La berenjena es una hortaliza que encontramos todo el año en el mercado, a pesar de que no siempre están como esperamos, pero es que sucede con todo producto fresco, fuera de su temporada no ofrece las magníficas cualidades que hace que sean de nuestro agrado. En cualquier caso, sea porque cuando están de temporada compramos muchas o porque tenemos un huerto muy productivo de berenjenas (o un vecino o familiar muy generoso que nos las regala), es interesante saber cómo congelar berenjenas y así disponer de ellas en cualquier momento.
Esta hortaliza necesita una preparación previa a la congelación, no se puede congelar entera ni tampoco en crudo, la razón es que sus enzimas o sustancias orgánicas se activan en cuanto se recolectan, lo que propicia la descomposición del alimento lentamente, provoca la pérdida de textura, de color, de sabor y de sus propiedades nutricionales. Aunque si se congela a -18º C se detienen los procesos vitales de las hortalizas, al descongelarse se acelera la descomposición o deterioro.
Evitar esto es tan sencillo como proporcionar una breve cocción a las berenjenas. Lo más habitual es escaldarlas, para ello, en primer lugar se deben lavar bien y cortar según se requiera para las recetas, por ejemplo en rodajas si se utilizarán para hacer Berenjenas a la parmesana, o en dados más grandes o más pequeños si se quiere hacer un pisto, este curry…
Se debe preparar una olla con abundante agua a calentar, sin sal, pero se puede añadir limón para conservar el color. Cuando el agua está hirviendo se introduce la berenjena troceada y se deja durante unos minutos, el tiempo dependerá del tamaño que se le haya dado, unas rodajas gruesas pueden estar en cuatro minutos, unos dados pequeños tendrán suficiente con uno o dos minutos.
Al finalizar el escaldado hay que cortar la cocción inmediatamente, para ello hay que tener preparado un baño maría inverso, es decir, un recipiente con abundante agua y cubitos de hielo para que esté bien fría. Después simplemente hay que escurrir bien, secar con papel de cocina absorbente y preparar para el congelador.
Hay que tener en cuenta si se necesitarán las rodajas o dados de berenjena sueltos o si no importa que estén amontonados. En el primer caso, será necesario congelar extendiendo la berenjena en una bandeja, sin que se toquen las rodajas o dados entre ellos. Una vez que se haya congelado se puede pasar a una bolsa tipo ziploc o a un tuper para protegerla del frío y de los olores y para que ocupe menos espacio, aunque ahora se amontone, cuando se vaya a descongelar estará separada.
Otros métodos de cocción también nos permiten preparar la berenjena para congelarla, sin ir más lejos, haciendo las rodajas de berenjena en la plancha o sartén, o cociéndolas en el microondas. Las berenjenas cocinadas, como la mayoría de comida, se pueden congelar.
Como siempre, hay que tener en cuenta que al ser un producto con un elevado contenido en agua, la congelación puede alterar su textura, pero procediendo como hemos explicado se mantendrán casi al máximo sus propiedades nutricionales, claro, lo interesante es elegir berenjenas que estén bien frescas, recién recolectadas. El tiempo de congelación recomendado para esta hortaliza está entre los 9 y los 12 meses.