Un nuevo estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (Estados Unidos), determina que el ritmo circadiano o ritmo biológico provoca que por la noche se incremente el apetito y el deseo de comer alimentos ricos en calorías, como por ejemplo los dulces. Se apunta que se trata de un rasgo evolutivo que ayudó a nuestros predecesores a almacenar energía en los tiempos de escasez de alimentos, algo que hoy en día puede ser un factor que contribuya al sobrepeso y a la obesidad.
Comer por la noche se asocia al ritmo circadiano, aunque no tiene mucho sentido en la actualidad, en un entorno en el que hay abundancia, variedad y muchos alimentos son calóricos, no necesitamos almacenar energía para afrontar tiempos de escasez, por lo que el resultado es el incremento de probabilidades de sufrir sobrepeso u obesidad. Los investigadores explican que evidentemente son muchos los factores que están implicados en la obesidad, principalmente el tipo de dieta y si se realiza ejercicio físico regularmente, pero explican que el momento en el que se come también influye. Según el estudio, el ritmo circadiano es uno de los factores que probablemente influyan en el actual índice de obesidad, de hecho, las personas que por la noche comen alimentos o bebidas ricos en calorías tienen un riesgo más elevado de sufrir la denominada epidemia del siglo XXI.
Comer mucho por la noche puede ser contraproducente, ya que esa energía no se va a gastar y se almacena, se podría decir que el ritmo circadiano está relacionado con el síndrome del comedor nocturno, un desorden de la conducta alimentaria que afecta a un 3% de la población en general, pero puede afectar hasta a un 27% de las personas obesas. La necesidad de comer en abundancia por la noche o hiperfagia, provoca que las personas que tienen este síndrome cenen abundantemente y además se levanten de la cama durante las horas de sueño para calmar su apetito. También se apunta que la luz artificial nos permite quedarnos hasta tarde reduciendo las horas de sueño, lo que ayuda a querer comer alimentos calóricos y a que se coma durante más tiempo.
Los investigadores explican que si el objetivo es seguir una dieta para adelgazar, es necesario realizar las comidas más fuertes al principio del día, tener en la despensa alimentos que no sean calóricos, dormir las horas necesarias y casi se diría que tener fuerza de voluntad para combatir ese rasgo evolutivo que en cierto modo altera el ritmo circadiano. Para llegar a la relación entre comer por la noche y el ritmo circadiano, los investigadores estudiaron el apetito y las preferencias alimentarias de doce personas adultas sanas con un IMC normal, durante 13 días estuvieron en una estancia del laboratorio con una luz tenue, se registraron las pautas de comidas y sueño estas personas. Todas las comidas y actividades se espaciaron de forma uniforme a lo largo del día y de la noche, lo que permitió examinar los verdaderos efectos circadianos internos relacionados con el apetito, así como determinar la cantidad de alimento que se consumía.
Los investigadores hallaron que el sistema circadiano interno regula el hambre, los participantes tenían poca hambre a las ocho de la mañana y mucha hambre a las ocho de la tarde. Con el deseo de comer alimentos dulces o calóricos, así como la cantidad, pasaba lo mismo. El ciclo circadiano provocaba un aumento del apetito antes de alcanzar el periodo de ayuno relacionado con el sueño. El estudio sugiere que debido a la regulación circadiana del apetito, tenemos una tendencia natural a saltarnos el desayuno en favor de comidas más abundantes por la noche, al respecto os recomendamos retomar la lectura del post ¿Por qué saltarse una comida engorda?. Los expertos explican que este patrón de alimentación es el que siguen los luchadores de sumo para lograr aumentar de peso, por tanto, es muy probable que el sistema circadiano interno esté implicado en el almacenamiento de energía. Como decíamos, quizá a lo largo de la evolución este mecanismo ha sido valioso y muy importante, pero hoy en día sólo contribuye a incrementar el riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad.
Es de suponer que se desarrollarán nuevos estudios en torno a este tema y con mayor número de voluntarios, ya que quedan muchas preguntas en el aire, si se trata de un rasgo evolutivo posiblemente se exprese más en unas personas que en otras, quizá se debería buscar un denominador común en quienes padecen el síndrome del comedor compulsivo, o en aquellas personas obesas que se levantan por la noche para calmar su apetito. Podéis conocer más detalles del estudio a través del artículo publicado en la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón.
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