Hoy conocemos una investigación desarrollada por expertos de la Universidad de Edimburgo (Escocia) y el Instituto Tecnológico de Karlsruhe (Alemania), en la que se analiza cuál es el impacto de las dietas en la pérdida de biodiversidad, concretamente de las dietas veganas, vegetarianas y omnívoras, en la biodiversidad de los trópicos. Según los resultados obtenidos, las actuales prácticas agrícolas impulsadas en su mayor parte por la demanda de alimentos de origen animal, representan una seria amenaza para la actual biodiversidad.
Los expertos comentan que más de un tercio de la superficie del planeta se dedica a la producción de alimentos, y según las tendencias y previsiones recientes, se espera que la superficie para la producción alimentaria se incremente a un ritmo mucho más acelerado que en los últimos tres siglos, periodo en el que el 50% de las praderas y estepas, y una tercera parte de los bosques, se transformaron en zonas para la producción de alimentos. Apuntan que la expansión agrícola industrial golpea los trópicos de Asía, África y América Central y del Sur, afectando especialmente a las regiones o puntos críticos con más biodiversidad del planeta.
Según los resultados, la relación entre la pérdida de biodiversidad y el consumo global de carne es particularmente significativa, sea por la propia producción ganadera o por la producción de cultivos destinados a la alimentación animal. Los investigadores dicen que el estudio vincula la dieta con la sostenibilidad, siendo un buen argumento para considerar ambos factores. Como información complementaria, merece la pena retomar la lectura de este post en el que hablábamos de los problemas asociados a la ganadería industrial y al consumo excesivo de carne, así como el nuevo estudio publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) del que hablábamos aquí.
Los investigadores comentan que la asociación entre las dietas y la pérdida de la biodiversidad no ha captado la misma atención que la relación de las dietas y el cambio climático, la razón es que en los últimos años se ha destacado, sobre todo, el problema del calentamiento del planeta en relación a la producción alimentaria, como si la pérdida de biodiversidad no fuera un tema tan importante. Este estudio pretende hacer frente a un vacío informativo sobre esta cuestión, así como informar de los efectos de las dietas en la pérdida de biodiversidad.
En este trabajo, los expertos utilizaron un modelo alimentario global para predecir el uso de la tierra y los cambios en la producción agrícola hasta el año 2100 en el contexto de tres escenarios dietéticos, dietas veganas, vegetarianas y omnívoras, como ya hemos comentado. Se ha realizado una proyección de las consecuencias que tendría cada grupo en términos de uso de las tierras de cultivo y las implicaciones que tendría el cambio de la utilización del suelo para la biodiversidad. La proyección de la intensidad e incremento agrícola diseñada para aumentar el rendimiento, así como la reducción del área de tierra necesaria para la producción, se colocaron en el centro de atención.
Las prácticas agrícolas actuales se han relacionado con la contaminación por fertilizantes y pesticidas, por lo que el equipo de investigación también quería comprobar si la intensidad de la producción podría ser alterada para aquellas dietas que están basadas en alimentos vegetales que son más eficientes a la hora de utilizar los recursos, tierra, agua, etc. El estudio encontró que bajo el escenario del modelo económico y productivo que predomina en la actualidad, la región más amenazada se encontraba en los trópicos, debido a la presión de la expansión agrícola y el perfil de biodiversidad. Los investigadores predicen que con el escenario BAU (Business as usual), se producirá la pérdida del 9% de la tierra en todo el mundo para el año 2100, un 95% de esta pérdida se ubicará en los trópicos.
Con los otros dos escenarios (dietas veganas y vegetarianas), que equivalen a una reducción del 95% en el consumo de productos procedentes de animales rumiantes y una reducción del 95% en el consumo de productos de origen animal, la expansión agrícola se redujo en gran medida en aquellos puntos críticos para la biodiversidad, algo lógico, ya que actualmente el 26% de la tierra cultivable del mundo se utiliza para el pastoreo del ganado, un 33% se destina al cultivo de productos para la alimentación animal y otro pequeño porcentaje para cuestiones relacionadas. Toda esta tierra de cultivo se destinaría a la producción de alimentos para los seres humanos.
Un cambio hacia una dieta basada en alimentos vegetales tiene muchos beneficios para el planeta y la salud humana, para los investigadores es importante saber que este cambio puede ayudar de forma significativa a preservar la biodiversidad, así que destacan que las dietas ricas en productos de origen animal tienen un impacto negativo, provocando la pérdida de vegetación natural en áreas con gran biodiversidad, mientras que las dietas ricas en alimentos vegetales se asocian a la protección de estas áreas.
Los investigadores comentan que el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, se centra (obviamente) en el clima, que la investigación que han realizado es complementaria a este informe y que en ambos casos, se envía un mensaje muy similar en relación al impacto que la agricultura y la producción de alimentos tienen en la sostenibilidad del medio ambiente. Es necesario poner en marcha una producción alimentaria más sostenible y eficiente, reducir las pérdidas y desperdicios en la cadena de suministros y pensar en los cambios que se están produciendo en la demanda alimentaria de los consumidores, es decir, hay que poner en marcha un enfoque multifacético y multisectorial.
Surge la pregunta ¿cómo pueden los políticos trabajar para cambiar los hábitos de los consumidores y conservar la biodiversidad? La respuesta, según los investigadores, es crear conciencia, aumentar la educación y ofrecer más información sobre la relación entre la dieta, la conservación de la biodiversidad, la lucha contra el cambio climático, la mejora de la salud, etc. De este modo, los consumidores pueden decidir voluntariamente cambiar su comportamiento y sus hábitos alimenticios, teniendo todos los elementos de juicio necesarios.
Los expertos comentan que los gobiernos podrían subvencionar los alimentos que son más beneficiosos para el planeta y la salud, gravando al mismo tiempo aquellos que resultan más perjudiciales. También consideran importante que los fabricantes de alimentos proporcionen más información sobre el método de producción y abastecimiento de ingredientes para cada producto que elaboran. Lo cierto es que proponen varias medidas que, lamentablemente, es difícil que se adopten. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de este artículo publicado en Global Environmental Change, y en este otro publicado en la página de la Universidad de Edimburgo.
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