Aunque todavía no ha despegado la industria de la carne de cultivo, o carne a base de células, como ahora se denomina, este nuevo alimento no deja de acaparar la atención de los medios de comunicación y la población en general, basta con dar un vistazo a cómo ha evolucionado la carne de cultivo en 2018.
Prácticamente cada mes hemos conocido novedades sobre la carne a base de células, también denominada de laboratorio, de cultivo, in vitro, limpia y sostenible, etc. Empezamos el año 2018 con la noticia de que la carne de pollo de cultivo podría introducirse pronto en Europa gracias a la asociación entre el Grupo PHW, uno de los productores más importantes de Europa de aves de corral, y la startup israelí Supermeat, dedicada a la investigación y la producción de este tipo de carne.
En aquellas fechas, nos dábamos cuenta de que grandes productores y procesadores de carne habían centrado su atención en este sistema productivo y querían tener presencia en el negocio, probablemente pensando que se convertiría en un importante nicho de mercado en poco tiempo. De hecho, poco después podíamos saber que Tyson Foods, el procesador de carne más grande del mundo, realizaba una fuerte inversión en Memphis Meats, empresa que se dedica a la investigación para la producción y comercialización de carne de laboratorio, como la mejor forma de contribuir en el desarrollo de un sistema alimentario que sea más eficiente y mejor para el planeta y sus habitantes.
La importancia que está adquiriendo la carne a base de células ha alertado a los productores y asociaciones de ganaderos, que manifestaron que no permitirían que la carne de cultivo se pudiera denominar carne, ya que no es el resultado del trabajo de la ganadería tradicional, donde los animales nacen, son criados y sacrificados para el consumo humano. Obviamente, las empresas que trabajan para la producción de la carne a base de células, así como otras organizaciones que las apoyan, contestaron indicando que la carne es carne y no importa si procede de una granja o un sistema de producción como el cultivo celular, aunque con la diferencia de que no contienen antibióticos ni restos de pesticidas, no hay sacrificios animales y es más respetuosa con el medio ambiente por utilizar menos recursos como la tierra, el agua y los alimentos.
La carne a base de células abre muchas posibilidades, incluso se habla de que los judíos kosher podrían consumir carne de cerdo de cultivo, aunque este es un tema de debate que todavía no se ha solucionado. En el mes de mayo, conocíamos un gran avance llevado a cabo por la startup israelí Aleph Farms, la empresa hablaba de un modelo 3D patentado que permitiría producir carne de cultivo muy parecida a la carne tradicional, ya que integraría grasa, fibras musculares, vasos sanguíneos y tejido conectivo. Esto era posible gracias a una tecnología basada en el cultivo de partes comestibles de un animal utilizando cuatro tipos de células diferentes. Esta empresa ha corrido mucho, hasta el punto de que hace apenas unos días, presentaba el primer filete de carne procedente del cultivo celular y procedía a cocinarla para una cata con la ayuda del chef israelí Amir Llan.
Aunque todavía no se había presentado en el mercado carne producida a base de cultivos celulares, se empezó a debatir sobre la necesidad de aplicar una regulación a los productos que pudieran llegar al mercado. Se solicitaba que a través de un Proyecto de Ley, fuera el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) quien debía dictar las normas sobre este nuevo alimento, esto desconcertó a las empresas que trabajan en la carne de cultivo, sobre todo porque la petición aparecía en un Proyecto de Ley de Gastos, algo que no guardaba relación. Se podía deducir que la Asociación de Ganaderos de Estados Unidos estaba detrás de este punto del Proyecto, ya que fue quien solicitó al USDA que diferenciara entre la carne convencional, la carne producida en un laboratorio y la carne vegetal, destacando que sólo la obtenida de forma convencional podría denominarse carne.
La FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos) se pronunció sobre el tema indicando que no veía la necesidad de crear nuevas regulaciones para la carne de cultivo, ya que se podía regular con los marcos regulatorios actuales. Pero el tema no estaba ni mucho menos definido, se preparaba un debate para abordar el tema de la regulación y para ello, la FDA preparó una serie de preguntas, como ¿qué consideraciones específicas para la tecnología del cultivo de células animales sería apropiado incluir en la evaluación de los alimentos producidos por este método de fabricación?, ¿qué tipos de variaciones en los métodos de fabricación serían relevantes para la seguridad de los alimentos producidos por esta tecnología?, ¿qué tipos de sustancias se utilizarían en su fabricación, y que consideraciones serían adecuadas para evaluar la seguridad de estas sustancias?, etc.
Hay que decir que al margen de las regulaciones, los consumidores han manifestado que quieren que se distinga en el etiquetado de forma clara la carne procedente del cultivo celular, así como el proceso de producción que se ha seguido, algo que las agencias responsables debían considerar. Merece la pena destacar que, según las encuestas, los consumidores estadounidenses mostraban estar dispuestos a probar la nueva carne a base de células, siempre que se informara de sus beneficios y características.
El caso es que no se llegaba a un acuerdo sobre quién debería establecer las regulaciones sobre la carne a base de células, si la FDA o el USDA, por lo que algunos responsables de las empresas que se dedican al desarrollo de este nuevo alimento, decidieron solicitar a Donald Trump que interviniera para establecer las regulaciones, apuntando que era necesario que ambas agencias trabajaran conjuntamente. Por fortuna, no hizo falta la mediación del presidente del país, finalmente se acordó un marco regulatorio conjunto para la carne entre la FDA y el USDA, ambas agencias se repartieron las tareas a fin de garantizar la seguridad de los nuevos productos elaborados con carne de cultivo que lleguen al mercado.
El pasado mes de octubre podíamos saber que JUST (anteriormente Hampton Creek) anunciaba su intención de comercializar nuggets de carne de pollo cultivada, salchichas y otros productos procesados para finales del presente año, lo que la convertiría en la primera empresa que lanzara al mercado este tipo de productos. Sin embargo, parece que el plan se ha retrasado y no veremos los nuevos productos hasta el año que viene. Pero la empresa anunció otra novedad, poner en marcha un proyecto para elaborar carne de wagyu de cultivo, para ello llegó a un acuerdo con un productor japonés para obtener las células con las que iniciar el cultivo y producción.
A todo esto, hay que comentar que también en España se trabaja en este modelo de negocio, el pasado mes de noviembre podíamos saber que Biotech Foods, empresa constituida en Guipúzcoa el año pasado, trabaja en la producción de carne de cultivo y tiene previsto lanzar sus primeros productos para el año 2021, empezando por nuggets, salchichas y albóndigas, posteriormente trabajaría para el lanzamiento de otros productos.
Es evidente que cuando esta nueva industria lance sus productos al mercado, captarán la atención de muchos consumidores, especialmente aquellos que quieren alimentos más respetuosos y sostenibles. El año que viene seguramente conoceremos muchas noticias sobre el tema, ya que posiblemente se inicie la comercialización de la denominada carne de laboratorio.