Champagne se amplía para abastecer al mundo

Champagne es una de las regiones francesas más famosas en todo el mundo, hasta ahora, la Denominación de Origen contaba con 33.500 hectáreas productoras de las uvas empleadas en la elaboración del champagne, pero dada la creciente demanda de esta bebida y la imposibilidad de satisfacer a todos los países que lo solicitan, el Instituto Nacional del Origen y de la Calidad ha decidido ampliar la extensión de terreno que comprende la denominación.

Esta solución ya se barajaba el año pasado y los viticultores franceses habían conseguido la aprobación de las autoridades competentes, aunque hasta este mes de marzo no se aprobaría la ampliación de los dominios de la D.O.

Las cifras muestran una demanda internacional de unos 190 países con un crecimiento en torno al 7%, en total, el pasado año Champagne exportó nada menos que 150,9 millones de botellas, llega un momento en el que la producción tiene un tope y por muy buen año que se presente, la demanda no se puede cubrir.

Esta situación podría provocar que algunos consumidores, ante la carencia de champagne, optaran por solicitar, por ejemplo, cava. Para no perder demanda, esta ha sido la solución más acertada, aunque habrá que comprobar si la incorporación de nuevas zonas productoras provoca un cambio en cuanto a sabor y cualidades del champagne se refiere (creemos que sí).

Países como Rusia o China comienzan a ser buenos consumidores del espumoso y una previsión para mejorar la producción es por el momento la solución adoptada, se pasará de 319 municipios adscritos a la denominación a 357. Aunque si sigue creciendo la demanda, la situación provocará finalmente que el champagne aumente de precio y además no llegue a cubrir la solicitud mundial, algo que seguramente agradecerán otros productores.

Hay que decir que esta decisión se ha basado sobre todo en las conclusiones desprendidas del informe que un grupo de expertos ha elaborado sobre los límites de la Denominación de Origen, suponemos que no habrán encontrado diferencias significativas.

Más información | El Economista

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