Recientemente hablábamos de las semillas de sésamo y sus propiedades, además de la cantidad de elaboraciones que se pueden hacer con ellas, una es la sal de sésamo o gomasio (palabra japonesa que se compone de Goma (sésamo) y Sio (sal).
Así pues, con estos dos ingredientes podemos hacer un condimento exquisito para ensaladas, verduras, sopas u otras elaboraciones culinarias, ofreciendo un ligero sabor a frutos secos salados.
Se trata además de un condimento saludable (siempre que no tengamos contraindicaciones para consumir sal), pues como sabemos, las semillas de sésamo o ajonjolí tienen muchos beneficios para nuestro organismo, aumenta la inmunidad natural, es un estupendo reconstituyente, aporta grasas insaturadas, proteínas, calcio, hierro, zinc y fibra entre otros.
Para hacer gomasio o sal de sésamo tomamos la proporción de 15 cucharadas de sésamo por 1 de sal marina sin refinar. Empieza tostando el sésamo en una sartén sin engrasar, ve moviendo con una cuchara de madera para que no se quemen y no salten tanto (como las palomitas de maíz) y cuando desprendan su especial aroma a nuez y empiecen a dorarse, retíralas.
Si tienes un suribachi (mortero japonés), genial, es perfecto para preparar el gomasio, si no, utiliza un mortero tradicional y muele ambos ingredientes juntos. Si tienes algo de prisa también puedes utilizar el molinillo del café.
La sal de sésamo debe quedar bien molida, pero nosotros preferimos dejarle algunas semillas enteras. Si haces cantidad para guardar, recuerda envasarla en un recipiente hermético y conservarla en el frigorífico, procurando no tardar demasiado en consumirla para que no se ponga rancia.
Este exquisito condimento enriquecerá muchos de tus platos, tanto por su sabor como por su valor nutritivo.