.500 millones de sándwiches que se elaboran anualmente generan una media de 9’5 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a la circulación anual de 8’6 millones de vehículos. Según los resultados, los mayores contribuyentes en la huella del carbono de un sándwich son la producción agrícola y el procesamiento de los ingredientes que, dependiendo del tipo de sándwich preparado, varía entre el 37% y el 67% en las emisiones de CO2.
Todos los eslabones de la cadena contribuyen en la huella del carbono, por ejemplo, mantener los sándwiches refrigerados en los supermercados y en las tiendas supone el 25% del equivalente en emisiones de gases de efecto invernadero. Producción de la materia prima, transporte de estas, elaboración, procesamiento, envasado, distribución, conservación, etc., hacen que la huella del carbono de un simple sándwich sea muy elevada.
Los expertos explican que es posible reducir la huella del carbono hasta en un 50% si se realizan cambios en las recetas de los sándwiches, en el envasado y en la extensión de las fechas de consumo preferente y caducidad, ya que con ello se reduciría el desperdicio alimentario, de hecho, se calcula que se reducirían en 200 toneladas anuales los residuos asociados a los sándwiches. En el cambio de recetas se recomienda omitir o reducir determinados ingredientes que se asocian a una mayor huella de carbono, por ejemplo, el tomate, el queso, la lechuga o la carne, aunque quizá estos son ingredientes demandados por los consumidores y las nuevas recetas de sándwiches ya no serían tan atractivas para los consumidores.
Estos resultados sirven para que los consumidores se den cuenta de la gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se generan por un simple sándwich y cómo aumenta si se elige consumir un producto de la industria alimentaria. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad de Manchester, y en este otro publicado en la revista científica Sustainable Production and Consumption.
Foto 1 | Susan Lucas Hoffman
Foto 2 | stu_spivack