Un artículo de la publicación digital El Mundo nos muestra que la crisis económica que estamos sufriendo ha propiciado el aumento del número de personas que acuden a comer gratis en los supermercados. Antaño eran las personas indigentes las que realizaban estas prácticas y algún que otro caprichoso que se veía seducido por la acción de comerse una golosina, una chocolatina o un bombón gratis, pero ahora se incorporan a las filas de comer gratis o sustraer alimentos las personas que se han quedado sin trabajo y pasan apuros económicos.
Comer gratis en los supermercados y centros comerciales es algo que las cadenas de distribución están comenzando a perseguir especialmente y para ello se contratan detectives con el fin de dar con las más acertadas medidas de seguridad para evitar tanto el robo de alimentos, como el consumo de ellos dentro de las instalaciones. Es evidente que puede resultar humillante para alguien que sea sorprendido robando o comiendo los alimentos que se encuentran en el centro, pero resulta más indignante la actuación de los centros comerciales.
No justificamos el hurto de comida o su consumo en las tiendas, pero queremos anteponer a este hecho la actuación de algunos centros comerciales que nos parece verdaderamente vergonzosa. Nosotros hemos conocido a través de varios amigos que trabajan en cadenas de distribución alimentaria algunos comportamientos que deberían ser tan o más condenables que el hurto de comida, por ejemplo, en los almacenes internos donde la mercancía está a la espera de ser expuesta en las estanterías, se desperdician gran cantidad de alimentos que acaban en los contenedores de basura estando en perfecto estado. Si un determinado producto, sean unos mini zumos, un pack de tres pastelillos, chocolatinas o cualquier alimento promocional se rompe, es decir, el pack se deshace faltando una unidad, automáticamente se tira al contenedor porque no se pueden vender.
Ni los pueden aprovechar los trabajadores del centro ni las organizaciones humanitarias, a pesar de que de tanto en tanto entregan alguna partida alimentaria a estas organizaciones, lo cierto es que muchos alimentos se tiran. Son varias las razones que nos argumentaban nuestros amigos, la falta de un almacén donde guardar todos estos productos (se desperdician más de los que nos podemos imaginar), el temor a que el centro pueda convertirse en una especie de organización humanitaria y se formen colas esperando recibir estos productos, la posibilidad de que sean los propios trabajadores los que rompan los packs para beneficiarse de estos productos, etc.
Por todo ello, es preferible calcular las posibles pérdidas e incrementar el valor de los productos para poder asumirlas con lo que, cada vez que compramos un pack de yogures, zumos, etc., pagamos esas pérdidas ocasionadas por un defecto de fabricación del envase, una rotura de un pack… Estamos hablando de productos cuyo contenido está en perfecto estado y pueden ser consumidos sin ningún problema.
No nos extraña entonces que los fregaan manifiesten que encuentran comida en perfecto estado en los contenedores de basura, de hecho, se abastecen de ellos logrando salvar las medidas de seguridad que en muchas ocasiones adoptan estos centros comerciales, como por ejemplo guardar bajo llave la basura. Siendo basura, ¿por qué adoptan estas medidas?, la respuesta es obvia.
Sería interesante que la legislación española adoptara medidas similares a las medidas que se adoptaron en México el pasado año, se trataba de una ley que sancionaba fuertemente a aquellas empresas o personas que desperdiciaran la comida que se encontrara en perfecto estado, una ley que se encuentra implicada con la donación alimentaria y que pretendía cambiar situaciones como la que hemos mencionado. En los países industrializados se desperdicia una gran cantidad de alimentos y algunas cadenas comerciales se encuentran implicadas es esta situación. Denunciar a quien roba alimentos y poner fin a este tipo de hurtos es comprensible, pero también lo es poner fin a la actuación de estas cadenas con respecto a los productos de alimentación, y más en la crisis en la que nos encontramos.
Resulta gracioso que den a conocer a través de los medios de comunicación que sufren grandes pérdidas por el robo de comida y sin embargo, como hemos dicho antes, estas pérdidas ya están más que compensadas. Ahora será cuestión de denunciar lo que estos centros hacen con los alimentos en perfecto estado que no pueden ser vendidos.