Hace un tiempo que elaboramos nuestra sal aromatizada, igual hacemos con el azúcar, pues aunque venden estos productos ya preparados en tiendas gourmet, resulta gratificante hacer nuestras propias combinaciones y lograr con ellas nuevos sabores que aderecen nuestros platos.
Seguimos con nuestras pruebas, pero de momento os mostramos una de las más habituales en nuestra cocina, la sal de vino y la sal de vainilla. Según el vino que utilicemos lograremos unos matices, también la sal aporta distintas características, así que el producto final puede ser muy variado.
En principio utilizamos la sal Maldon porque nos encanta, tanto por su sabor como por su presentación, pero también se puede hacer con sal gorda o con sal común. La cuestión es impregnar la sal con el vino que hayamos escogido y dejarlo reposar hasta que se evapore por completo. Si empapas la sal varias veces, más potente quedará su sabor.
Si deseas la sal de Merlot, basta con agregar vino elaborado a partir de esta variedad de uva a la sal, e igual con cualquier otra variedad, el color lo cogerá de inmediato, el sabor difícilmente superará al de la sal, pero en combinación con otros ingredientes, sí se puede percibir con sutileza del vino que hayamos utilizado.
También tenemos sal de vainilla, nos encanta en combinación con foie, con langostinos y con magret de pato. La técnica es la misma, sólo hay que impregnar las escamas de sal con esencia de vainilla.
Si estás deseando hacer la primera prueba, aunque sólo sea para decorar un plato, moja la sal con unas gotas de vino o de esencia vainilla y ponla sobre el radiador, ve moviendo de vez en cuando para que se evapore cuanto antes y listo.