La calabaza es un excelente alimento, es una hortaliza nutritiva y saludable, como todas, y también es muy versátil en la cocina, con ella podemos hacer todo tipo de recetas, tanto saladas como dulces, pero una de las cosas que más triunfa es el puré o la crema. Si no habéis probado muchas recetas con calabaza, os animamos a que lo hagáis, se puede incorporar en guisos, en salteados, en pizzas, en ensaladas… incluso cruda está deliciosa. En Gastronomía y Cía tenéis un montón de recetas con calabaza para probar, y seguiréis teniendo nuevas delicias con esta hortaliza, pero hoy queremos abordar su preparación para tener una pulpa asada al horno con la que se puede elaborar cualquier receta, purés, cremas, tartas…
Hace ya unos años compartíamos con vosotros nuestro parecer sobre la calabaza en lata, la probamos una vez y nunca más. Nos consta que muchas personas utilizan ese procesado para hacer algunas recetas, especialmente la tarta de calabaza, y les gusta, pero será porque está muy condimentada y cargada de azúcar. Pero, claro, si prueban esa pulpa de calabaza sola, lo único que pueden pensar es ‘¡qué mala está la calabaza!’.
Sobre la calabaza pelada y cortada envasada al vacío
Viendo la oferta en los supermercados, creemos que se recurre mucho más a la calabaza pelada y cortada envasada al vacío, pues es un producto procesado infinitamente mejor que la lata mencionada, pero creednos, no hace justicia a la calabaza fresca recién abierta. Debemos reconocer que en alguna ocasión hemos recurrido a la calabaza de cuarta gama, y no está mal, pero no se puede coger cualquier paquete, si queréis, un día os explicamos todo lo que miramos antes de coger un paquete de calabaza envasada al vacío, sobre los cortes, el color…
Lo cierto es que las verduras y hortalizas de cuarta gama son muy prácticas, cómodas y facilitan la acción de cocinar, nos ahorran tiempo. Pero también hay que decir que una vez que se abre el paquete se estropean muy rápido, y la calabaza especialmente. Así que, si se pueden dedicar unos minutos a preparar una calabaza entera para asarla (nos gusta especialmente la calabaza cacahuete, de invierno o butternut), el resultado final se nota. Otro detalle que nos parece importante destacar es que la calabaza asada al horno resulta más sabrosa que hervida, pues no queda ‘encharcada’, y aunque se vaya a hacer un puré al que se le va a añadir líquido (que no sea agua, claro), el sabor es mejor.
Cómo preparar la calabaza para asarla al horno
Por eso, vamos a ver cómo hacer la calabaza al horno para elaborar cualquier receta, purés, cremas, tartas…, no sin antes advertir que si os gusta esta esta hortaliza, la vais a disfrutar incluso sin condimentar, probad una cucharada de su pulpa tierna recién horneada, tiene un sabor tan limpio y dulce. Probad esa misma cucharada con un poco de sal, pimentón de la Vera y aceite de oliva virgen extra, y probad con vuestras especias favoritas. En casa muchas veces no llegamos a hacer ninguna receta como tal, cuando no la horneamos condimentada, a veces la llevamos al plato recién horneada y aderezada como a cada uno le apetezca.
La dificultad que algunas personas se pueden encontrar es que les cueste cortar la calabaza, sobre todo cuando se trata de piezas grandes y tienen la piel más dura, si no tienen un cuchillo apropiado o si tienen algún problema en las manos o de fuerza. Pero para esto hay una sencilla solución, se trata de introducir en el horno la calabaza entera, después de lavarla bien, y dejarla unos 10 o 20 minutos a 200º C, en ese tiempo la piel se habrá ablandado y resultará muy fácil cortarla por la mitad para hornearla. Este truco os lo contábamos hace tiempo en este post.
Pues bien, una vez que la calabaza está abierta por la mitad de forma longitudinal, cosa que resultará más fácil si previamente se ha cortado la corona, hay que retirar las semillas del interior, y esto es muy fácil con ayuda de una cuchara, con ella se puede raspar el hueco retirando los ‘hilos’ que sustentan a las semillas.
Las dos mitades de calabaza se colocan en la bandeja del horno, que se puede cubrir papel vegetal o con la tela de cocción que se desee (recomendable para que no se ensucie la bandeja y para, en lo posible, recuperar el jarabe que puede resultar de la cocción de la calabaza y que es una golosina) con la parte del corte hacia arriba. No le hace falta nada más, ya está lista para introducirla en el horno caliente, con calor arriba y abajo. Nosotros solemos asarla a 180º C o a 200º C, dependiendo de su tamaño y de si estamos horneando alguna cosa más. Y el tiempo también varía según estos detalles y según el horno, pero una calabaza grande puede necesitar aproximadamente una hora.
En cualquier caso, es muy fácil comprobar cuándo la calabaza está hecha, basta con pincharla con la punta de un cuchillo o una brocheta, y enseguida se nota si está tierna y lista para retirarla del horno o si le falta un poco más de tiempo de cocción. Ahora bien, hornear la calabaza también puede servir para ablandar la pulpa un poco y después terminar su cocción cortándola en dados y salteándola, si alguna receta así lo requiere.
En principio, si hacemos la calabaza al horno y no hay nada más, lo ideal es colocarla a altura media, recibiendo el calor arriba y abajo. A nosotros nos gusta que quede un poco tostada, pero con esto podéis jugar según vuestros gustos, si la queréis más tostada la podéis poner más arriba y si se ha dorado demasiado rápido podéis taparla con papel de aluminio.
Cuando la calabaza esté asada está lista para utilizar en la receta deseada, basta con retirar la piel que se desprenderá sola. Si no se gasta toda la calabaza en la receta, se puede guardar en un táper en la nevera, de hecho, os recomendamos que cuando hagáis calabaza al horno procuréis hacer cantidad de más para tener para dos o tres recetas que podréis elaborar durante la semana, mucho mejor que tener que comprar la calabaza de cuarta gama.