Aunque sigue habiendo detractores de dulces de pastelería y repostería como los cupcakes, porque se considera una ‘americanada’ que desplaza el consumo de dulces tradicionales en nuestra cultura gastronómica, hay que reconocer que un cupcake es una buena idea, entre otras cosas, porque es una forma de comer una ración de tarta o pastel, sin tener la tentación de cortar una porción un poco más grande o repetir ‘un trocito más’. También suele gustar porque en una fiesta, el anfitrión se ahorra tener que cortar el pastel, y porque se pueden hacer verdaderas delicias y obras de arte.
En todo caso, podríamos ‘españolizar’ el nombre, podemos llamarles simplemente pastelitos o magdalenas decoradas, aunque, según los defensores de los cupcakes, no son magdalenas, pues la masa es distinta. Imaginamos que habrá de todo, pero lo que hay que reconocer es que hay mucha afición por hacer cupcakes y también por regalarlos, claro, son un dulce rico y atractivo, ¿a quién le amarga un dulce?
El problema, si se puede llamar así, es que cómo presentar un cupcake para regalar y que llegue entero, pues como cualquier tarta o pastel, es delicado, su cobertura o frosting se puede chafar si no va bien protegido. Y diréis que se venden cajitas y otro tipo de envoltorios diseñados específicamente para los cupcakes, pero nosotros os traemos una idea para no tener que comprar nada que sea desechable, y es la que podéis ver en las fotos.
Siempre será mejor comprar un tarrito de cristal para introducir el cupcake que se va a regalar, en lugar de una cajita o contenedor de plástico o de papel. Además, si se elige un tarro bonito (o al menos práctico), el obsequio es doble, porque después se podrá reutilizar para guardar mezclas de especias caseras, frutos secos, semillas…
Viendo las fotos seguramente no os hará falta que expliquemos nada más, pero, bueno, destacaremos que el modo en el que hay que colocar el cupcake en el tarro para proteger su decoración, es posándolo sobre la tapa y colocando cuidadosamente el tarro de cristal para enroscarlo y cerrarlo (queda como las clásicas bolas de nieve que mirábamos embobados de niños). Después se pueden poner etiquetas, lazos o lo que se desee para que el regalo sea aún más regalo.
¿Qué os parece la idea? Esperamos que os guste y os resulte útil, y quizá os sirva para los regalos gastronómicos que hagáis en las próximas fiestas navideñas, ya sabéis que cada año por estas fechas os animamos a hacer regalos más personales, nada mejor que lo que pueda hacer uno mismo para sorprender a quien queremos.
Por cierto, si tenéis que enfrentaros a un cupcake y no sabéis por dónde empezar a comer el pastelito, os recordamos que hace unos años se hizo viral un vídeo muy didáctico, así que os recomendamos recordarlo entrando a este post.
Fotos | Pinterest