En el mes de agosto conocíamos una sorprendente noticia, China podría aprobar el arroz transgénico, hace apenas unos días el Ministerio de Agricultura chino aprobaba el maíz transgénico y augurábamos que posiblemente también ocurriría lo mismo con el arroz. Hoy conocemos la noticia, China aprueba el arroz transgénico y ya no nos sorprende. En su momento sí lo hizo dado que se trataba de un giro extremo en la política sobre transgénicos mantenida por este país durante los últimos nueve años.
Según comunican los expertos responsables del maíz transgénico y de las nuevas variedades de arroz transgénico, con los nuevos alimentos se podrán suplir las necesidades alimentarias del país. Sin embargo, también se habla de comercialización, en realidad tal y como hemos indicado en otros posts, China ha aprobado el arroz transgénico y pretende no quedarse descolgada del avance biotecnológico y de los beneficios económicos que pueden suponer al país.
La intención es incrementar en 130 millones de toneladas su producción de arroz para poder satisfacer la demanda del país, pero parece evidente que una parte será destinada a la exportación. De momento, el Gobierno aprueba ambos cereales y los pasos a seguir ahora son burocráticos, son necesarias algunas autorizaciones suplementarias y no se tardará mucho en iniciar la producción de maíz y arroz transgénicos.
No es extraño que los grupos ecologistas se sientan inquietos, teniendo en cuenta que China es el mayor productor de arroz del mundo, acaparando el 30% de la producción mundial, parece lógico que las variedades de arroz transgénico no tardarán en llegar a Europa, ya sea legal o ilegalmente. Recordemos el caso del arroz transgénico LL62, arroz que en teoría estaba en proceso de investigación y sin autorización para la producción, sin embargo, en poco tiempo se detecto este arroz en distintas zonas de Estados Unidos y en otros países del mundo.
Como ya hemos indicado en otras ocasiones, el riesgo de los alimentos transgénicos son los efectos impredecibles y desconocidos que pueden encerrar a largo plazo. Los estudios se realizan con roedores de laboratorio y con sólo tres meses de pruebas, un “largo plazo” demasiado corto, quizá tenga algo que ver que en las dos patentes de arroz modificado genéticamente hayan participado Monsanto y Syngenta. El Gobierno chino impulsó el proyecto de investigación científica alimentaria con un presupuesto de algo más de 2.000 millones de euros hace unos meses, y ya se han desarrollado y aprobado las variedades transgénicas, seguro que más de un representante de la Comisión Europea anhelara esta rapidez (por ejemplo, José Manuel Durao Barroso).
Los argumentos del Gobierno chino son los mismos que los que utilizan las empresas biotecnológicas como Monsanto, Syngenta, Bayer, etc., satisfacer las necesidades alimentarias del futuro de la humanidad, producir a pesar del cambio climático y de las condiciones extremas medioambientales, soportar plagas y enfermedades, etc . ¿Estaremos fortaleciendo a insectos, virus y bacterias?, recordemos que la posibilidad de que se hagan resistentes a las modificaciones genéticas son evidentes y los expertos llevan ya algunos años tratando estos temas.
La producción de China afectará a los demás países del mundo directa e indirectamente, no sólo por las cuestiones económicas o de competencia, la contaminación transgénica podría estar más que garantizada. Greenpeace por su parte, denuncia el paso dado por el Gobierno chino y por otro lado destaca la carencia de legislación en materia de información a la población china, ¿acaso no tiene derecho la población a saber si el bol de arroz que comerán es tradicional o transgénico?, ¿se ha pedido opinión a la población?.
Evidentemente en un régimen de Gobierno como el que impera, la opinión de los consumidores es totalmente nula. Por cierto, el IRRI (International Rice Research Institute), Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz de Manila, asegura que ningún arroz transgénico se cultiva para su comercialización a nivel internacional, eso esta por ver.