Suele haber mucha diferencia en cuanto a las características organolépticas de las hierbas aromáticas y las especias cuando están frescas y cuando están secas, y son éstas últimas las que más se consumen, principalmente porque tienen una prolongada conservación, y también por comodidad. Pero del mismo modo que una hoja de albahaca fresca tiene poco que ver con el triturado de hojas secas que venden en los supermercados, por poner un ejemplo, la cúrcuma fresca difiere del polvo que se elabora con ella, aunque éste es el formato más fácil de encontrar.
Lo cierto es que la cúrcuma fresca hace años que la podemos comprar en nuestra tienda de productos ecológicos, y seguramente muchos de vosotros también la podréis encontrar en vuestra frutería o verdulería, sea eco o no. Lo que quizá tenéis dudas sobre cómo se puede utilizar y en qué platos se puede emplear. Pues bien, la respuesta a la segunda duda la dejaremos para otra ocasión, aunque ya sabéis que nosotros no nos centramos sólo en los platos tradicionales ni cuando se trata de ingredientes procedentes de otras culturas culinarias, nos gusta incorporarlos a la nuestra.
Hoy vamos a ver cómo usar la cúrcuma fresca, porque es muy sencillo y realmente merece la pena cocinar con ella, aunque hay que tener en cuenta algunos detalles que os comentaremos a continuación. Antes vamos a recordar que la cúrcuma es algo más que una especia, la Cúrcuma longa es una planta herbácea que pertenece a la familia de las zingiberáceas (como el jengibre), es originaria de La India, China y Oriente medio, y se conoce también como azafrán de La India porque, entre otras cosas, tiene un enorme poder colorante.
Entre las cosas que también merece la pena destacar de esta especia, utilizada por la industria como aditivo alimentario autorizado con el código E-100i (de ahí que se diga que no todas las E de las etiquetas son malas), es que es uno de los componentes del curry, concretamente el que le aporta el color amarillo-anaranjado, y que se le otorgan algunas propiedades medicinales de gran valor, como las propiedades antitumorales, antiinflamatorias, antioxidantes, y entre otras, como coadyuvante en inmunodeficiencias. Sobre estas y otras cualidades os hablamos en este post.
En la foto podéis ver cómo es el rizoma de cúrcuma, que es la parte de la planta que se utiliza como colorante y especia en la cocina. Como hemos comentado anteriormente, es de la familia del jengibre, y se utiliza de igual forma (su tamaño es bastante más pequeño), se trata de pelarlo (aunque hay quien no lo pela, ni tampoco el jengibre) y después se suele rallar o también se puede picar a cuchillo bien fino y triturar en un procesador de alimentos.
Ahora bien, es muy importante utilizar guantes a la hora de manipular el rizoma, pues de lo contrario las manos acabarán de un vivo color amarillo anaranjado durante horas. Los utensilios de cocina también se teñirán, por lo que después habrá que lavarlos muy bien con agua caliente, jabón y estropajo. Si queréis ahorraros tener que frotar el rallador podéis utilizar el truco que os mostramos para rallar jengibre aquí.
La cúrcuma fresca se puede consumir sin cocinar y se puede incluir en todo tipo de guisos, de hecho, se incluye tanto en la elaboración de zumos o batidos, como en los populares currys. También se utiliza a menudo para dar sabor y color a los arroces, sopas, carnes, pescados e incluso a infusiones. Próximamente os daremos ideas más concretas si queréis incluir la cúrcuma fresca en vuestros platos.