La Crème fraîche o crema fresca es un ingrediente procedente de la cocina francesa pero que se ha extendido ya a casi todas las cocinas. Ofrece una textura aterciopelada al paladar, es ligeramente ácida y proporciona un sutil sabor a nuez, características muy apropiadas para multitud de platos.
La crème fraîche es una crema espesa y suave que se hace a partir de la nata y de agentes de fermentación o bacterias. Se elabora inyectando cultivos de lactobacillus a la nata no pasteurizada y conservando a temperatura ambiente hasta que se desarrollan y acidifican la crema. Después se pasteuriza para frenar el proceso.
No hay que confundir la crème fraîche o crema fresca con la crema agria, una de las diferencias entre ambas cremas, además del sabor, es que la primera sí se puede llevar a ebullición sin que se corte.
Podemos encontrar la crème fraîche en muchos establecimientos, la presentación comercial es en tarrinas, pero también podemos hacer nuestra crème fraîche casera, a continuación os damos la receta, para ello necesitaremos dos ingredientes, nata montada y mantequilla.
Basta con mezclar 240 gramos de nata montada firme (36% materia grasa) con una cucharada sopera (unos 15 gramos) de mantequilla pomada o mantequilla temperatura ambiente. Esta mezcla se introduce en un recipiente de cristal tapado y se deja reposar toda la noche a temperatura ambiente (a unos 21º C) para que fermente y espese, el tiempo necesario puede variar entre las 8 y las 24 horas.
Después hay que conservarla en el frigorífico bien cerrada y el plazo de consumo es un máximo de diez días. Pero cuando la pruebes incorporándola en las salsas, en una tarta de queso, regando unas frutas, un pescado o en la sopa, seguro que tienes que ponerte en marcha para hacer más crème fraîche. Y lánzate a hacer pruebas, porque esta crema también la puedes endulzar o aromatizar con especias para platos dulces o salados, ya nos contarás.