El recetario de bizcochos, tartas y demás es muy amplio, y en consecuencia (aunque en menor medida), también lo es el surtido de utensilios y herramientas para elaborarlos, pero no podemos tenerlos todos. Seguramente el molde que no falta en ninguna cocina, aunque se utilice de forma ocasional, es el molde manqué, pues con él ya se tiene mucho ganado, se puede convertir en un molde para savarin o para hacer un bizcocho de rosca.
¿Cómo hacer un bizcocho de rosca sin el molde apropiado?, pues como podéis ver en la foto superior, utilizando el molde de repostería básico y colocando en el centro un accesorio de cocina redondo, con un diámetro apropiado en relación al diámetro del molde, que sea apto para introducir en el horno (si es para hacer una masa horneada) y que sea un poco pesado.
Ponemos como ejemplo un ramequin, un pequeño molde de cerámica que utilizamos normalmente para hacer suflés, flanes, panna cotta, crema catalana, coulant… en caso de no disponer de estos pequeños moldes, seguro que contáis con otros similares que cumplirán la misma función.
Si este molde tiene un peso apropiado, no se moverá cuando se vierta la masa del bizcocho, dependiendo también de su densidad, pero siempre se puede poner más peso, por ejemplo llenando el ramequin con legumbres o el peso de repostería.
Quizá os resulte práctico adherir ligeramente el ramequin a la base del molde con un poco de mantequilla para el momento de verter la masa (recomendable primero preparar el molde con papel vegetal), dejándolo reposar en el frigorífico para que se endurezca.
De todas formas, una vez que introduzcáis el molde improvisado para hacer un bizcocho de rosca en el horno, cuando ya no haya que volver a moverlo hasta que el bizcocho esté hecho, es el momento de comprobar que el accesorio está centrado.