Una de las variedades de cebolla más apreciadas para cocinar es la Cebolla de Figueres, una variedad de cebolla (Allium cepa) que tiene unas características particulares por las condiciones climáticas y geográficas de su origen, la comarca de l’Alt Empordà, en Girona. Aunque no todas las cebollas que se etiquetan como ‘Cebolla de Figueres’ proceden de este territorio actualmente, pero ¿por qué? Veremos si encontramos respuesta, de momento, vamos a conocer las características de la cebolla de Figueras o ceba de Figueres.
Se trata de una variedad de cebolla que es fácil distinguir del resto a simple vista, por su forma y su color. Su piel, muy fina, es una mezcla de dorado y morado, esta última tonalidad es más marcada en su primera capa comestible y va suavizándose en su interior. La forma de este bulbo es subgloboso, es decir, es casi esférico, y es que la cebolla de Figueras es ligeramente achatada y tiene un tamaño medio. En cuanto al sabor, que es lo más apreciado de esta variedad de cebolla, es dulce, no pica, es crujiente, tierna y jugosa.
El nombre de esta cebolla se debe a la localidad ampurdanesa de Figueras (oficialmente en catalán Figueres), pero no porque fuera donde abundara su cultivo, de hecho, esta variedad de cebolla dulce se producía en la huerta de municipios del entorno, pero la que no se vendía en los mercados y comercios locales se llevaba a Barcelona desde la estación de tren de Figueres, fue así como se identificaba en su momento y con ese nombre se quedó.
En la ciudad condal se hizo muy popular por ser una cebolla más dulce que el resto, y su cultivo se hizo enorme a mediados del siglo XX, pero poco a poco, en las siguientes décadas, fue perdiendo peso en la agricultura de la comarca catalana. En la actualidad la cebolla de Figueres se cultiva en muchos territorios, tanto en el resto de provincias de Cataluña como fuera de esta región, aunque parece ser que la mayor parte de la cebolla de Figueres que se distribuye en España procede de la huerta leridana. Y muchos os preguntaréis, ¿es que no tiene ningún distintivo de calidad, como la Indicación Geográfica Protegida? Pues la IGP no, pero sí está amparada por la Marca de Garantía de l’Empordà.
Esta marca de garantía, que fue otorgada en septiembre de 2003, tiene el objetivo de garantizar a los consumidores que los productos adheridos están producidos, elaborados, transformados y envasados en l’Empordà, según sus tradiciones. La Marca de Garantía de l’Empordà está gestionada por los consejos comarcales del Alto y Bajo Empordà con el apoyo de un colectivo de productores, comprometidos con el reconocimiento de sus productos de calidad y promocionarlos para su comercialización.
Además de la cebolla de Figueras o ceba de Figueres, esta marca contempla la Gamba de Palamós, el Arroz de Pals, los Buñuelos de l’Empordà, la Butifarra dulce, el Fesol de l’ull ros (una alubia de pequeño calibre), la Manzana de relleno de Vilabertran (postre típico) y el recuit i recuit de drap (queso fresco, como el requesón). El caso es que, parece ser que de cebolla de Figueres se produce tan poca cantidad en el territorio ampurdanés, que pocos productores están adheridos a la marca.
Cuando compréis esta variedad de cebolla podéis mirar la etiqueta de la caja o de la malla en la que se comercializan, lo más fácil es que indique que es la variedad Figueres y que se ha producido en España, muy probablemente en Lleida. La cebolla de Figueras con Marca de Garantía de l’Empordà se siembra entre los meses de noviembre y febrero, y se empieza a cosechar (generalmente a mano) en junio. Después se deja secar al sol y posteriormente se guardan en almacenes frescos y ventilados, donde se pueden mantener hasta tres meses.
En la cocina se aprecia mucho la cebolla de Figueras especialmente para hacer sofritos, pero lo cierto es que se le pueden dar todos los usos que se le da a cualquier otra variedad de cebolla, cruda es una delicia, así que no dudéis en incorporarla en ensaladas, también es estupenda para asar al horno, freír, pochar, guisar… No vamos a obviar la recomendación de los empurdanesos que recomiendan disfrutar de esta cebolla en crudo pero sin cortarla con el cuchillo, sino chafándola de un golpe para separar sus capas y apreciar su suavidad y textura crujiente.