En un estudio realizado hace ya algún tiempo por investigadores de la Universidad de Southampton, se indicaba que determinadas combinaciones de colorantes artificiales que se emplean en la industria alimentaria con el benzoato de sodio, (un tipo de sal antiséptica empleada sobre todo por la industria alimentaria para conservar los alimentos preparados), podían incidir en la conducta de los niños provocándoles diversos problemas en la atención y la actividad diaria. El estudio se dio a conocer a finales del año pasado y fue encargado por la FSA (Agencia de Normas Alimentarias) del Reino Unido.
Se estudiaron principalmente los colorantes E102, E110, E104, E122, E129 y E124, los resultados de la investigación se dieron a conocer a la industria alimentaria del país para que intentara adoptar las medidas oportunas sustituyendo los colorantes en cuestión por otros que no resultaran perjudiciales para los niños. Por cierto, la industria agroalimentaria podría tener en cuenta los colorantes naturales alimentarios obtenidos de microalgas con los que está trabajando un grupo de investigadores de la Universidad de Jaén.
El creciente aumento de desórdenes como la hiperactividad y el déficit de atención eran en parte explicados por el consumo de este tipo de colorantes y decimos en parte, porque intervienen otros factores para el desarrollo de estos problemas. En su momento, la investigación fue compartida con la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) para que validara el trabajo y así darlo a conocer al resto de países europeos.
Ahora la EFSA indica que esta investigación no es concluyente, siendo las pruebas aportadas por ella de poca consistencia, incluso puntualiza que no se puede mostrar con exactitud qué aditivos eran los responsables de que los niños sufrieran los problemas que antes hemos mencionado. En el estudio se utilizaron diversos alimentos preferidos por los niños, bollería, confitería, refrescos y helados, se tomaron los datos de dos grupos de niños, uno con niños de 3 años y otro con niños de entre 8 y 9 años, en ambos grupos la hiperactividad aumentó notablemente según la FSA.
Nos encontramos ante dos organismos científicos que velan por la seguridad alimentaria pero que no están de acuerdo con las conclusiones, tratándose de un tema tan serio como el buen desarrollo de los niños, quizás se deberían volver a realizar nuevos estudios sobre los colorantes artificiales y el benzoato de sodio, en los que ambas agencias trabajaran codo con codo. De momento la EFSA indica que no existen argumentos para obligar a la industria alimentaria a alterar los actuales valores empleados de estos aditivos sobre los alimentos.
Algo que es evidente, es que durante los últimos años se han disparado este tipo de problemas en los niños y por tanto, debe existir un origen o un mecanismo que los provoque, estudiar y descartar los posibles riesgos es la obligada tarea de la EFSA. Esperaremos hasta entonces los nuevos resultados.
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