En las cocinas de las generaciones más jóvenes la remolacha suele entrar en tarros de cristal, cocida, cortada en rodajas, en dados o rallada, en vinagre, en una salmuera o líquido de gobierno que no respeta su sabor natural. Si de esta forma ya gusta a muchos paladares, no dudéis que una remolacha fresca cocinada en casa va a encantar. Hay muchas formas de prepararlas, pero hoy os vamos a mostrar cómo asar remolacha al horno, es una de las formas más sencillas de hacerla y con un resultado excelente.
Podéis encontrar las remolachas en las fruterías y/o verdulerías, que no os eche atrás ver estas orondas raíces, también conocidas como nabo de sangre, remolacha roja o de huerto, llenas de tierra, con sus tallos, sus hojas… al contrario, son las ideales. Las hojas os ayudarán a valorar su frescura y sobre todo, que no os retiren ni hojas ni tallos en la tienda, se pueden consumir frescas o hervidas como otras verduras, es más, seguro que sabéis cómo se venden las hojas de remolacha para ensalada, nada económicas.
El método elegido hoy para asar remolachas al horno es haciendo un papillote, protege las remolachas, concentra sus jugos y conserva su color, veréis que fácil y como no dudaréis en repetir. Para empezar, enciende el horno con calor arriba y abajo a 185º C (si quieres utilizar el ventilador reduce unos 10º C la temperatura). Corta los tallos de la remolacha manteniéndolos junto a sus hojas, resérvalos para otra elaboración.
Lava las remolachas detenidamente, si es necesario pásales un cepillito suave para retirar toda la tierra que pueda quedar adherida, se van a hornear con piel. No le vamos a añadir ninguna especia u otro adicionamiento, podréis probarlas de la forma más natural, pero una vez cocidas las prepararemos para una receta con aliños y aromatizantes que la harán aún más sabrosa, de momento podéis ver un ejemplo en la receta de Ensalada de remolacha asada y queso San Simón.
Una vez limpias y secas las remolachas, envuélvelas con papel de aluminio de forma que queden bien cubiertas y cerradas. Cuando el horno haya alcanzado la temperatura indicada, introduce los paquetes de remolacha posados sobre una bandeja de horno. El tiempo de cocción dependerá de lo grandes que sean, si pesan alrededor de 350 gramos será necesario una hora y media o algo más, si son más pequeñas reduce el tiempo. Será fácil saber cuándo están hechas, puedes pinchar con una brocheta o con la hoja de un cuchillo para saber si están tiernas.
Cuando las remolachas estén asadas, retíralas del horno y abre los paquetes con cuidado para no quemarte, deja que pierdan un poco de calor, pero aún calientes pélalas, la piel sale con suma facilidad. Para evitar que su pigmentación tiña (se limpia fácilmente) nuestra superficie de trabajo, puedes proceder a pelarlas depositándolas en un recipiente amplio.
La remolacha asada ya está lista para degustar, para proceder a elaborar una receta o para dejarla enfriar y conservar en el frigorífico hasta el momento en que se desee servir. Se puede hacer conserva en salmuera, en aceite, en vinagre… nosotros la preferimos al natural, dado lo sencillo que es asar remolachas, aprovechamos cuando están de temporada para hacerlas habitualmente como ingrediente principal o como guarnición. No sólo es buena para platos salados, debido a su dulzor y textura, con ella también podemos hacer dulces tan ricos como esta Tarta de queso y remolacha. ¿Os animáis a probarla?