La sandía es una de las frutas estrella del verano, y aunque todavía no ha llegado esta estación, ya las tenemos en el mercado y poco hemos tardado los amantes de esta fruta en llenar nuestra nevera, ¿verdad? Aún así, cuando la vamos a comprar siempre tenemos la duda de cómo saldrá la sandía, si estará suficientemente dulce, si estará verde, si estará demasiado madura… Claro, hablamos de cuando compramos la pieza entera que, además, suele ser de buen tamaño y conviene asegurar el tiro, porque es una fruta que puede durar varios días hasta que se acabe.
Siempre podemos aplicar algunos trucos si la sandía no sale muy buena, y disfrutar comiéndola, pero lo ideal es que salga deliciosa, refrescante, sabrosa y en su punto de maduración. Años atrás lo que hacían los fruteros en los mercados era calar la sandía, te cortaban un cuadradito para probarla y si te gustaba te la llevabas a casa (con el cuadradito de piel, ya sin pulpa, volviendo a cerrar la pieza para proteger su interior), y si no estaba muy buena te calaban otra. Es probable que en algunas fruterías y mercados lo sigan haciendo, pero nosotros hace mucho tiempo que ya no lo vemos. Y es que, ahora lo que se ha hecho más habitual es vender las sandías cortadas, en mitades o en cuartos, de este modo se puede apreciar la pulpa de la fruta, pero se hace especialmente para que se pueda comprar la cantidad que en un hogar se va a consumir.
Ahora bien, lo de comprar la fruta cortada es un tema delicado, por ello se ha estudiado la seguridad alimentaria de esta práctica que realizan mercados, fruterías, tiendas de conveniencia, supermercados, hipermercados… En Gastronomía y Cía hablamos sobre este tema en varias ocasiones, y os recomendamos retomar la lectura del post titulado ‘Comprar sandías y melones cortados: ¿Recomendable o peligroso?’, donde os contamos que según los expertos no es seguro, porque el establecimiento y la persona que manipula la fruta debe cumplir escrupulosamente unas normas de higiene, temperaturas, etc.
Es por ello que para las familias pequeñas o que consumen poca fruta se han hecho un hueco en el mercado las sandías mini, parece ser que están teniendo buena salida, aunque siguen siendo más consumidas las sandías sin pepitas, tanto las negras como las rayadas, y las mismas variedades pero con pepitas. Quien defiende las sandías con pepitas encuentra que son más sabrosas (y hay parte de razón), y quien prefiere las sandías sin pepitas es principalmente por comodidad (también hay mucha razón), además, es interesante tener en cuenta que las sandías con pepitas se estropean antes.
Al margen de la variedad de esta fruta de verano que vayamos a comprar, es importante tener claro cómo elegir una sandía y saber que está en su punto, y hay algunos trucos que se han llevado a la práctica toda la vida, como dar golpecitos a la pieza con la yema de los dedos o la palma de la mano, quizá es el más utilizado. Y es que el sonido de la sandía nos indica si está en su punto óptimo de maduración, ¿cómo debe sonar una sandía? Pues debe sonar a ‘hueco’, y con una ligera resonancia. Esto se debe a que cuando está en su punto álgido de maduración es cuando tiene más cantidad de agua.
Otra de las características que se suele valorar cuando se compra una sandía es su peso, pero no en la báscula, se sopesa con las manos, seguramente lo habéis visto hacer o lo habéis hecho antes de comprar la pieza. Para elegir una sandía en su punto de maduración óptimo, debemos considerar que debe ser una pieza pesada en relación a su tamaño, esto indica que está cargada de agua y, por tanto, en el mejor momento de consumirla.
El aspecto de una sandía también nos da pistas sobre su estado, y podemos empezar valorando el color de la mancha de su cáscara. Esta mancha sale porque es donde la fruta estaba en contacto con el suelo durante su crecimiento, al no recibir la luz directa del sol, no adquiere el color que toma el resto de la cáscara. Sabremos si la sandía está madura si la mancha es de color amarillo cremoso, si la mancha es blanca o verdosa indica que se recogió antes de tiempo, que se cortó en verde, y resultará insípida, y si la mancha es casi anaranjada, es que empieza a estar pasada o sobremadurada.
Pues bien, valorando el sonido al golpear suavemente la pieza, sopesándola y observando su piel o cáscara, podemos elegir una sandía en su punto. En este último aspecto, como en el resto de frutas, hay que comprobar que no tiene golpes, cortes, zonas más blandas… Si tenéis algún truco más para elegir una buena sandía, esperamos que lo compartáis.
Foto 1 | Harsha