Durante los últimos años la producción de tomates en nuestro país ha experimentado un pronunciado descenso de las ventas, la exportación de tomates se reduce y el origen se encuentra en la competencia de terceros países como Marruecos, cuyos precios son tan bajos que fuerzan al sector del tomate español hasta el punto en que varias explotaciones han tenido que cerrar por no poder hacer frente a la nueva situación, es la crisis del tomate español. Es imposible competir cuando las normativas y las condiciones laborales son tan dispares, a esto hay que añadir que el tomate marroquí está libre del pago de aranceles, algo que no ocurre si tenemos que exportar tomates o cualquier producto a Marruecos, la política de la UE es incomprensible.
Los números de los productores españoles son tan rojos como el color de sus tomates, el retroceso de las explotaciones prosigue su marcha, sería interesante recordar que antaño las tomateras murcianas producían 40.000 toneladas de tomates, actualmente no se superan las 15.000 toneladas, no es extraño que algunos productores españoles hayan decidido trasladar sus explotaciones a Marruecos, producir en ese país es mucho más barato y permisivo, siendo todo ventajas para los productores, beneficios fiscales, ventajas laborales como las jornadas de trabajo más largas o no pagar seguridad social, menores exigencias en lo que respecta a la legislación sobre fitosanitarios o respeto medioambiental… Estas cuestiones son aceptadas por Europa sin que importe que se produzca una crisis del tomate, recordemos que se aumentaron las importaciones de tomates de Marruecos a Europa estableciendo una cuota excesivamente elevada, lamentable gran acuerdo entre la UE y Marruecos.
Para quienes han decidido seguir produciendo tomates en España, el aumento de las importaciones de tomate de Marruecos y de terceros países obligan a buscar alternativas para la viabilidad del sector, la innovación, la producción de nuevas variedades, la modernización de las instalaciones, la diferenciación de la calidad entre lo producido en nuestro país y lo que producen terceros países, en definitiva, se debe realizar una fuerte reestructuración y desarrollar una estrategia que pueda permitir que el sector siga con su actividad. Algunas compañías tomateras explican que el retroceso del cultivo está generalizado y la tendencia hace creer que el futuro del sector del tomate peligra, la verdad que a este ritmo la deducción es lógica.
Según FEPEX (Federación Española de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas) las exportaciones se han reducido de 127.179 toneladas de la temporada 2006-2007 a 72.741 toneladas en el periodo 2010-2011, es decir, 54.438 toneladas menos. Si revisamos el historial de las exportaciones de cada periodo podemos comprobar que el ritmo de caída se acelera notablemente. A todo esto hay que recordar que Marruecos sigue incumpliendo lo que se estableció en el Protocolo Agrícola del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, el mercado se satura de tomate marroquí y terceros países, y la consecuencia es la desestabilización de la actividad en suelo europeo, siendo más acusado el problema en suelo español.
La Comisaria Europea de Agricultura declaró en su momento que los tiempos del proteccionismo pertenecían al pasado de los productores europeos, sin embargo, casi podríamos decir que se ha aplicado el proteccionismo a los productos de terceros países proporcionando todo tipo de beneficios para que puedan desarrollar su actividad, reducción de aranceles, permisibilidad en lo que respecta a productos fitosanitarios, aumento de las importaciones dando prioridad con respecto al producto producido en Europa… Basta con dar un vistazo a los centros comerciales y cadenas de distribución para comprobar que mayoritariamente se comercializan productos de terceros países y, resulta complicado encontrar producto nacional.
Que los tiempos del proteccionismo han desaparecido es verdad, pero ante esta situación es casi obligado replantearse algunas medidas proteccionistas, comprar producto nacional no sólo ayuda a que el sector se mantenga a flote, también evita que se reduzca la oferta laboral. A través de la publicación digital Agroinformación, podemos conocer las declaraciones de FEPEX, esta federación indica que por cada mil toneladas de tomate que se dejan de exportar, se pierden 50 puestos de trabajo en zonas de producción que ya de por sí están muy castigadas por el alto índice de paro. Bruselas no parece replantearse la situación y hasta que el sector logre alcanzar los objetivos que antes hemos citado, parece que la única salida es que los consumidores se vuelquen en la compra del producto nacional, ser un poco más proteccionistas, adquirir tomates y otros alimentos producidos en nuestro país, ayudará a superar en la medida de lo posible la crisis de los tomates y de otros alimentos aunque sea de forma discreta.
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