Investigadores de la Universidad de Lleida (Catalunya) han comenzado a trabajar en un proyecto en el que intentarán crear cereales enriquecidos con vitaminas para el tercer mundo a fin de contribuir a reducir el grave problema de la desnutrición que padecen algunos países. Los investigadores están liderados por Paul Christou, un experto en la mejora genética considerado uno de los científicos más reputados en el campo de la modificación genética y evidentemente, total defensor de este tipo de técnicas, de hecho, segura que gracias a los cultivos biotecnológicos se podría reducir el efecto invernadero y por tanto el cambio climático.
Paul Christou cree firmemente en la aplicación de la biotecnología para desarrollar biocombustibles y así sustituir a los combustibles fósiles reduciendo el CO2 que se expulsa a la atmósfera. Cree en la sostenibilidad medioambiental que ofrecen los alimentos biotecnológicos y ensalza todos sus valores, incluso indica que los alimentos transgénicos son mucho más seguros que cualquier otro alimento que podamos consumir. Evidentemente no estamos de acuerdo con lo que indica el investigador y más después de conocer algunos de los problemas asociados a los alimentos transgénicos, como puede ser el uso del glifosato en la agricultura transgénica, pero no es de este tema del que queremos hablar, sino de los nuevos cereales con vitaminas que se pretenden desarrollar.
La investigación está respaldada y financiada por la Unión Europea, con ella se pretende obtener que productos tan básicos como el arroz o el maíz, puedan ofrecer un elevado aporte nutricional a fin de suplir la carencia de otros productos alimenticios a los que no puede acceder la población, ya sea por falta de medios o recursos económicos. Los nuevos productos contendrían una carga extra de minerales, vitaminas y aminoácidos que permitirían mejorar la salud nutricional de la población. La investigación es muy interesante, pero dada la situación medioambiental, los nuevos cereales desarrollados también serían modificados genéticamente para poder soportar las nuevas condiciones climatológicas, sequía extrema, elevadas temperaturas, etc., si no, no se podrían cultivar.
Estamos hablando del desarrollo de nuevos productos transgénicos en los que están trabajando investigadores de distintos países, las nuevas semillas verán la luz dentro de cinco años y se ofrecerán gratuitamente al sector agrícola de todos los países subdesarrollados. El investigador manifiesta su preocupación por las leyes que vetan los alimentos modificados genéticamente y por los grupos antitransgénicos existentes en el mundo. Sus palabras así lo indican, “’Nosotros vamos a crear una planta transgénica con el fin de dar una oportunidad a las personas que se están muriendo de hambre en el mundo. No puede ser que se haga caso a grupos de ‘ecofundamentalistas’.”
Estas palabras darán que hablar y no harán más que indignar a quienes creen que los alimentos con cambios genéticos encierran distintos peligros. Hay que decir que sí existe base para oponerse a los alimentos transgénicos, a lo largo de los últimos años hemos podido conocer diversas noticias que mostraban el peligro encerrado en este tipo de alimentos, véase como ejemplo el documental sobre la soja transgénica o el post de las berenjenas transgénicas.
Posiblemente los alimentos transgénicos ofrezcan grandes soluciones y sean una respuesta para el futuro alimentario, pero todo dependerá de quienes los desarrollen y de cómo se realice el trabajo. En fin, las intenciones de esta investigación son muy loables, pero cinco años de trabajo en el desarrollo, quizá un par de años en la distribución y otro más para el cultivo, son demasiados años y la crisis alimentaria necesita medidas efectivas urgentes que deben ser rápidamente aplicadas.