Una de las preguntas que se hacen los consumidores cuando compran trufa negra fresca, es cómo conservarla y cuántos días puede durar. Lo normal es que los productores y vendedores de trufa negra tengan la respuesta adecuada, que sepan dar las instrucciones correctas a sus compradores, dado que deben ser conocedores del producto que venden y saber cuáles son las mejores condiciones para conservarlo.
Pero debemos decir que no siempre es así, cosa que lamentablemente sucede en cualquier otro sector comercial, en más de una ocasión hemos estado en una feria o evento relacionado con la trufa negra, particularmente con la apreciada Tuber melanosporum, y hemos escuchado consejos sobre la conservación de este hongo que no son los más apropiados.
Y seguramente muchos de vosotros podréis confirmarnos que también conocéis la recomendación de conservar la trufa negra en aceite. Pues va a ser que no, que esta recomendación no es la adecuada, y mucho menos si después se quiere disfrutar de la trufa negra laminada o rallada como se puede hacer si se conserva en un tarro con huevos o con arroz.
Aunque el aceite de oliva se utiliza desde la antigüedad como conservante natural porque aísla a los alimentos del aire y de los microorganismos, conservar la trufa negra en aceite de oliva no es buena idea, entre otras cosas porque este hongo se compone de un 80% de agua, que no se integra en el aceite.
Además de que se corre el riesgo de que se desarrolle la bacteria Clostridium botulinum (la del botulismo), conservar la trufa fresca en aceite de oliva puede terminar haciéndonos tirar este diamante negro porque le ha salido moho. En cuanto a lo de utilizar la trufa negra en una receta cuando ha estado conservada en aceite, se podrá hacer si está en condiciones, pero habrá perdido todas sus cualidades organolépticas, aromas, sabor, textura…
Cabe destacar que estamos hablando de conservar la trufa por un periodo más largo del que se conserva por sí sola en nuestro frigorífico. Recordad que la trufa negra se debe conservar en frío, en un recipiente hermético que una vez al día se abrirá para que respire, y puede estar envuelta o acompañada de papel de cocina humedecido para que no se reseque. Así, ventilando la trufa y cambiando el papel húmedo (aunque también hay quien dice que se debe envolver en papel secante), podemos conservar la trufa fresca una semana.
Y la mejor recomendación que se puede obtener para disfrutar de todas las cualidades de la trufa negra es consumirla en menos de una semana, una conservación mayor nos hará perder esta joya de la naturaleza que, por suerte o por desgracia, ya se puede disfrutar también de cultivo, aunque sigue siendo un producto bastante dependiente, vaya, que no es como cultivar fresas.
Ya sabéis que nosotros somos unos apasionados de este hongo denominado ‘el diamante negro de la cocina‘ y no falta en nuestra mesa cuando está en temporada, y ya os hemos explicado cómo solemos conservarla cuando nos dura más de dos días, aprovechando para aromatizar huevos. Así que es buen momento para que retoméis la lectura de este post y conozcáis todos los detalles, si tenéis posibilidad de acudir a un mercado o a una feria de la trufa fresca en estas semanas, aprovechad para comprarla y disfrutarla. Es única.