Hace unos años, en Estados Unidos se puso en marcha un plan para intentar frenar la resistencia de los insectos al maíz transgénico o maíz Bt, una variedad que integra genes del Bacillus thuringiensis, bacilo productor de una proteína tóxica denominada Delta endotóxica que resulta mortal para distintos insectos y nematodos que atacan los cultivos. El plan consistía en plantar maíz tradicional en zonas de maíz transgénico para reducir el desarrollo de la resistencia a la toxina.
Plantando maíz tradicional se pretendía diluir la resistencia de los insectos, se consideraba que los insectos tradicionales se aparearían con los que sí han desarrollado la resistencia en estas zonas libres de maíz transgénico, diluyendo supuestamente esa capacidad en las siguientes generaciones. Se podría decir que estas zonas eran refugios y comederos para los insectos y nematodos, cumpliendo dos finalidades, diluir esa resistencia y evitar que los tradicionales pudieran desarrollar la resistencia. Pues bien, un estudio realizado por la Universidad Estatal de Carolina del Norte concluye que es necesario concienciar a los agricultores de cultivos transgénicos sobre la importancia de los “cultivos refugio”, ya que según los resultados, existe un déficit significativo de la cantidad de estos espacios donde se debe cultivar maíz tradicional.
Según los autores del estudio, el déficit de cultivos refugio podría acelerar la velocidad a la que los insectos van a evolucionar adquiriendo la resistencia y arrasando irremediablemente con los cultivos de maíz y otras variedades Bt. En su momento, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos determinó que era necesario que los agricultores que trabajan con transgénicos, destinaran entre un 5% y un 20% de la zona de cultivo a la plantación de producto tradicional dependiendo del tipo de semilla modificadoa genéticamente con la que trabajasen, por ejemplo, para el maíz modificado genéticamente que contiene dos tipos diferentes de toxinas Bt se destinaría un 5% de la superficie cultivada a la plantación de maíz tradicional.
Los expertos comentan que durante dos décadas los cultivos Bt han sido utilizados por los agricultores para limitar la acción de las plagas con éxito, pero tras detectar que los insectos desarrollaban resistencia a la proteína Bt, fue necesario introducir nuevas reglas en las plantaciones (las introducidas por la Agencia de Protección Medioambiental). Pero parece ser que el cumplimiento de esta nueva norma es variable, algunos agricultores la obvian, otros cultivan menos porcentaje de maíz tradicional del que debieran, y otros tantos siguen escrupulosamente las indicaciones. Los investigadores querían saber cuántos de estos agricultores cumplían con la regla de habilitar cultivos refugio, las razones por las que no la seguían y si comprendían su importancia entre otras cuestiones.
El estudio se centró en los agricultores de Carolina del Norte, tras encuestar a cientos de productores de maíz de más de una docena de condados de este Estado, los investigadores determinaron que el 40% de los agricultores que plantan maíz transgénico, no habilitan los cultivos refugio, y un 25% no estaba seguro de si introduciría la medida para la próxima temporada. Los expertos apuntan que la mayoría de los agricultores comprenden la importancia de utilizar estos cultivos refugio y consideran que deberían plantarlos, pero las cifras muestran que una cosa es desearlo y otra ponerlo en práctica.
Parece ser que existe una correlación entre la cantidad de tierra que se destina a un cultivo y la siembra de cultivos refugio, a mayor extensión de siembra, mayores eran las posibilidades de habilitar este tipo de refugios. Los expertos consideran que esa resistencia a plantar maíz tradicional en zonas de cultivo transgénico puede ser debido a una falta de comprensión sobre la importancia de esta acción, pero también es probable que se deba a que muchos agricultores tienen extensiones de tierra relativamente pequeñas, y con el fin de obtener el mayor rendimiento posible, destinen poca o ninguna tierra al cultivo refugio. El beneficio económico a corto plazo se traduce en problemas a largo plazo, ya que se está favoreciendo el desarrollo de plagas más resistentes a los cultivos Bt. Lo cierto es que poco a poco los beneficios del maíz transgénico desaparecen, de ello hablábamos aquí.
Hay algo que no se comenta en el estudio y no sabemos si se ha tenido en cuenta, según un estudio desarrollado en Sudáfrica, la resistencia que desarrollan los insectos al maíz transgénico se hereda como rasgo dominante, al menos así se constató en la polilla Busseola, una de las principales plagas que afectan al maíz en ese país. Por tanto, ¿es posible que este rasgo pueda ser dominante en el caso de los insectos que atacan los cultivos en Estados Unidos? Hay que tener en cuenta que en el caso de esta polilla sudafricana, se desarrolló un nuevo mecanismo defensivo que no seguía un patrón habitual de adaptación, algo que quizá se podría producir con otros insectos.
Volviendo a la investigación, los expertos comentan que la presión que puedan ejercer unos agricultores sobre otros para que habiliten estos cultivos refugio, no tendrá el efecto deseado, en cambio, si se les subvenciona de algún modo, por ejemplo, con descuentos en la compra de semillas transgénicas, se incrementa la posibilidad de cultivar una zona de maíz tradicional para frenar la resistencia. En definitiva, al margen de entrar en el debate a favor o en contra de los alimentos transgénicos y determinar si son beneficiosos o perjudiciales para la salud, el problema de la resistencia es real y ha sido reconocido por la agencia medioambiental, las compañías biotecnológicas y las compañías de productos fitosanitarios.
Si se introduce una regla para frenar la resistencia de los insectos y esta no se cumple, inevitablemente en un futuro a corto o medio plazo, el cultivo de maíz transgénico no servirá para frenar las plagas y no se podrá obtener mayor rentabilidad. Podéis conocer todos los detalles de esta investigación a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
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